ANÁLISIS DE LA PRENSA

Zorita, estamos en el aire

Los medios de comunicación convierten en protagonista a la Alcarria Baja por el cierre de la central nuclear, hablan con sus vecinos y especulan sobre su futuro
La imagen más repetida durante el último fin de semana en los informativos de televisión fue la del alcalde de Almonacid de Zorita, Gabriel Ángel Ruiz del Olmo, clamando contra el cierre de la central nuclear y pidiendo un futuro digno para la comarca sur de Guadalajara. A todos los periodistas les dijo que vivía estos momentos con una mezcla de tristeza –era trabajador de la central además de alcalde- y de incertidumbre por lo que pueda pasar a partir de ahora. Y luego aparecían los vecinos. Unos a favor de la clausura de Zorita y otros en contra. La primera edición del Telediario del domingo pasado –el día que se cerró la central- abrió con una cascada de testimonios de gentes de Almonacid. Unos echaban pestes de la energía nuclear y de todo lo que acarrea. Otros se indignaban ante lo que consideran una decisión equivocada. Quizá los menos se atrevían a especular sobre el futuro de la zona. “¿Hay alguien que piense informarnos de lo que es una central de ciclo combinado?”, se preguntaba una señora.
Nueva Alcarria, 04.05.06
Raúl Conde

Los treinta y ocho años que ha permanecido en activo la central nuclear de Zorita no son baldíos. Ni para bien ni para mal. Han dejado una huella indeleble entre los vecinos de esta comarca de la Alcarria Baja. En un reportaje sonoro emitido por la cadena SER, el periodista Severino Donate, un especialista en esto de palpar la noticia, recogía una selecta antología de voces que daban una idea fiel del encuentro de sentimientos que vive la zona. Hablan extrabajadores de la central y otros que han permanecido en plantilla hasta el último momento. Todos aseguran tres cosas: la central ha sido una fuente de riqueza para la comarca; no ha existido ningún peligro real de salud ni de medio ambiente; y los que opinan lo contrario es que no se enteran de la película o no han hablado con la gente. Pese a ello, el diario El País informaba el 30 de abril que “el Gobierno ocultó en 1970 una fuga radiactiva que contaminó el agua y las orillas de los ríos Manzanares, Jarama y Tajo”. En un informativo de Antena 3 TV, el mismo día, un señor exclamaba: “¡Siempre están con lo del cáncer, pero cáncer hay en todas partes, seguro que en Madrid hay más que aquí!”. Otro lugareño: “Es muy fácil ser ecologista y antinuclear en Barcelona, pero de las flores no comemos” (El País, 30-4-06).

Más vecinos en el diario de Prisa. Pedro Sánchez: “si cierra la central, aflojará el trabajo y se irán los obreros y eso no puede ser. Que pongan algo que dé trabajo y si hace falta, otra central”. El director de Generación de Unión Fenosa, Víctor Sola, propietaria de Zorita, señalaba que “por ahora” no entra en los planes de esta compañía construir una nuclear. Tampoco las directrices del actual Gobierno lo aconsejan, en cuyo programa electoral se promete el “cierre paulatino” de los reactores que hoy están en marcha. En El Periódico de Catalunya, otro empleado de la planta se mostraba pesimista: “nos habéis abocado al paro”. Se lo dice a los ecologistas, a los periodistas y a los políticos que decidieron echar el cierre a la central que un día Bono calificó como “cafetera vieja”. Ángel Arévalo, que llevaba 17 años trabajando en ella, no se corta: “si tuviera un ecologista delante, le diría que si me paga él la hipoteca”. Y añade: “siento amargura, está claro. Han sido muchos años y ahora… a comenzar de cero”.

Otra central

El cierre de Zorita, a pesar de que estaba programado, tuvo una repercusión extraordinaria en los medios de comunicación durante toda la semana anterior, especialmente el fin de semana. Eso sí, tal avalancha no parece garantizar una buena información a los receptores. Muchos de los vecinos de Almonacid que atendieron a cadenas de radio y televisión mostraban su desconocimiento sobre palabras que suenan con fuerza en el futuro del emplazamiento donde se ha ubicado la central. Por ejemplo, ciclo combinado o plan director de desarrollo.

Los periódicos han dedicado ríos de tinta al asunto, y no sólo los locales. Algunos confudían Almonacid con Albalate de Zorita o metían al alcalde del primero en el PSOE, o creían que el término municipal que ha albergado la central era Zorita de los Canes. En todo caso, la mayoría de los reportajes centraron sus mensajes en descifrar dos cuestiones: el apoyo o el rechazo a la central después de casi cuarenta años, y el futuro que les espera a unos pueblos que, hasta la fecha, se han mantenido en gran medida gracias a esta infraestructura. El País lo tenía claro en su titular: “Zorita pide otra central” (30-4-06). Sin embargo, ninguno de los medios que abonan esta tesis aportan ni un sondeo para apoyarla. Son sólo apreciaciones, aunque bastante generalizadas en la prensa.

