Periodistas

22 diciembre 2005

NECROLÓGICA

Javier Baviano

Fue miembro fundador de EL PAÍS y el primer director gerente
Javier Baviano Hernández, nacido el 9 de agosto de 1944 en Mérida (Badajoz), formó parte del grupo fundacional de EL PAÍS. Fue director general de PRISA, vicepresidente de la SER y director general de Progresa. Tras dimitir de todos sus cargos en el grupo, fue presidente de H Capital, presidente del Consejo de Administración de Editorial Católica (Edica), vicepresidente de la Expo 92 y director general de Gestsport. Javier Baviano, que falleció ayer, será incinerado hoy a las 11,30 en el crematorio del madrileño cementerio de La Almudena.
El País, 18-12-05
Juan Cruz

Cuando EL PAÍS iba a cumplir veinte años nos juntamos con Javier Baviano para que nos contara su experiencia como uno de los pilares de la fundación de este periódico, primero como director gerente y luego como director general. Nos reunimos -con Juan Arias, copartícipe de un proyecto de libro sobre la efeméride- en el reservado de un restaurante de Madrid. Era 1995. Baviano, que llevaba ya siete años fuera de la empresa, se arremangó su camisa blanca -en la época fundacional de EL PAÍS la camisa blanca fue casi un uniforme, y Javier las seguía usando- y se aprestó a hablar de aquellos años. Lo hizo con pasión, con rejuvenecimiento.

Él había sido convocado a EL PAÍS por Jesús de Polanco, que ya era el consejero delegado de la empresa, y que fue decisivo en su planteamiento: el periódico debía depender de los periodistas, la empresa debía facilitarles la tarea desde una gerencia eficaz y moderna. Baviano era partícipe de esa idea, y su convencimiento le convirtió en seguida en un aliado de Juan Luis Cebrián, el primer director del periódico.

Polanco le conocía bien. Baviano había trabajado con él en Santillana, la empresa editorial fundada por el actual presidente del Grupo PRISA. Primero estuvo en el área financiera, después en la zona editorial y finalmente fue director de Recursos Humanos. Él decía que haberle confiado a él este último cargo había sido «como ponerle a Cristo dos pistolas».

Cuando llegó a EL PAÍS, en diciembre de 1975, Javier Baviano era un joven economista, con mucho vigor y mucha simpatía. Se hizo con la gente, y formó con Cebrián un tándem perfecto. Los dos viajaban juntos, compartían habitaciones para ahorrar en aquellos tiempos iniciales, mantenían en público e internamente los objetivos comunes que ya quedan descritos y tenían bien determinadas sus zonas de actuación: Cebrián era el responsable del periódico, y Baviano se iba a hacer cargo del producto. Entre los dos lo convirtieron antes de lo que la empresa hubiera imaginado en un diario competitivo, bien distribuido, el más potente de los periódicos españoles.

Baviano fue nombrado director general de PRISA en 1984, como Juan Luis Cebrián. Estuvo muy ligado al reflotamiento de la SER cuando PRISA tomó a su cargo la gestión de esta cadena de radio, de la que fue vicepresidente.

En 1988, constituido el Grupo PRISA, Cebrián fue nombrado consejero delegado, y Baviano dejó la empresa, en la que había cumplido una etapa profesional muy fructífera.

Entonces Baviano se incorporó al grupo empresarial de Jacques Hatchuel, luego trabajó para el Grupo Correo, desarrolló importantes tareas directivas en la Exposición Universal de Sevilla de 1992 -fue consejero delegado y vicepresidente de la sociedad estatal que la condujo- y luego regresó al Grupo PRISA como director general de la empresa Gestsport, de gestión de derechos deportivos.

Aparte de su sentido del humor, del que es ejemplo aquella frase sobre Cristo y las dos pistolas, lo cierto es que Baviano tenía un don especial para crear equipos y para entusiasmarlos, y acaso esa experiencia fue la que le convirtió en EL PAÍS en un magnífico aglutinador de un equipo empresarial que le secundó en una idea fija: hacer de este diario, desde sus inicios, la empresa periodística más moderna de España. Lo logró, y muy pronto.

Un compañero suyo nos decía ayer, cuando supo que Baviano había muerto a los 61 años: «Tendría otros méritos, como profesional y como persona, pero como ambas cosas fue de una honestidad obsesiva, apabullante, y más que un jefe para nosotros fue un padre». Cuando nos habló de sí mismo en aquella reunión en la que nos contó el contenido de su experiencia, así se comportó Javier Baviano: como el hombre que se enorgullece de haberlo hecho todo con otros; y entre esos otros, su hermano Pepo, que durante años desarrolló también aquí su actividad como periodista.