“Cuando escuchas las bombas todo el día sientes miedo, rabia y angustia”
¿Cuál es la experiencia que ha vivido estos días en Líbano?
Ha sido todo muy rápido, ahora mismo todavía no soy capaz de pensar: estoy en España. Me resulta un poco increíble. Estás estudiando, yendo a la universidad, dando clase, con tus amigos, saliendo, y al día siguiente te entera que han bombardeado el aeropuerto y que van a seguir bombardeando.
¿En qué momento notó que la situación empeoraba?
A mí me llamó mi familia hace dos miércoles [día 12 de julio]. Sabíamos que habían capturado a los dos soldados israelíes en territorio libanés. Sabíamos que Israel iba a mover pieza, sobre todo teniendo en cuenta lo que estaban haciendo en Gaza. Me llamó mi familia para preguntarme qué tal estaban las cosas y para decirme que reservara el billete de vuelta. Pero claro, allí la situación no se veía peligrosa. Líbano es un país que la situación siempre es tensa, que hay problemas en la frontera, que puede haber algún atentado. No es que estés aislado, pero es que la provincia de Guadalajara, en extensión, es más grande que Líbano. Es como si estuvieran bombardeando Sigüenza y tú vives en Guadalajara. Eres consciente de la situación, pero no vives la sensación de peligro. Y no te quieres ir porque estás a gusto. Yo vivo allí en el barrio musulmán de Hamra, que es el más abierto, el más cosmopolita. Y han bombardeado más el barrio sur de Beirut, que lo han destrozado.
¿Ha estado en las zonas devastadas?
No, pero conozco gente que ya no tiene casa. Amigos míos libaneses están viviendo ahora en mi casa porque se han quedado sin la suya. Israel no está atacando a Hizbulá, sino a la población civil. Tiran octavillas con caricaturas de población atacada y luego bombardean a sabiendas que lo hacen a la población civil. Los objetivos no son sólo infraestructuras.
¿Usted quería quedarse allí o volver a España?
Mi madre siempre me decía que tendría que salir del Líbano cuando tuviera que hacerlo corriendo… Y al final la mujer ha llevado razón. Mis padres tienen alrededor de sesenta años y recuerdan todo lo de la guerra del Líbano, pero no conciben que es un país donde se vive normalmente. El año pasado, estando yo allí en verano, ya hubo muchos atentados. Es como España para un estadounidense, les parece un país peligroso por ETA. Vale que allí es una zona conflictiva, pero trataba de tranquilizar a mi familia.
¿Escuchó el bombardeo del aeropuerto?
Sí. La verdad es que la vida en mi barrio es de lo más normal. A mis padres les dije que intentaría venirme a España lo antes posible. El día que bombardearon el aeropuerto oí desde mi casa cosas raras, pero como mi barrio es muy ruidoso, no pensé en eso. Luego cuando me desperté, puse la radio y lo dijeron. Intenté hacer mi vida normal al día siguiente. Me fui a la agencia de viajes y reservé los billetes de vuelta pero la mujer me miró como diciéndome que no iba a poder salir del país.
¿La gente del Líbano se esperaba la magnitud de la invasión hebrea?
No, para nada. Nunca. De hecho hay gente que todavía no se lo cree. Hombre, al segundo día de bombardeo ya todo el mundo se dio cuenta. Los más pobres, los palestinos refugiados en el Líbano, ahí se quedan. Otros podemos salir. El miércoles 12 de julio sabíamos que Israel iba a atacar, pero suponíamos que iban a bombardear las centrales eléctricas y nos íbamos a quedar sin electricidad, pero lo del aeropuerto fue un shock para todos. Hicimos la compra suponiendo que nos íbamos a quedar todo el fin de semana en casa. A todo esto, los aviones israelíes seguían bombardeando y sobrevolando siempre. Además de las bombas que tiran, que se oyen como si te cayeran al lado, lo que hacen es tirar bombas de sonido.
¿Desde que bombardean el aeropuerto de Beirut y consigue ser evacuada, qué hace?
Fue en realidad un día. Estuve un poco atacada, por la mañana fue normal. Vivo sola en un piso modesto, el alquiler me cuesta 300 dólares. El techo de la cocina es de uralita y una vez que llovió muy fuerte se me cayó el techo de parte de mi casa. Entonces una de las cosas que nos dijeron es que abriéramos bien las ventanas para sortear la barrera de sonido. Y si con una lluvia se me cae el techo, no quería ni pensar con un bombardeo… En mi casa no tengo televisión y entonces me enteraba por las noticias por la radio y por lo que me contaban amigos y compañeros. Fui a dar clases, llamé al Instituto Cervantes. Luego fui a dar mis clases de español pero los alumnos no vinieron porque son críos pequeños. Entonces me fui al Cervantes y estaban todos reunidos pensando haber qué hacíamos. Allí con una amiga me quedé con ella, porque también estaba sola, hicimos una compra grande.
¿La Embajada española se puso en contacto con ustedes o tuvieron que llamar para ser evacuados?
