¿Sin ministro de Cultura?
Cuenta ABC.es que todos los grupos del Congreso, menos el PSOE, se han mostrado de acuerdo con la moción de Esquerra Republicana que pedía suprimir tres ministerios: Igualdad, Cultura y Vivienda.
Veamos. Podemos coincidir en que el número de ministerios es excesivo, sobre todo con los vientos que soplan. No es que con la reducción de carteras se ahorren demasiados euros, en comparación con los presupuestos del Estado. Pero hay que reconocer que, al menos, se reducen notablemente las posibilidades de meter la pata: a menos ministros, menos errores.
Igualdad, que puede resolverse en una Secretaría de Estado, tiene el defecto de estar dirigido por una ministra voluntariosa, pero incapaz. En cambio, que el derecho a la igualdad ostente un ministerio, a mi juicio, pretende lanzar el mensaje a la sociedad de hasta qué punto este asunto es fundamental para la convivencia. Estamos hablando de un país donde todavía hay quien cree que la mujer es propiedad del hombre y donde la violencia sexista sigue a la orden del día. No está mal como operación sociológica, aunque la ministra no da la talla.
En cuanto a Vivienda, su esterilidad procede de la ausencia de competencias en la materia por parte del Gobierno central. No se perdería mucho, no, si se suprimiera.
Otra historia es el ministerio de Cultura. Cuando ERC lanza en las Cortes una moción para pedir su supresión no lo hace sólo por la crisis. Esto conviene tenerlo en cuenta. Lo hace por otros motivos. Por ejemplo, diluir el departamento que articula la organización de la cultura española y la proyección de ésta en el extranjero. Que los nacionalistas de ERC impulsen esta idea no sorprende. Es más: resulta coherente con su programa político. Lo que no tiene lógica, ni pies, ni cabeza es que partidos de ámbito estatal, como el PP, Izquierda Unida y no digamos los españolísimos de UPyD apoyen a Esquerra en este asunto. Parece que todo vale contra Zapatero y para erosionar la imagen del PSOE, pero me pregunto si es serio que formaciones que dicen ser adalides de la unidad nacional defiendan los postulados de los nacionalistas con tal de atizar al Gobierno.
Y luego están las consecuencias. Ahora que se expone una magnífica muestra de Matisse en el Thyssen, imaginen que al acto de inauguración viaja el ministro de Cultura francés. En caso de no tener aquí ministro, ¿quién haría las veces de anfitrión? ¿Un secretario de Estado? ¿Un bedel de Moncloa? Otro ejemplo: ¿Qué clase de impulso se puede dar al Instituto Cervantes y a toda la acción exterior de la cultura y los creadores españoles si su Gobierno ni siquiera le otorgara un rango ministerial? ¿Qué mensaje lanzaríamos al mundo? Y, por último, si mañana le dan el premio Nóbel a un escritor, un pensador, un economista o un científico español, ¿a quién mandamos a Estocolmo en representación de la cultura española? ¿A Farruquito?
Ojalá me equivocara, pero si al PSOE le hubiera dado por eliminar el Ministerio de Cultura durante la tramitación del Estatuto de Cataluña, no quiero ni pensar lo que hubiera dicho el Partido Popular. ¡Ardería Troya! Ahora no. Ahora Rajoy prefiere votar de la mano de Esquerra Republicana de Catalunya.
Qué cosas pasan en este país.