“La lejanía del Alto Tajo hizo que alguien tardara en tomar decisiones, pero un incendio así es muy difícil de parar”
Se cumple en estas fechas un año del incendio de la Riba, ¿cómo lo vivió?
Era la crónica de una muerte anunciada. No porque el enclave fuera diferente a otros, en cuanto al grado de abandono, esas grandes dimensiones de terreno que vemos cada vez más abandonadas. Los que estamos mucho en las tierras castellanas y en concreto en la provincia de Guadalajara conocemos muy bien esa gran enfermedad crónica que es el despoblamiento. El Alto Tajo tenía a favor del fuego el abandono de una extensión enorme de terreno, la poca presencia humana y la vida natural que corresponde a un monocultivo maravilloso puesto que en este caso era añoso, en una geografía que daba entidad al pinar. Como a todos los pinares de Guadalajara. Pero era combustible puro. Uno siempre había pensado: coño, si aquí hay incendio, la cosa va a ser seria. No hay que rasgarse las vestiduras. Teníamos ya los incendios de Luzaga, se ha perdido la zona del Ducado. Lo viví con mucho miedo.
¿Intuía la magnitud del incendio desde su comienzo?
Sabía que era un incendio muy importante desde el principio. Me acuerdo de ver el telediario y darme cuenta. Estaba en Madrid, era muy tarde por la noche cuando vi el primer avance. Me asusté bastante hasta el punto que llamé por teléfono a Rafael Cabanillas, director general de Turismo, que es amigo mío. Y le dije: oye, ¿sabéis el tipo de incendio que tenéis ahora mismo en la comunidad? El tío se quedó asustado y efectivamente luego se comprobó que esa misma noche el incendio avanzó y a la mañana siguiente nos encontramos con once muertos.
Usted que conoce el terreno: ¿qué falló?
En todos los incendios, en cualquier lugar de Castilla-La Mancha o del resto de España, siempre se falla en la misma cuestión y este año se van a volver a repetir los fallos. Pensamos ingenuamente que un incendio con tres kilómetros de frente y llamas de 30 metros de altura puede ser parado con uno o con cien hidroaviones. Mi opinión personal es que el incendio se apaga cuando no se enciende. Parece retórica, pero es la verdad. Dios nos libre de un incendio de las características voluminosas como aquel. Sí me dio la sensación que la lejanía del Alto Tajo hizo que alguien tardara en tomar decisiones y desde luego me someto con claridad a la sensación que tuvieron los vecinos, de abandono. No tengo por qué dejar de creerles. Dicho esto, no creo que sea nada fácil parar un incendio así. Eso lo debe saber cualquier gobernante que sólo se gasta la pasta en comprar putos hidroaviones, monos naranjas y motobombas. Se le olvida la prevención, la manera de imbricar la población urbana o rural con el medio ambiente. A la gente le tiene que doler un incendio así. No se trabaja la prevención.
Quiere decir que los incendios no se toman en serio en nuestro país.
El tema de los incendios forestales todavía no ha llegado a su ‘culmen’. Ahora se sigue manejando este asunto en clave de suceso y, por tanto, la manera de percibir eso la sociedad es precipitada. El incendio es un suceso. Todavía no se ha llegado a la otra fase, cuando un incendio forma parte ya de la esencia, de los veranos, otoños y primaveras de este país. Por el tipo de territorio que tenemos, por la ubicación en que estamos, muy cerca de África, por el tipo de vegetación, por el despoblamiento rural. El tema de los incendios no puede contemplarse sólo desde el punto de vista de aquí te pillo, aquí te mato. Hace falta una estrategia de carácter estatal pero tan profunda y tan honda como la reforma constitucional, como la búsqueda de la paz con ETA, o como el paro obrero. El tema de los incendios forestales debería ser material de primer orden de Estado. Y ahora no lo veo así.
¿La cesión de competencias a las autonomías en esta materia favorece o perjudica la lucha contra los incendios?
Favorece en el plano corto, porque indudablemente nadie conoce mejor su territorio que las comunidades autónomas, pero otra parte se ha quedado raquítico el sentido del Estado de la biodiversidad como patrimonio de todos los españoles. De lo que perdemos o ganamos si entre todos arrimamos el hombro. Esa idea de lo común en la biodiversidad ha desaparecido por completo en la España de las autonomías. Esto no lo digo yo, lo dice el movimiento conservacionista de este país, por muy de izquierdas que sea. Administrativamente, el sistema va bien. Pero en la parte filosófica no. Sabemos que hay helicópteros de la Generalitat que no van a Aragón a trabajar en pleno incendio…
Bueno, eso también parece que pasó en el Ducado con la ayuda de Madrid y Castilla y León.
