Piedras centenarias en las iglesias y castillos del románico rural
La ruta del Románico de Guadalajara es uno de los clásicos destinos turísticos de la provincia. Un territorio caracterizado por las altas temperaturas, que sólo decrecen parcialmente en verano, de relieve muy replegado, pero sobre todo, una zona repleta de muestras del arte románico que perviven como legado inmenso de los cristianos que repoblaron esta zona a finales del siglo XI. Discurre este itinerario por el norte de la provincia, siguiendo el asfalto de la CM-110, desde Atienza a Villacadima, y la CM-1006 hasta Galve de Sorbe. La ruta se aleja de históricas villas como Atienza o Sigüenza, paradigmas del arte románico en nuestra tierra, cuyo caudal de monumentos es mayor, y se adentra en una zona plagada de numerosas pequeñas iglesias que con armonía y sencillez, sin ornamentos estridentes y con una sorprendente originalidad, hacen del románico rural un espectáculo visual de encantadores sentimientos que se dan cita en diminutos pueblos. Éstos, permanentemente expectantes ante el visitante, aguardan siempre con la innata alegría, nobleza y caballerosidad de las gentes de Castilla. Y por si esta riqueza arquitectónica y artística fuera poco reclamo para el turista, las Sierras de Ayllón, Alto Rey y Sigüenza confieren al itinerario un ambiente de belleza natural incomparable.
Justo antes de llegar a la Ciudad del Doncel, en Saúca se puede contemplar con absoluta delicadeza la iglesia de finales del S. XII, principios del XIII, cuyo pórtico con columnas pareadas y estupendos capiteles iconográficos brillan con luz propia. Muy cerca de Sigüenza, sentido Atienza, la villa de Palazuelos se extiende fortificada con sus formidables restos de la muralla y con un castillo de porte señorial que aún conserva sus aires típicos del Medievo. El conjunto, declarado monumento desde 1951, lleva la impronta personal e intransferible del Marqués de Santillana, don Íñigo López de Orozco.
Nuestro próximo destino es Carabias, donde destaca su iglesia de El Salvador, ejemplar del románico rural del s. XIII. Retomando la carretera provincial, la ruta nos conduce ahora a Pozancos, asentada en el valle del río Vallenas. Sobresalen sus paisajes de huertas y arboledas y su iglesia románica. Por la CM-101 el viajero podrá acercarse ahora a las salinas de Olmeda de Jadraque y de Imón, conservando éstas las instalaciones que impulsó el monarca Carlos III en el s. XVIII. Un poco más adelante, el imponente castillo de Riba de Santiuste concita la admiración del visitante, ávido por ascender a la planicie en la que se asienta este reducto del siglo XII-XIII.
La arquitectura popular serrana se manifiesta con extraordinaria profusión en la pequeña localidad de Cincovillas, y prueba de ello es su conjunto urbano, además de la espadaña y la portada de su reformada iglesia románica. La siguiente estación de la ruta del Románico Rural es la histórica villa de Atienza pero continúa por la CM-110 hasta llegar a Somolinos. Hemos abandonado ya la Tierra de Sigüenza para imbuirnos en la Sierra Pela, muy cerca de la de Ayllón y a los pies de la mítica cumbre del Alto Rey. Después de atravesar el exquisito puente románico de Cañamares, la villa de Hijes se rebela como el núcleo más importante de población, con su iglesia de la Natividad, situada en un enclave repleto de pequeños templos románicos en municipios como Romanillos de Atienza, Canillas, Alpedroches, Bochones, etc. Todos ellos en la Sierra de Bulejo o en la Sierra Gorda.
Nos vamos ahora hasta Somolinos, localidad donde el viajero encontrará hermosos detalles de arquitectura rural, si bien lo más interesante está en los alrededores: la laguna de origen glacial, cuna del río Bornoba. Justo a 9 kms., Campisábalos emerge en las parameras desabrigadas de la Sierra Norte, con su extraordinaria iglesia románica de San Bartolomé, del s. XIII, y con la capilla del guerrero San Galindo. Declarada monumento en 1965, conserva influencias mudéjares. Todo un lujo para el visitante más exquisito y erudito.
El desvío por la CM-1006 transporta al viajero a un pueblo fantasma, a un núcleo completamente deshabitado en invierno pero que con un celo digno de elogio guarda en sus entrañas el tercer ejemplar de románico de influencia mudéjar. Lo más interesante de la iglesia de Villacadima es la portada de varias arquivoltas ornamentadas con motivos vegetales. El recorrido nos conduce ahora a la antigua villa condal de Galve de Sorbe, en la ladera norte de la sierra del Alto Rey. Una población con notables servicios que se yergue a los pies del cerro en el que se asienta el castillo medieval de los Estúñigas, del siglo XV, con su flamante torre del homenaje. Su Plaza Mayor, ágora local ciudadano y admirable conjunto serrano de distinguido porte, está compuesta por el edificio del Ayuntamiento de soportales y el rollo o picota gótica del s. XIV-XV, símbolo de la categoría de villa que obtuvo esta población, manifestada también en 1557, año en que Felipe II nombró el primer conde de Galve.
La ruta del Románico Rural concluye en Albendiego, una entrañable villa de la sierra atencina, en la ribera del Bornoba, a 1.190 metros de altitud y a 107 kilómetros de Guadalajara. La iglesia románica de este pequeño núcleo constituye el prototipo de estas edificaciones, marcada por su belleza interior, profesada de formidables detalles arquitectónicos, y exterior, con su ábside señero y su espadaña románica. Formando una perfecta combinación con la exuberante vegetación del entorno todo ello reúne las características ideales como destino idóneo para finalizar uno de los recorridos más hermosos de la provincia.
Si el viajero desea retornar a Guadalajara capital, lo puede hacer por la CM-1006, enlazar después con la CM-1001 para posteriormente incorporarse a la CM-101. Merece la pena el viaje.