Turismo

3 marzo 2006

LA GARLOPA

Dinamizar el turismo

Henares al día, Núm. 21
Raúl Conde

Una de las mejores noticias que recibimos en 2002, en contra de la tendencia media del país, es el aumento de turistas en Guadalajara. Cada año la cifra va a más. De manera imparable, los amantes de la cultura y el ocio van descubriendo una tierra “a la que la gente ya le va dando la gana de ir”, tal como dejó escrito, en su segundo viaje a La Alcarria, don Camilo el de las pochas. A mi juicio, el mejor baremo para medir el desarrollo turístico no son las estadísticas de visitantes que, anualmente, nos ofrecen desde las oficinas de turismo. El termómetro idóneo lo constituyen las percepciones y los datos del gremio de la hostelería. He ahí el meollo de la cuestión.

Son los hosteleros los que movilizan a los políticos contra los parques eólicos en las sierras del Alto Henares; los que llevan la gastronomía y el nombre de nuestra tierra al corazón de la Corte –ahí están las jornadas en el Ritz madrileño-; los que tejen el mundo laboral (15.000 trabajadores en este sector sólo en la provincia); los que firman convenios a diestro y siniestro para satisfacer a todos los paladares, incluidos los propios. Los empresarios de este sector son al turismo lo mismo que los de la construcción al conjunto de la economía. Leo en un periódico que los índices estivales de ocupación hostelera en nuestra provincia rozaron en 2002 el 100%. El turismo ya se considera un asunto fundamental. Aquí y en cualquier rincón de España. Por fin nos hemos dado cuenta de la trascendencia que supone esta industria en el PIB del estado. Además, en el caso del turismo rural, fomenta el progreso en zonas deprimidas que sufrieron, en la mayoría de casos, la sangría de la despoblación de posguerra. Hay quien sólo entiende de dinero, pero no hay mal que por bien no venga.

La Asociación Provincial de Hostelería es el eje vertebrador del impulso turístico en nuestras comarcas. Se da la coincidencia que su presidente es el mismo que dirige la Cámara de Comercio, así que mejor imposible. En el último año esta agrupación ha ejecutado cursos ocupacionales para los parados y otras iniciativas constructivas, como la edición que se va a presentar en Fitur de una “Guía de la Hostelería de Guadalajara”, una biblia, desde luego, para los que gustan de comer y dormir bien. La disposición de las instituciones, especialmente el Gobierno regional porque es el que maneja más presupuesto, ha sido total. Después de las atrocidades urbanísticas y arquitectónicas que se han perpetrado en Guadalajara, y que aún se repiten con cierta asiduidad, se van recuperando espacios poco a poco: el Palacio de la Cotilla (salón chino), la capilla de Luis de Lucena, el Alcázar (las caballerizas) y se barajan nuevas ideas para los talleres de forja del TYCE, el torreón de Alvarfáñez y otros edificios históricos que albergarán exposiciones y el ansiado museo municipal. ¿De qué dependen? Ahora mismo sólo de las aportaciones económicas de los organismos oficiales, habida cuenta de las últimas noticias.

El Consejo de Ministros, en el marco del plan integral de Calidad del turismo español (PICTE 2000-2006), dio luz verde después de verano a la suscripción de seis convenios para la puesta en marcha de los llamados “Planes de Dinamización Turística” que, según un documento que me pasan desde la Administración, van dirigidos “a destinos que se encuentran aún en fase de desarrollo turístico y cuyo objetivo es acelerar el crecimiento y asegurar su sostenibilidad”. Es el caso de las pequeñas ciudades con importante patrimonio histórico artístico. A Guadalajara le corresponde 1.800.000 euros y a Sigüenza 1.620.000 euros. La financiación es tripartita a escala nacional, regional y municipal. Junto a los nuestros, han sido agraciados otros destinos, a cual más sugerente: Sierra Espuña (Murcia), Olivenza (Badajoz), Sobrarbe (Huesca), Melilla y Sonsierra Riojana (La Rioja). La consejera de Industria de aquí, Araceli Muñoz, firmaba en vísperas de Navidad los convenios de colaboración con los gestores de la capital alcarreña y de la Ciudad del Doncel. Sólo falta que se materialice el papeleo y convirtamos en realidad lo que hasta ahora no son más que palabras y expectativas.
La provincia de Guadalajara ha visto ampliar considerablemente el número de hoteles en los últimos años: de 14 en 1995 hemos pasado a los 27 de la actualidad. Y las casas rurales, más: de 7 en 1996 a 70 hoy día. El aumento es espectacular, pero no hay que dormirse en la autocomplacencia. “Los establecimientos de hostelería necesitamos promoción, promoción y promoción”, exclamaba hace pocas fechas Manuel Jiménez. Los rimbombantes proyectos que mencionamos parece que van a traer más prosperidad, empleo y un sello de calidad con el que distinguir la oferta guadalajareña. Ojalá el invento salga como esta tierra se merece.