Hasta siempre, amigos
Dirigía este diario cuando Jordi Pujol llegó a la Generalitat, y luego le vi partir. Me ha pasado lo mismo con otras personalidades que marcan mi época. Recibí desde un editorial a Felipe González, y, con otro, después de que modernizó España, le dije adiós. Lo mismo, pero sin la modernización, me ocurrió con Aznar…
Fui un joven del 68, de la generación de la búsqueda de todas las libertades, y, además de acompañar a esas personalidades, bueno, no solo además, sino que por encima de eso, he hecho lo que he podido para que la gente de la calle tuviese a su alcance un diario decente y progresista. Con el empuje de los dos Antonio Asensio, padre e hijo, y con los periodistas y los demás trabajadores de EL PERIÓDICO, contribuí a un milagro: que toda la gente de la bilingüe Catalunya pudiese tener cada día, al mismo tiempo, el diario en su lengua.
Ahora el que debe dejar paso soy yo, y lo hago sin vacilaciones. Pero con una petición a ustedes, mis lectores: luchen por la prensa escrita. Exíjanle cambios para que tenga más calidad, para que sea más valiente en defensa de la verdad y para que resulte más amena. Pero, créanme, con todos sus defectos, la necesitamos como foco cualitativo de información, como divulgadora de criterios y como contrapeso de los poderes. En nuestro complejo equilibrio democrático es insustituible para que circulen bien los datos de los problemas y conozcamos las corrientes de pensamiento y de sentimiento que nos rodean. No aflojen, por favor. Es imprescindible conocer lo que ocurre. Es su derecho y su necesidad.