Cospedal se retrata; Barreda se desmarca
Para completar el vodevil del PP sobre el almacén nuclear, la secretaria general de este partido, María Dolores de Cospedal, confesó esta semana que “no le daría el disgusto de su vida” que el ATC fuera a parar a Yebra. Así, tal cual. Literalmente. Lo dijo el lunes en respuesta a una pregunta del periodista Carlos Herrera en Onda Cero y no dudó en añadir que es partidaria de la energía nuclear. Al día siguiente, su jefe Mariano Rajoy declaró en Televisión Española que el expediente abierto al alcalde de Yebra se circunscribe al ámbito del Partido Popular de Guadalajara. Y añadió algo que revela la falta de una posición colegiada dentro de esta formación: que el expediente se abrió no por apoyar un vertedero nuclear, sino “por no haber consensuado la decisión en su ayuntamiento”, tal como en teoría había pedido la dirección provincial de los populares. En fin, un enredo todo.
Lo cierto es que, mientras una mayoría de partidos políticos, empresarios, sindicatos y asociaciones de distinto tipo en Guadalajara se están posicionando con nitidez en contra del almacén nuclear, tanto el PP como el PSOE (aunque cada uno en distintos planos) se han enzarzado en una guerra de guerrillas valleinclanesca. La discusión en torno al emplazamiento del ATC me parece una consecuencia más de la falta de una estrategia de Estado en lo tocante al sector energético. Y así nos luce el pelo, que la cosa se va gestionando al albur del oportunismo político, los intereses aldeanos o la estrategia partidista. Pasó con Endesa, cuyos gestores preferían venderla a una empresa alemana (E.On) antes que a otra de capital catalán (Gas Natural), para al final dejarla en manos de los italianos (Enel). Pasó con la polémica por el cierre de las centrales de Zorita y de Garona. Y, cómo no, ha vuelto a pasar ahora con la trifulca a cuenta de una instalación que nunca había saltado a las primeras de los periódicos.
En este contexto, la batalla política en Castilla-La Mancha está jugando un papel definitivo porque, de las ocho candidaturas que han pasado el primer corte para la adjudicación del ATC, dos son de la región. Y una de ellas, en concreto la alcarreña de Yebra, es la segunda que tiene más papeletas para llevarse el gordo de los residuos radiactivos. Aunque, desde luego, siempre nos quedará la esperanza de Ascó: por estar rodeado de nucleares, por disponer de conexión por tren y porque la bronca política en Cataluña se ha atemperado bastante, por no decir silenciado, en los últimos días. El Periódico publicó el martes que fuentes socialistas revelan que CiU ha estado presionando al Ministerio de Industria a favor de la opción de Ascó. La federación nacionalista lo ha negado. Pero, si fuera cierto, quizá es la mejor noticia que pueden recibir los detractores del almacén nuclear en Yebra.
En todo caso, tras la polvareda de los últimos quince días, resulta curioso ver cómo cada uno intenta retomar posiciones. Sobre todo en el PP, partido que ha hecho de un asunto en el que podía atizar al Gobierno una bronca interna que todavía hoy retumba en los despachos de la calle Génova. Ni Javier Arenas ni Esperanza Aguirre, que no son precisamente amigos de Cospedal, tuvieron el más mínimo problema en dejar en evidencia a su secretaria general por el castigo (ahora vemos que minimizado) que se quiere imponer al alcalde yebrano. Y entonces es cuando han venido los matices: Cospedal ha pasado en apenas una semana del “no queremos más instalaciones nucleares en Guadalajara ni en Castilla-La Mancha” al “no me daría un disgusto” que se lo quedara Yebra, sin olvidar aquel esperpéntico argumento de que “el caso de la candidatura de Cuenca es diferente al de Guadalajara”. Esperpéntico, sobre todo, teniendo en cuenta que Villar de Cañas, el pueblo conquense que aspira a albergar el ATC, está a pocos kilómetros de nuestra provincia. A falta de saber su posición sobre la manifestación convocada por la Plataforma Anticementerio Nuclear, la número dos del PP ya se lo ha puesto fácil a quienes no la quieren. Ha mostrado debilidad en su liderazgo, incoherencia en sus argumentos y falta de reflejos en un asunto que su adversario en Castilla-La Mancha está sabiendo capitalizar. Y todo esto, además, sin la complicidad de su propio partido. No hemos visto declaraciones rotundas de Antonio Román apoyando la postura de Cospedal, de la misma forma que no hemos visto tampoco declaraciones rotundas de Mariano Rajoy en este asunto. Bueno, ni en este ni en casi ninguno porque el hombre que aspira a presidir el Gobierno de España llegó a confesar que no tiene “una opinión fundada” sobre el almacén nuclear. ¿Y a qué espera para estudiarse el tema y armar una opinión?
Responda o no al fondo de la cuestión, la realidad es que durante las dos últimas semanas se ha librado la primera gran batalla de precampaña de las elecciones regionales de 2011. Y me da que Cospedal sale perdiendo. Porque mientras ella ha acabado retratada ante su propio laberinto de opiniones, José María Barreda se permite el lujo de enfrentarse al Gobierno de su propio color, en una jugada clara de desmarque ante lo que considera una rémora para los próximos comicios: la gestión de Zapatero. Aunque quizá se ha pasado de frenada en sus críticas: primero reclamando una reducción de ministerios y luego pidiendo “seriedad” y “valentía” al propio Ejecutivo. Quizá no necesitaba tanta artillería verbal teniendo en cuenta que el ATC ya le ha valido para sacar la cabeza en Madrid y, de paso, intentar desatascar la reforma del Estatuto. Si en lo que se refiere a la fecha de caducidad del trasvase está dispuesto a tragar, da la impresión de que con el almacén nuclear ha empeñado, en público y en privado, su propia palabra política. Otra cosa es si Barreda ha calculado el coste de sus palabras: ahí está el recorte del presupuesto de Fomento dentro del plan de ajuste de 50.000 millones y no parece que ni Guadalajara ni Castilla-La Mancha vayan a mantener las mismas inversiones. En cambio, sí creo que está manejando con soltura estos primeros enfrentamientos con Cospedal de cara a las elecciones del año que viene. Dicho lo cual, como la crisis económica es tan lacerante y la recuperación todavía queda lejos, dudo que todo esto vaya a tener un efecto muy positivo en las urnas para los socialistas de Guadalajara. Pero eso ya lo veremos. Como dice Miguel Ángel Aguilar: continuará.