Brindis

“La central es tan pequeña que su cierre es «irrelevante para el sistema eléctrico», como ha señalado Red Eléctrica”, publicaba un periódico en un editorial reciente. Pese a todo, los grupos conservacionistas han tomado este cierre programado –el primero que se hace en España por decisión gubernamental- como un triunfo que sienta precedente. La concentración de Izquierda Unida, Ecologistas en Acción y Greenpeace en la plaza Santo Domingo para celebrar el final de Zorita, tuvo su eco en las ediciones de este lunes. “Los ecologistas piden a Zapatero que cierre todas las nucleares tras el apagón de Zorita” (La Vanguardia, 1-5-06). Es curioso que muchos de los articulistas, tanto de la prensa nacional como de la provincial, que han ironizado sobre el “éxito” de esta convocatoria, nunca criticaron que los mismos que brindaban el domingo salieran a las calles hace más de diez años para empezar a pedir la clausura de la planta. Eran los mismos. Sólo que antes recibían parabienes y titulares y ahora comentarios ácidos. “Celebraciones y quejas por el cierre de Zorita”, titulaba el periodista Gustavo Catalán Deus en El Mundo. Y agregaba: “Las campanas de la iglesia del pueblo alcarreño de Almonacid de Zorita repicaron ayer como si hubiera un funeral”.

Los analistas de la prensa se han ocupado del final de la planta guadalajareña relacionándolo con lo que algunos llaman el “resurgimiento nuclear”, que coincide con la subida del petróleo. “Nueve países construyen centrales nucleares ante la debilidad energética. Las ocho centrales que operan en España agotarán su vida útil entre 2011 (Garoña, Burgos) y 2027”, (ABC, 2-5-06). Los ecologistas niegan que exista tal debilidad y apuestan por reducir la dependencia de esta fuente. Por su parte, la presidenta del Consejo de Seguridad Nuclear, María Teresa Estevan Bolea, ha aprovechado estos días la vuelta de las nucleares al primer plano de la actualidad para hacer un alegato en su favor. En declaraciones a la agencia Efe, dijo que “la sociedad está muy desinformada y muy confusa” con la energía atómica, porque desconoce que su seguridad “es fantástica” en España. La industria del sector tampoco se rinde. “El Foro Nuclear pide que se prolongue 20 años la vida de las centrales en servicio” (El País, 1-5-06). Antes de afrontar el debate energético, que el Gobierno pretende trasladar al Congreso, hay que tomar una decisión sobre otro asunto espinoso: el almacenamiento de los residuos radiactivos. Y todo parece indicar que, también para entonces, Guadalajara volverá a ser protagonista. Como dice Miguel Ángel Aguilar en sus columnas: continuará.

DETALLE

“Si tienen tanto desarrollo, ¿para qué piden otra central?”

La enviada especial de La Vanguardia a Almonacid, Celeste López, escribía el pasado domingo: “cuentan los vecinos de Almonacid de Zorita (Guadalajara) que el pueblo quedó en estado de shock cuando el gobierno de José María Aznar anunció el cierre de la central nuclear José Cabrera para el 2006, dos años antes de los previsto. “Aquello fue acogido por todos como una sentencia de muerte, no sólo para el pueblo, sino para toda la comarca del sur de la Alcarria… Las únicas preguntas que se oyeron durante esos días eran: ¿qué vamos a hacer?, ¿de qué vamos a vivir?”, recuerda una antigua trabajadora de la central nuclear de Almaraz (Cáceres) y desde hace 18 años, vecina de este municipio alcarreño que apenas si supera los 800 habitantes…”.

Los medios de comunicación tratan de escudriñar el futuro de una zona cuyo eje principal de progreso económico y laboral ha sido la planta que acaba de llegar a su fin. Y surgen dudas. Un amplio reportaje emitido al comiendo del telenoticias de TV3, la televisión autonómica catalana, el mismo día que cerró la central, se preguntaba en voz alta de qué manera han invertido los ayuntamiento de la comarca el dinero que han recibido en compensación por acoger la central nuclear. Se han publicado análisis, también en la prensa de Guadalajara, que ofrecen una visión positiva del mantenimiento de Zorita. “Aquí ha habido trabajo y desarrollo gracias a la central, si no de qué íbamos a vivir”, sentenciaba un anciano en la plaza de Almonacid en la misma televisión. El periodista seguía su análisis: “si existe de verdad tal nivel de desarrollo, si se ha prosperado de forma eficaz, ¿para qué entonces muchas voces reclaman la construcción de otra central nuclear? ¿no sería más inteligente apostar por otros yacimientos de empleo y de generación de riqueza ahora que ya se ha amortizado Zorita?”. En un editorial publicado anteayer, El País sentencia: “el Gobierno haría bien en aclarar su postura y en mirar de frente el problema. Zorita es historia, pero su cierre recuerda que el debate sobre la energía nuclear sigue sobre la mesa”.