Entre palomas
De todos los comentarios que se publican sobre la elección de Patxi López como nuevo lehendakari vasco me parece muy atinada, y precisa, la columna de Arcadi Espada. El mayor peligro del nuevo jefe del Gobierno vasco no va a ser el terrorismo, sino la Administración, dice. Estoy de acuerdo al cien por cien. Al margen de las valoraciones políticas que suscite el pacto que ha llevado a López hasta Ajuria Enea, lo cierto es que la operación que supone aterrizar en una Administración dominada durante treinta años por un poder nacionalista hegemónico es de una envergadura hasta ahora desconocida desde la Transición. Es un proceso delicado, complejo y embarrancado por la permanente sombra de ETA. Los titulares furtivos que hoy recoge Ibarretxe en algunos periódicos de Madrid son algo exagerados, pero también fue exagerado e histriónico su discurso de ayer en el Parlamento vasco, deslegitimando el pacto que ha permitido a López sumar una mayoría democrática de gobierno. Va a ser difícil la convivencia entre PSE y PP. Y resulta curioso leer encendidos elogios al nuevo lehendakari en las mismas columnas que antes le dieron cera por reunirse con Otegi y apoyar el fallido proceso de paz. Ahora sólo falta saber cuanto tardarán en volver a cambiarse la chaqueta y criticar el desencanto. Creen muchos que una articulación política firme que permita acabar con ETA es posible sin contar con el PNV. Yo creo lo contrario. Porque, por mucho que haya radicalizado sus posiciones, constituye un partido que no es imprescindible pero sí decisivo en el tejido social de Euskadi. Convendría, por tanto, que los socialistas vascos cumplan su palabra de abrir el Gobierno a toda la sociedad y que los nacionalistas bajen del monte. Si no ocurren ambas cosas, me temo, volvería a alimentarse el frentismo soberanista.
Y una curiosidad: observen las palomas de la foto que ha captado el fotógrafo de El Mundo. Esas palomas, esa mirada cabizbaja, esas espaldas encogidas. Ese adiós.