No, tuvimos que llamar para ponerte en lista para que te saquen. Claro, ellos no te pueden obligarte a irte, hay gente que se ha quedado. También influyó mucho el boca a boca. Pasamos la noche y al día siguiente pensamos cómo salir del país. Llamó a la embajada una amiga mía pero estaba saturada la línea. Cuando logró entrar en contacto me dijo que lo mejor sería esperar al sábado 15, así que mejor, así pude despedirme de todos mis amigos y recoger mi casa. Pero a todo esto yo no tenía móvil, me había quedado sin batería y no había electricidad, no podíamos cargarlo en ningún sitio. Un amigo nos llevó en coche hasta la Embajada de España, que está a las afueras de Beirut. Y mientras tanto, siempre bombardeando.
¿Qué sintió mientras escuchaba el ruido de las bombas?
Era la primera vez que lo vivía. Pues hombre, la verdad es que se siente miedo. Y rabia. Miedo por mi vida no sentía porque sabía que no estaban bombardeando mi barrio, pero sientes angustia pensando en toda la gente que conoces y pensando en que te están echando. Suena muy cerca. No quiero ni pensar cómo debe sonar cuando te caen encima.
¿Ha presenciado enfrentamientos cuerpo a cuerpo entre militares hebreos y guerrilleros de Hezbolá?
No, eso sucedía en la frontera. No quiero ni pensar que pueda pasar en Beirut. Yo ahora quiero trabajar y pienso volver en octubre, en cuanto esto se calme. Yo me dejé los platos sin fregar, por ejemplo, pero mis propios amigos libaneses me pedían que me fuera. Y es muy duro que tus amigos, que saben que no pueden salir, te digan que te vayas. Esto no es tu país, ni es tu guerra y mañana a lo mejor no vas a poder salir.
¿Se fue espoleada por lo que le decían sus amigos, por su familia o por propia convicción?
Por propia convicción no. Si por mí fuera, me hubiera quedado. Me fui por la familia y por lo que me decían los amigos. Por la familia sobre todo. A mis padres les daba un ataque al corazón. Y tengo muy claro que voy a volver, me acuerdo que mi hermana me llamó y me dijo: corre a casa, coge el portátil, un poco de ropa y vuelve. Y así fue. El resto de mis cosas están allí. Ahora en mi casa están dos amigos míos.
¿Mantiene contacto con ellos?
Sí, todos los días. Me dicen que está muy mal la situación. Los precios se han triplicado. Al principio creían que la situación no es peligrosa, pero luego se han dado cuenta. Hay una cosa que me mosquea: gente que vivió la guerra está intentado salir, gente que ha vivido allí siempre y ha soportado situaciones de guerra, ahora mismo quiere irse. Me preocupa porque si ellos míos han soportado una situación, y ahora quieren irse… Tienen mucho miedo.
Las noticias cuentan un paisaje propio de una guerra. ¿Es así?
Hombre, sí. No es una guerra declarada, pero sí. Es un país al que le están atacando. Van más de 300 muertos. Han destrozado todas las infraestructuras, el aeropuerto, han destrozado barrios enteros, están matando a civiles… La única fuerza de resistencia es Hezbulá.
Israel se está planteando una ofensiva terrestre. ¿Eso quiere decir que la resistencia de Hezbolá es mayor de la esperada?
A ver, Israel siempre ha hecho lo que ha querido y tiene invadido el sur del Líbano desde hace años. Cuando la prensa dice que los dos soldados israelíes han sido secuestrados. Hombre, han sido capturados porque estaban en territorio enemigo. Que la acción de Hezbulá esté apoyada por Irán, pues claro. Que Israel haya dicho esta es la nuestra, pues también. Al fin y al cabo, Israel no tiene agua y Líbano sí. A Israel no le conviene que Líbano sea un país fuerte.
¿La población civil libanesa cómo ha afrontado esta ofensiva?
Bien dentro de lo que cabe. Es una gente acostumbrada a la inestabilidad de la zona. La gente allí no quiere hablar del tema. Temen una guerra civil.
¿La situación que sufren es de caos?
De caos, no, aunque sí es verdad es que la comida es carísima y los precios han subido. En mi barrio de Hamra por ejemplo, no, a pesar de que ahora está completo de gente, de refugiados. De momento hay tranquilidad dentro de las circunstancias. Ahora entiendo lo de la “tensa espera” de la que hablan los periodistas. Eso sí, la crisis humanitaria de los refugiados y los desplazados sí puede crear situaciones muy complicadas.
¿El estruendo de los proyectiles era constante o seleccionado?
Todos los días, constantemente. Por la noche siempre pero durante el día también estaban bombardeando. Y los aviones también los oyes todo el día.
¿La desproporción de medios entre el ejército israelí y el Líbano se palpa a pie de calle?
Es que es muy clara. Israel tiene más bombas atómicas que Reino Unido, es una potencia. Lo que pasa es que los libaneses tienen muchos años de experiencia. Y a muchos les da igual morir, tienen años de entrenamiento. Yo estoy en contra de cualquier partido extremista religioso, pero aquí a los extremistas te los imaginas con el cuchillo en la boca, y no es así. Hay muchos estereotipos. Además están en el gobierno y ahora que había un diálogo nacional entre todos los partidos que habían participado en la guerra, la situación estaba cambiando bastante. Pero el ataque israelí lo cambia todo.
Maruja Torres ha escrito estos días que Líbano es “un país arrancado del mundo”.
Lo comparto totalmente. Y además ha sido olvidado.