Sí, aunque eso ya no nos importa ya. No hace falta que muera una sola persona para considerar que un incendio es importante. Evidentemente la pérdida de seres humanos le otorga mayor profundidad pero para mí siempre son importantes. Si el incendio hubiera seguido, el Alto Tajo habría quedado arrasado. Esto de asociar los cadáveres a la virulencia de un incendio forestal es un error también. Los políticos no deben aferrarse a eso. El resultado de todo aquel drama fue que el ministerio de Medio Ambiente decidió suprimir las barbacoas de prisa y corriendo y que respondía a un fervor, insisto, en clave de suceso. Y el incendio debe pasar de ser un suceso a ser otra cosa, un fenómeno que tenemos que tener tan en cuenta como la crisis económica más gorda que nos pueda venir. Esto no soporta 15 años más. Tenemos 20.000 incendios al año. Parece una plaga bíblica.
¿Qué se puede hacer en los pueblos para mejorar la protección de los montes?
Desde mi punto de vista tiene que ver con el abandono del medio rural. El derrumbamiento de una sociedad rural conlleva un déficit en la calidad de vida entre el cual está el deterioro que conllevan los incendios forestales. Los incendios no sólo se producen por negligencia –habría que analizar el tema de la barbacoa- pero el 99% de los incendios de este país son intencionados. La locura de los pirómanos no llega ni al 1%. Es importante que los pueblos pongan en valor todo esto, que tengan autoestima, que pongan en valor sus recursos. La población rural tiene que poner en valor lo que tiene, el paisaje es fundamental para una comunidad humana que quiere identificarse de cara a los demás con algo. Para ellos si se quema el monte es como si se quemara el museo del Prado, es un drama.
¿La gestión de los montes tiene que ser pública o privada?
Las comunidades autónomas no pueden hacer dejación de funciones en esta materia. No pueden poner en manos de las empresas un soporte económico, sentimental e histórico como es la masa forestal de un territorio. Y luego la idea de limpiar los bosques: los bosques no se limpian, se limpian los monocultivos, se limpian los campos de alcachofas o los pinos, pero el monte mediterráneo puro no se limpia. Tan importante es el árbol como el matojo. En el caso de Guadalajara sirve porque era monte de monocultivo, pino. Pero en el monte de matorral no es preciso que el hombre intervenga. Se pervierte el lenguaje. Me parece vergonzosa la actitud del Gobierno de Castilla-La Mancha de sortear a las víctimas del incendio. Y es bastante triste que la muerte tenga que ver con falta de preparación. La pregunta ahora es qué han hecho las administraciones en todo este año para prevenir los incendios. Los periodistas también tenemos culpa. Un diario como El País no tiene una sección de Medio Ambiente. Es una cosa de Sociedad todavía.
El Alto Tajo será parque nacional próximamente. ¿Es una buena noticia?
Merece eso y mucho más. El Alto Tajo es un sitio único, no hay más que hablar. Lo que hay que estar es a la altura de las circunstancias. Hay que decir que ese incendio no ha acabado con el Alto Tajo y hay que contárselo a la gente para que vaya y disfrute. Es un lugar único, tiene aquello histórico de las grandes cabeceras de los ríos. Merece esa figura máxima de protección, lo que hay que ver luego es como se gestiona.
¿Se puede hacer algo todavía para resolver el problema de la despoblación o ya es una causa perdida?
Se puede hacer una cosa muy importante desde la ciudad, que es donde está la mayoría de la población española. Es hacerse un consumidor consecuente, pedir calidad, denominación de origen en los productos, vincular el consumo diario de productos naturales a determinados territorios. Si yo quiero ese arroz, es porque viene de la desembocadura del Ebro y me interesa que siga manteniendo esos arrozales, es decir, desde la ciudad se puede conseguir que el campo se sienta importante. Y el pueblo debe tener autoestima y no estar pendiente de Bruselas, ahora estas ayudas se acaban y van a quedar en el campo los que se lo merezcan. Y luego están los inmigrantes, no vamos a tardar mucho en ver pueblos enteros de marroquíes.