El otro lado de Guadalajara
Si el lector consulta la prensa nacional o las publicaciones de principios del siglo XX, fácilmente observará que Guadalajara tan sólo aparecía por algún suceso extraño o, en todo caso, por una noticia extraordinaria. Las cosas han cambiado mucho. Hoy Guadalajara aparece cada semana en los suplementos inmobiliarios de los periódicos y se ha convertido en uno de los estandartes del crecimiento de la zona centro de España, y aún más: del cambio experimentado por el país gracias a la consolidación de la democracia y la pertenencia a la Unión Europea. No es posible asegurar que Guadalajara importa y pesa más en el conjunto del Estado que hace cien años. Lo que sí es cierto es que su nombre ya no va invariablemente ligado a conceptos como subdesarrollo, agricultura y analfabetismo.
“Gran Madrid”
El periodista Enric Juliana, subdirector de La Vanguardia y delegado de este diario en Madrid, acaba de publicar un libro con el sello de Destino titulado “La España de los pingüinos”, y cuyo subtítulo resume el interés principal de su trabajo: “una visión antibalcánica del porvenir español: la concordia es posible”. En el capítulo dedicado a lo que él llama el “Gran Madrid”, en contraposición con las demandas de la periferia, se detiene un párrafo en explicar el caso de Guadalajara. Vale la pena reproducirlo: “La estación del AVE se halla en el termino municipal de Yebes, a unos diez minutos en coche de la capital de provincia, y a su alrededor se esta construyendo una potente ciudad residencial (9.500 viviendas con los consiguientes equipamientos comerciales y una previsión de 30.000 habitantes) que llevara el nombre de Valdeluz, aunque ya empieza a ser conocida como Avelandia. La duración del trayecto en tren desde Madrid es de veintisiete minutos, perfectamente equiparable a lo que se tarda en recorrer cualquiera de las grandes líneas del metro madrileño. He ahí un buen ejemplo de los cambios de dinámica social y de las tensiones que el tren de alta velocidad provoca a lo largo de su recorrido. Cada estación del AVE es un manantial de plusvalías. Un manantial que todavía no ha llegado a Barcelona”.
Es una lástima que este análisis concluya con un guiño a la demagogia entre territorios, entre otras cosas, porque resulta bastante extraño que un periodista no alcarreño se preocupe por la realidad de Guadalajara, y menos un periodista catalán. El caso es que esta perla demuestra hasta qué punto el presente y el futuro de la provincia va ligado a la expansión de Madrid. Hasta qué punto ya no es posible hablar del devenir de una provincia discreta, sino del potencial de la conurbación urbana del viejo poblachón manchego (así llamó Azorín a la capital española) que aspira a convertirse en una megalópolis europea. “Anchas son las dos Castillas y, si hiciese falta, también Extremadura. ¿Quién habla de centrifugación de España?”, se pregunta el citado analista.
Ampliar el desarrollo
La dinámica imparable y desigual de la provincia es una de las principales conclusiones del “Estudio de previsión sobre el crecimiento de Guadalajara para el periodo 2005-2010”, realizado por CEOE-CEPYME, con el patrocinio y la colaboración de la Diputación y el Sepecam. El informe se centra en nueve municipios (Atienza, Cifuentes, Cogolludo, Espinosa de Henares, Humanes, Jadraque, Molina de Aragón y Sigüenza) y, según apuntaron sus autores, “pretende convertirse en una herramienta para que haya un mayor equilibrio en la provincia ante el gran crecimiento concentrado en la capital y su área de influencia”. La teoría de estos expertos, por tanto, subraya el crecimiento dispar de la provincia, con una pequeña zona en superficie que crece a pasos agigantados, las poblaciones más cercanas a Madrid, y una gran masa de municipios, generalmente pequeños, que apenas reciben los efectos de esta evolución. ¿O sí? Esta es la incógnita que trata de resolver el estudio de la patronal alcarreña.
El delegado de Trabajo, Rufino Sanz, sostiene que “el crecimiento en el Corredor del Henares es bueno para el resto de la provincia porque produce más recursos para la Diputación, que los reinvierte preferentemente en municipios menores de 20.000 habitantes». De la misma opinión se muestra el director del estudio y gerente provincial de la CEOE, Miguel Cambas: “Guadalajara se mueve con dos velocidades pero una influye a la otra”. Este proceso se materializaría en la expansión del peso de la industria y del sector inmobiliario en poblaciones del llamado segundo cinturón del Corredor: Yunquera, en la zona norte; Torija, bordeando la A-2; e incluso Humanes ya rozando las primeras cumbres de la sierra. Todo ello se produciría fruto de la saturación que viven los polígonos y el aumento brutal del padrón en municipios como Villanueva de la Torre. Cuanto más cerca del monstruo madrileño, más empresas, más habitantes y mayor riqueza. ¿Es posible coordinar este crecimiento y ampliarlo a las zonas deprimidas de la provincia?
