Aznar, una entrevista jugosa
La entrevista más sabrosa de los periódicos del fin de semana (y había muchas) es la que publicó ayer el dominical de Vocento, Xl Semanal, con José María Aznar. Aparte de las fotografías de la entrevista, que retratan la personalidad del ex presidente, lo cierto es que la charla no es nada complaciente. Al contrario. Algunas preguntas van a la yugular. Sin herir, pero a la yugular. La periodista Virginia Drake tiene la virtud de hacerle una serie de observaciones a las que, me temo, Aznar hacía tiempo que no se enfrentaba. Hay varios párrafos que pueden entrecomillarse, pero creo que el fragmento del diálogo que pone en evidencia la ejecutoria y el estilo de Aznar es el siguiente. De verdad, impagable:
“XL. Reconoce 30 años buenos, después de repetir una y mil veces aquello de «¡váyase usted, señor González!»?
J.M.A. Es que en política la humildad es una de las virtudes más importantes. Saber escuchar y ser humilde. Yo ya no veo las cosas con la perspectiva de entonces.
XL. A ver si me aclaro, ¿el humilde y el que sabía escuchar era Felipe González o usted con el paso del tiempo?
J.M.A. [Sonríe] Siempre hay que ser humilde, pero especialmente cuando se está en el Gobierno. El poder es una tentación permanente de dejar de ser humilde y dejar de serlo es dejar de escuchar y de comprender muchas cosas.
XL. ¿Cree que usted irradia humildad y saber escuchar?
J.M.A. No, no, yo no presumo de humilde; no he dicho que lo haya sido. Por eso es bueno limitar los mandatos porque, aunque algunos presidentes son ya un problema desde el comienzo, está claro que al cabo de los años te conviertes más en un problema que en una solución.
XL. Me lo ha puesto fácil, ¿eso fue lo que le pasó a usted?
J.M.A. Yo tenía claro dónde no quería estar, ni personal ni políticamente ni por razones de la historia de España”.
Sorprende que Aznar se esfuerce en aparentar ser humilde y, en cambio, que tenga tan poco éxito en esta tarea. Sorprende también que, durante toda la entrevista, se refiera a los españoles en tercera persona, nunca en primera. Y llaman la atención algunas respuestas que dejan muchas incógnitas. A saber:
1) Cuando la periodista le pregunta por Obama, él termina respondiendo: “Si toma una política muy seria para evitar que Irán tenga una bomba nuclear, creo que acertará”. Sería interesante que nos aclarara el presidente de honor del PP qué significa ese sintagma tan inquietante: “política muy seria”. ¿Tal vez que Obama le propine una colleja al presidente de Irán? ¿Tal vez una agresión militar? ¿Tal vez un bombardeo? ¿Tal vez una invasión como en Irak para terminar de arreglar el mundo? No lo aclara y sería conveniente que lo hiciera para saber qué esconden las palabras en un asunto tan grave y complejo.
2) En lo tocante a la quiebra de empresas y bancos, Aznar declara: “No soy partidario de mantener empresas que no son rentables ni competitivas con ayudas públicas; es una mala política”. Muy bien. Liberalismo salvaje, antiproteccionismo irredento. Nada nuevo bajo el sol de la derecha. La pregunta que no contesta el presidente de FAES es cómo mantendría o aumentaría las prestaciones sociales si no apoya al Estado y las inversiones públicas. Los países más prósperos de Europa, como los escandinavos, son aquellos que han hecho de lo público el centro de la vida política, laboral y ciudadana.
3) La periodista le pregunta y repregunta por su cuota de responsabilidad en la crisis y el “boom inmobiliario” en España, pero Aznar sigue su particular ducha de “humildad”: “Yo recibí un país en unas condiciones económicas muy malas, muy deterioradas y pude dejar el país más rico de la historia de España”. Claro que sí, con un par. El país más rico de la historia, pero con dos millones de parados, con millones de empleos temporales o por medio de contratos basura, con una inflación de viviendas insostenible, con un precio del metro cuadrado por las nubes, con una caída notable de la producción industrial, con un desfase insólito entre la renta y los precios, con un retraso en la investigación alarmante, con una reforma educativa por los suelos, con un sistema público de becas penoso, con una televisión pública endeudada hasta las trancas. Sí, el más rico de la historia…
y 4) Además de sus recetas neoliberales, Aznar propone la familia como antídoto a la falta de liquidez para el pago de hipotecas. La familia, a su juicio, es la red de solidaridad más importante. Y añade: “Por eso dedicarse a destruir la familia y sus valores es bastante absurdo”. ¿Quién destruye a la familia? ¿Qué tiene que ver la familia con los préstamos hipotecarios? ¿Se supone que los socialistas no quieren a sus familias? ¿Cumplir un programa electoral es sinónimo de destruir valores?
Como sigan sacando tanto a Aznar van a terminar por arreglarle la papeleta a Zapatero en las europeas.