Larra en Umbral
Mañana martes, 24 de marzo, se cumple el bicentenario del nacimiento de Mariano José de Larra, periodista que no necesita prólogo ninguno. Ignoro la trascendencia pública de esta efeméride, pero sí es interesante reseñar un congreso sobre su figura que, organizado por la Universidad Complutense de Madrid, ha reunido a filólogos, literatos, profesores de universidad y estudiosos de la obra de Larra desde varios ángulos. A mí me interesó especialmente la comunicación donde se habló de los vínculos que unen ya para la eternidad a Larra y a Francisco Umbral, otro periodista que necesita pocas presentaciones. El autor de la ponencia era Antonio Ubach, filólogo de la UCM.
Si Mariano José de Larra vino a identificar el alumbramiento del periodismo moderno, es probable que Francisco Umbral inaugurara la etapa que algunos críticos han venido a definir como “posmoderna”. Ambos son exponentes del mejor periodismo literario y pueden ser considerados dos escritores y periodistas con trayectorias parejas. Larra y Umbral encuentran puntos en común en sus obras y sus carreras hacia el parnaso literario. El propio Ubach sostiene: “El análisis que hace Umbral de Larra es como un espejo en el que aspira a verse reflejado”. Tras dejar la redacción de El Norte de Castilla en Valladolid y trasladarse a Madrid en 1961, Umbral aspira a vivir como un grande de las letras. Mientras, mantiene una actividad de periodista puro, incansable, fruto de su vocación por este oficio y por el apoyo decidido de su maestro, Miguel Delibes, sin cuyo sustento económico no hubiera resistido en la capital. En 1969 ingresó en Colpisa de la mano de Manu Leguineche y comienza sus colaboraciones que le permitieron hacerse un nombre. Su columna llevaba el título genérico de “Crónica de Madrid”. Pronto se convirtió en un estandarte, en una lectura de referencia en la prensa española. Luego fichó por El País, después Diario 16 y acabó de columnista en El Mundo, donde encontró la protección de su director, Pedro J. Ramírez.
En 1965, el propio Umbral escribió un libro sobre su maestro: Larra, anatomía de un dandy. Hay que entender el libro dentro su contexto histórico: en plena etapa del desarrollismo franquista y envuelto en varios conflictos con la censura por sus artículos. El ‘dandysmo’ de Larra es un símbolo de la superioridad para rclamar un puesto en la clase alta de Madrid, a la que no pertenecía. Justo lo mismo que le ocurrió al escritor vallisoletano. Ambos presentan connotaciones muy parecidas. Los dos vivieron épocas de cambios y transformaciones políticas y sociales: Larra por la caída del antiguo régimen y el ascenso del liberalismo y Umbral por la Transición democrática tras la dictadura. Los dos dedicaron sus esfuerzos a recrear la realidad que les rodeaba “a través de un filtro literario”, según Ubach, y con una ironía más acusada en la prosa umbraliana que en la del autor de Artículos de costumbres. Los dos muestran una clara conciencia del cambio de la sociedad de su época, algo que convierten en una forma de estar en el mundo. Los dos buscaron convertirse en escritores consagrados mediante el periodismo y la prensa escrita.
Según el poeta José Hierro, “Umbral es Larra sin chalecos vistosos, pero se salvó del suicidio por el humor”. Truman Capote consideraba que la literatura y el periodismo son dos brazos del mismo árbol. Si existen dos representantes mayúsculos de este arte en la literatura y el periodismo español esos son Mariano José de Larra y Francisco Umbral. Baudelaire sostenía que «la palabra dandy aspira a la insensibilidad”. Ambos fueron dandis, pero Larra estuvo más cerca, según Ubach, de la deportividad que ingleses y franceses exigen a un dandy. En cualquier caso, los dos periodistas se convirtieron en decodificadores de la realidad. Umbral pensaba que “Larra era vocacional del idioma por esteticismo”. Para él, es necesario que la sociedad sea objeto de una crítica permanente. Los artículos de ambos están tocados por la gracia y el talento del periodismo literario, están apegados a la realidad cotidiana, pero sin olvidar que la narración admite límites que el periodismo desdeña. “Larra, por ósmosis, está en toda la obra de Umbral”, concluyó Antonio Ubach.
PD.: «El Madrid de Larra«.