Ortiz Echagüe renace en Madrid
El maestro guadalajareño retrató con igual acierto las aguadoras de Mojácar, los chicos del Rif, el castillo de Coca o los pastores de La Alcarria. Se pateó el país entero para levantar acta de sus gentes, de sus calles. Pintó un cuadro nacional a través de su cámara fotográfica. Ahora, cualquier aficionado a esta disciplina artística puede admirar buena parte del legado de Ortiz Echagüe en la sala de exposiciones Fotocasión, en la Ribera de Curtidores que los domingos acoge el Rastro. Madrid pone al alcance de Guadalajara, a tiro de piedra y hasta el 29 de abril, una antología de uno de los alcarreños más ilustres. Es una exposición única e impactante.
Raíces del 98
Ortiz Echagüe está considerado el fotógrafo pictorialista por antonomasia. Disparaba fotos que parecían cuadros. Fue fundador de la aeronáutica CASA y la automovilística Seat, pero su tiempo libre no lo desperdició. Su labor fotográfica inmortalizó según los expertos las raíces de su época. Las imágenes de este ingeniero militar se cotizan a precio de oro en subastas y ferias internacionales. José Ortiz Echagüe aprovechaba las vacaciones y el tiempo de asueto para plasmar esa España cuyas raíces había que preservar, una idea en línea con los principios de la Generación del 98, para iniciar la regeneración sobre tan sólida base.
Alegría y dolor, tradición y miseria se dramatizan gracias al juego de sombras y al uso de una artesanal técnica que transforma en una obra única cada una de sus copias en especialísimo papel Fresson, un material del que acaba comprando la patente a la muerte de su fabricante para asegurarse el suministro. A partir de entonces cambía el nombre de Fresson por Carbondir. Pilar Portero ha escrito en “El Mundo” que “su obsesión por el detalle le obliga a componer minuciosamente cada instantánea, que suele arrastrar a toda la familia. El peso de los trajes regionales, la situación de cada uno de los personajes en la escena, la impresionante monumentalidad de los castillos, el brillo en una mirada, los profundos surcos arados en los rostros… nada responde al azar. Inquieto y perseverante, con una larga vida exprimida al máximo, logró ya anciano superar la barrera del sonido y cuando los años le impedían escalar riscos y esperar a que el cielo pintase a su antojo, se centró febrilmente en la positivación logrando nuevas imágenes a partir de los originales”.
Casi pintura
El valor de las obras de Echagüe ha superado la prueba del tiempo. Durante la dictadura despertó algunos recelos por su actividad profesional y por su estilo fotográfico, tan próximo a la pintura. El fotógrafo Chema Conesa sostiene que “Echagüe utiliza ‘sfumatos’ y desenfoques de esta técnica de impresión para construir una belleza épica reminiscente de la vieja lucha entre el pictorialismo y la dialéctica de la fotografía moderna. La dimensión final de su obra está más cerca del cartel publicitario y de la comunicación de conceptos que del reportaje documental. Al contemplar una fotografía de Echagüe no conocemos, sino que construimos prototipos simbólicos. Sus campesinos, sus monjes, sus castillos, sus penitentes, representan conceptos de reciedumbre, de fe y de fortaleza. Los rasgos humanos de sus personajes sólo sirven para aseverar el mensaje, no para descubrir individualidad propia”.
La perfección de sus composiciones no es casual. Responde al interés de construir un discurso propio sobre una época extinguida. Es un discurso honesto, riguroso y valiente. Y tiene la virtud de convertir al ser humano en un elemento central dentro del paisaje. Coincidió con la retórica del franquismo, y quizá por ello –según Conesa- “Ortiz Echagüe pasó su purgatorio de aceptación para los teóricos de la nueva fotografía. Ahora, desde la distancia y la sabiduría que proporciona el paso del tiempo, podemos descubrir y admirar la aportación de un fotógrafo culto y sensible que, en su búsqueda de la belleza formal, proporcionó estereotipos de conceptos que otros supieron utilizar interesadamente”.
‘José Ortiz Echagüe en la colección Mur’. Del 31 de marzo hasta el 29 de abril. Horario: Lunes a viernes de 17 a 20 horas y sábados de 11 a 14 horas. Sala de Exposiciones de Fotocasión. C/. Ribera de Curtidores, 22
DETALLE
Primer presidente de SEAT y maestro de la cámara
Nació en Guadalajara en 1886 y murió en Madrid en 1980. La figura de José Ortiz Echagüe sigue siendo desconocida para una generación de alcarreños y españoles que no le conocieron en vida, pero su legado permanece inalterable. Fue un fotógrafo que marcó época y una personalidad polifacética. Herrera Casado considera que se trata de “una de las grandes figuras del arte de nuestro tiempo, la fotografía. Retrata desde su juventud, a comienzo del siglo XX, tipos y paisajes de España, editando una amplia colección de libros en los que expone sus mejores positivos”.
Serrano Belinchón le define así en su Diccionario Enciclopédico de Guadalajara: “Ingeniero y maestro de la fotografía pictórica, fue uno de los pioneros de la Aviación Española, pilotando los iniciales aeroplanos hispanos. Como ingeniero militar fundó la C.A.S.A. (Construcciones Aeronaúticas S.A.), y fue el primer presidente de SEAT. Está considerado como uno de los gigantes de la fotografía española, sobre todo por cuanto se refirió en su tiempo a la concepción temática y a la técnica. Su obra fue depositada por SEAT en mecenazgo a la Universidad de Navarra, y ha recorrido en exposición varias de las más importantes salas del mundo. Los paisajes y tipos de Guadalajara y su provincia son parte fundamental en la obra de Ortiz Echagüe”.