SOMOS EL TIEMPO QUE NOS QUEDA

El periodismo y la crisis (y II)

"El futuro del oficio y del negocio periodístico, que no son lo mismo. La transformación de los soportes. El paso de una economía de la oferta a una economía de la demanda. La capacidad del informador para reciclarse en una época donde el intermediario, que en teoría debe tener criterio, se encuentra en peligro de extinción. Todo eso está en el aire en este momento de dudas y temores. Todo eso queda por resolver. Todo eso y, sobre todo, que el periodismo deje de ser una fábrica de parados con estudios".
El Decano de Guadalajara, 01.05.09
Raúl Conde

El panorama de la comunicación global está casi tan negro como las sombras de un cuadro de Bacon. La incertidumbre se mezcla con una sobredosis de contradicción. A mediados de marzo se supo que la prensa francesa ha aumentado en millón y medio el número de lectores. Las cifras indican que un 48,6% de la población francesa mayor de 15 años lee algún periódico. ¿El motivo? La proliferación de la prensa gratuita. Unos días después, un estudio del Centro para la Excelencia en Periodismo de EE UU señalaba que los efectos de las dos crisis (la general y la propia de la prensa) van a afectar todavía más a los medios de comunicación norteamericanos, algunos de los cuales están en quiebra o al borde de la misma. Ambas noticias, en el fondo, reflejan la situación precaria por la que atraviesan los periódicos. En España, el Informe Anual de la Profesión Periodística aseguró en diciembre que seis de cada diez periódicos prevén despidos en 2009. El fin de la sangría laboral no se atisba. La publicidad ha caído de forma brusca. La prensa de papel no encuentra salida a su presunta agonía. Los medios digitales están despegando y ya es el medio informativo más utilizado, pero sin demasiado respaldo comercial. Las grandes televisiones privadas (Antena 3 y Tele 5) siguen en beneficios, pero han reducido su negocio. Las televisiones locales cierran, como Localia en España o varias decenas en Norteamérica. La prensa regional se estanca. Y las empresas de comunicación que cotizan en Bolsa han visto caer sus valores de forma estrepitosa. ¿Qué hacer? Algún viejo maestro recomendaba que, en caso de duda, hacer periodismo. Pero es posible que el axioma haya pasado de moda en unos tiempos en que cualquiera se hace pasar por periodista. No sé.

El presidente francés, Nicolás Sarkozy, ha anunciado ayudas directas a la prensa escrita. La inyección económica seguro que aliviará muchas cuentas de resultados. Ignoro si, al mismo tiempo, este tipo de subvenciones directas fomentan el clientelismo y generan relaciones subterráneas poco transparentes. ¿No sería más adecuado prestar ayudas indirectas, por ejemplo, en la distribución, en rebajas fiscales o en bonificaciones? Pienso que el problema de la crisis económica actual no es que sea profunda. Lo peor es que estamos ante un cambio profundo de modelo. A todos los niveles. Y la prensa no es ajena. El tráfico hacia los 50 sitios de noticias más importantes aumentó un 27% en 2008 en Estados Unidos. El dato es extrapolable al resto de países desarrollados. No así al conjunto del globo porque la brecha digital aumenta conforme al desarrollo tecnológico. Al día siguiente de la Superbowl, se celebró el “Día Nacional de Comprar el Periódico” en EE UU. Fue un desastre. Los expertos americanos vaticinan que muchas ciudades se quedarán sin periódicos propios en 2010. Y ya se sabe que el periodismo norteamericano es, desde Capote en adelante, una avanzadilla del periodismo mundial. Así que hay que estar, ahora más que nunca, con un ojo en América y otro en casa. Y combatir el pesimismo. En una reciente conferencia en la Complutense, Rosa María Calaf, veterana reportera que TVE acaba de jubilar en su plenitud profesional, volvió a recordar las claves que han hecho hermoso a este trabajo: “constancia, trabajo, sacrificio, humildad, curiosidad y unas ganas infinitas de saber y empaparse de lo que nos rodea”. Indro Montanelli lo explica de otra manera: “Recuerda que los periodistas son como las mujeres de la calle: mientras estén allí les va muy bien y hasta pueden llegar a ser alguien. Lo malo es cuando se les mete en la cabeza querer entrar en la sala…” (Memorias de un periodista, RBA, 2002).

Está claro que, aunque los datos de facturación resultan un lastre, lo peor es la actitud cerrada, la autocensura y la indefinición. Un presentador cómico realiza una broma estúpida sobre una becaria en una televisión y el presidente de la Asociación de la Prensa de Madrid saca una nota diciendo que eso “vulnera los principios fundamentales del periodismo”. O sea, por esta regla de tres, cabe deducir que el humor, aunque sea burdo, vulnera el periodismo. Creo que el periodismo va sin rumbo fijo y los periodistas no tenemos muy claro lo que hay que hacer. Sólo es evidente que hay que hacer algo distinto a lo que se venía haciendo desde antaño. A partir de ahí, surge un océano aún sin explorar. ¿Qué deben hacer los medios para aumentar la rentabilidad de la prensa digital? ¿Qué repercusiones tendrá en el oficio la expansión de las redes sociales como Facebook o Twiter, que ya tienen más seguidores que algunos mass-media? ¿Cómo justifican los grandes medios los despidos masivos sin haber entrado en pérdidas? ¿Cómo va a repercutir, a la larga, toda este desgarro laboral en el ejercicio profesional?  El periodista Javier Ortiz escribe: “El hecho de que buena parte de los medios de comunicación estén bajo control de empresas que se dedican a toda suerte de actividades económicas, hace que cada vez se tengan menos en cuenta las peculiaridades del sector, que ha pasado a ser manejado con los mismos criterios que rigen para la venta de coches, de frigoríficos o de detergentes” (Repensar la prensa, Ed. Debate). El futuro del oficio y del negocio periodístico, que no son lo mismo. La transformación de los soportes. El paso de una economía de la oferta a una economía de la demanda. La capacidad del informador para reciclarse en una época donde el intermediario, que en teoría debe tener criterio, se encuentra en peligro de extinción. Todo eso está en el aire en este momento de dudas y temores. Todo eso queda por resolver. Todo eso y, sobre todo, que el periodismo deje de ser una fábrica de parados con estudios.

Dejar un comentario