Campo y ciudad
Los empresarios guadalajareños y el presidente de la Diputación están convencidos de que algo está cambiando. O de que algo se mueve, parafraseando el lema oficial. Todos los indicadores lo ratifican. El número de habitantes en la provincia ya ha rebasado la cifra de los 200.000 habitantes, y no solo se debe a la masificación del cinturón entre Azuqueca y la capital. Una empresa constructora nacional, para publicitar una promoción de viviendas cercanas a Guadalajara, afirma en sus anuncios: “…a mí me gusta el campo, a ella la ciudad, ¿y por que no ambas cosas?”. Justo en la brevedad de esta fórmula se resume el futuro próximo de buena parte de la provincia.
Guadalajara vende. La marca Guadalajara, en el sector del ladrillo, representa vivienda a un precio elevado pero mucho más razonable que en el foro. “Los expertos no tienen dudas a la hora de señalar las provincias con mas tirón entre los madrileños. Toledo y Guadalajara se sitúan a la cabeza, impulsadas por la previsión de que se levanten, en la primera provincia, 44.000 casas, y en la segunda, en torno a 50.000” (Su Vivienda, El Mundo, 2005). Y luego está calidad de vida: con el campo a dos pasos y servicios públicos eficientes. Por poner un ejemplo: ninguna gran ciudad catalana, pese a disponer –no todas- de un mayor índice de riqueza estadístico, cuenta con un mayor numero de plazas de residencia para ancianos que Albacete, Ciudad Real, Cuenca, Guadalajara y Toledo, según el Anuario Económico de España de 2004. El diagnóstico, por tanto, es evidente: Guadalajara experimenta un desarrollo asimétrico, con un crecimiento desbordado en el Corredor y una parálisis que parece crónica, y que va unida al escaso desarrollo de todo el medio rural español, en el resto de la provincia. El proceso lleva años larvándose y parece que ahora se pretende corregir, al menos, parcialmente. Compensar esta balanza continúa siendo la asignatura pendiente de Guadalajara.
DETALLE
Nuevos pobladores
Los responsables del estudio elaborado por la confederación de empresarios de Guadalajara, presentado la semana pasada, creen que sí, que hay vida más allá de la Ronda Norte. El futuro pasaría tanto por extralimitar los efectos de las plantas industriales y, por otro, favorecer la instalación de lo que llaman “nuevos pobladores”. La llegada de habitantes favorecería la demanda “tanto de servicios de ocio como de empresas que atiendan sus necesidades”.
Las nueve localidades elegidas para plasmar el estudio de los empresarios están situadas en distintos puntos de la provincia y su problemática poco o nada se asemeja entre ellas. Las dos históricas, cuya proyección de futuro pasa por el turismo, son Sigüenza y Molina. En el primer caso, existe un factor fundamental: la creación del primer polígono industrial, a las afueras del casco urbano. Pero se mantiene un handicap histórico: la ausencia de infraestructuras: el AVE no pasa por la ciudad y encima ha mermado la frecuencia de trenes de largo recorrido, los regionales también han descendido, y la prolongación de la autopista R-2 ni siquiera es un proyecto contemplado por las autoridades. En el caso de la ciudad molinesa, verá mejorar su principal vía de comunicación (la N-211) gracias a las inversiones después del incendio, aunque quizá no se convierta en autovía, lo que restaría eficacia en sus conexiones con Teruel y el Levante.
El resto de las poblaciones escogidas son de menor entidad demográfica. Y los problemas también son diferentes. Atienza, Cifuentes, Cogolludo y Jadraque son antiguas cabezas de partido judicial venidas a menos, con una carga histórica indudable, pero con escasos recursos de futuro, al margen del turismo. Espinosa y Humanes son dos municipios estratégicamente situados en una zona a medio camino de la vega del Henares y las serranías. En todo caso, al margen de las características propias de cada lugar, los nueve municipios viven sumergidos desde hace treinta años en una tendencia paulatina de perdida de habitantes que, en los últimos años, en algunos casos, se ha logrado invertir. Esto modifica la posición de partida de cada pueblo. No es el mismo caso Cifuentes, con más de 2.000 habitantes y en pleno corazón de La Alcarria, que los cerca de 500 habitantes que muestra el censo en Atienza, en plena sierra de Pela, a muchos kilómetros de las plantas de logística. No obstante, a pesar de esta coyuntura, el presidente de la Diputación Provincial, José Carlos Moratilla, aseguró en la presentación del estudio que “el crecimiento del Corredor del Henares debe ser un motor para el crecimiento del resto de la provincia”.