«Me indigna que las fuentes acaben siendo un refrito de agencias»
Tomás Alcoverro se considera un corresponsal atípico; más de tres décadas en la profesión, en la misma zona y en el mismo periódico no suele ser lo corriente, aunque su vocación siempre le empujó hacia Oriente Medio para recalar finalmente en Beirut, una ciudad que según él, huele a “polvo y jazmín”. Este veterano periodista que lleva cubriendo Oriente Medio para la Vanguardia desde 1972, ha recopilado en un libro sus crónicas más relevantes del Líbano e Iraq, donde informó sobre la guerra en sus semanas anteriores y posteriores. “El Decano. De Beirut a Bagdad: 30 años de crónicas” es una recopilación de las mejores crónicas de Alcoverro, género que además defiende acérrimamente y del que reivindica su dignidad literaria. Hace dos años obtuvo el premio otorgado a los corresponsales en el extranjero Cirilo Rodríguez y recientemente ha sido nombrado parte del jurado de este mismo galardón, hecho que también le hace sentirse muy honrado.
Pregunta: ¿Cómo describirías estas tres décadas como corresponsal?
Respuesta: Lo primero es que yo me considero un corresponsal bastante atípico; sobre todo por la duración de mi carrera, treinta y cuatro años en Oriente Medio, en el mismo periódico y en la misma sección, no es lo normal en esta profesión. Han sido años de mucha vocación, mucho miedo y también mucha aventura.
P: En la presentación de tu libro “El Decano” reivindicas el género de la crónica. ¿Cómo definirías este género?
R: La crónica principalmente se puede definir como un soneto; tiene que transmitir emoción a los lectores. El periodista tiene que escribirla armoniosamente, tiene que escribir bien, incluso llegando a utilizar la primera persona, el “yo”. A mí no me ha importado utilizarlo cuando lo he creído necesario; por ejemplo, en una ocasión la propia fuente de la crónica era yo mismo, mientras observaba desde el balcón de mi casa en Beirut los acontecimientos que se desarrollaban, así que durante la elaboración de la información utilicé constantemente la primera persona.
P: ¿Crees que hoy en día se hace buena crónica?
R: Este género además es tan digno de respeto como cualquier otro, pero hoy en día el lenguaje está estropeado y estamos rompiendo su estilo; yo reivindico el estilo literario de la crónica. Estoy verdaderamente indignado por como se trata ahora todo el asunto de las fuentes, que acaba siendo un refrito de informaciones de agencias, “según informa tal o cual”.
P: ¿Cómo ha sido tu relación con el resto de los compañeros de profesión?
R: Francamente muy buena. Me siento querido y arropado por todos ellos, y de hecho les dedico mi libro, junto con mis padres. “A la tribu amiga”, porque entre nosotros nos llamamos así, la tribu. En la presentación de mi libro en la Casa de América, me enalteció el ver allí a tantos de mis compañeros y amigos, el ver a todos los que me han demostrado su aprecio. Hace dos años recibí el premio Cirilo Rodríguez para los corresponsales extranjeros y me hicieron sentir tremendamente honrado, ya que en el jurado son todos corresponsales también, y ahora me han nombrado parte del jurado, lo que me hace sentir muy orgulloso y honrado.
P: Como especialista en la zona y testigo directo, ¿hacia dónde crees que se dirigen Siria y el Líbano?
R: Hay mucho miedo en ambos países, los dos temen ir al otro país. El Líbano está pasando por un momento muy crítico, sobre todo desde el asesinato de Hariri y el hecho de que toda la comunidad internacional se lanza al cuello de Siria, acusándole sin pruebas. Es muy laberíntico el tratar de definir qué ocurrirá, pero la población quiere estabilidad y saber quién asesinó a Hariri; por eso hay convocada una gran manifestación en Beirut el 14 de marzo.
P: ¿E Iraq?
R: Bueno, yo allí he estado un par de veces y no quiero volver. La primera fue días antes de la invasión estadounidense y la gente estaba esperanzada, pero luego aquello se convirtió en el caos que todo el mundo preveía. Es terrible, es el cruento deshacerse de un estado y no se vislumbra ninguna solución.
P: ¿Cómo ves el oficio en la actualidad?
R: Ha mejorado mucho en cuanto a comunicaciones; ahora hay una gran tecnología al servicio del periodista, pero hace treinta años sólo se podía enviar información a través del télex, el fax. Imagina además que en estas zonas tampoco había mucha tecnología, por lo que costaba mucho más. A mí me ocurrió cuando Arafat salió de Beirut; aquello era histórico, y cuando lo quise enviar no funcionaba ningún teléfono en toda la ciudad y me quedé sin enviarlo.