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21 noviembre 2005

El AVE Madrid-Toledo como paradigma de un país de nuevos ricos que mira de espaldas al progreso

Lo dijo el presidente del Gobierno el pasado martes a media mañana, tras un corto viaje en tren. La cohesión territorial avanza más con proyectos como el AVE Madrid-Toledo que “con proclamas ideológicas o reclamos esencialistas (sic)”. Uno desconocía que la imperial Toledo –eje de España durante siglos, cuna de las tres culturas y capital del reino en tiempos de Carlos I y Felipe II [hasta que éste decidió cambiar el Tajo por el Manzanares] tuviera problemas territoriales derivados de su ubicación geográfica. Ahora, según Zapatero, todo irá sobre ruedas. O mejor dicho, sobre raíles. Todo sea por el regreso de Toledo a la España vertebrada.
El confidencial.com, 20-11-05
Carlos Sánchez

¿Cuánto ha costado esta vuelta al redil? Pues según el Administrador de Infraestructuras Ferroviarias, un organismo dependiente del Ministerio de Fomento, la factura de la fiesta asciende a 215 millones de euros, de los que 65,9 millones (el 30,6%) los financiará la Unión Europea a través de los llamados Fondos Feder de ayuda a las regiones más pobres.

La distancia ferroviaria entre Madrid y Toledo es de 75 kilómetros, pero hay que tener en cuenta que el recorrido se realiza utilizando la línea de alta velocidad Madrid-Sevilla, en funcionamiento desde el año 1992. La línea se desvía hacia Toledo a partir del kilómetro 54, en el término municipal de La Sagra, lo que significa que, en realidad, el nuevo trazado tiene una extensión de 21 kilómetros. Es decir, se han invertido 215 millones de euros para poder recorrer 21 kilómetros. Cada kilómetro ha costado, por lo tanto, 10,23 millones de euros (1.700 millones de las viejas pesetas).

El nuevo AVE hará el trayecto en poco más de media hora. Lo que supone que los trenes viajarán a una media de 140 kilómetros por hora. Una velocidad que no parece muy razonable cuando lo que se vende es, precisamente, alta velocidad. Como no podía ser de otra manera, el Estado ha corrido con los gastos, pero en lugar de intentar recuperar algo de lo invertido ha decidido tirar la casa por la ventana. Cada trayecto costará ocho euros, pero si uno adquiere un bono de 10 viajes pagará únicamente 68,1 euros, es decir a 6,8 euros cada recorrido. Si usted viaja mucho, el billete le saldrá verdaderamente económico. Recorrer los 75 kilómetros que separan a Madrid y Toledo costará únicamente tres euros. El triple de lo que vale un billete de metro en Madrid.

Es decir, los impuestos y la Seguridad Social han dejado de ser los mejores y más potentes instrumentos con los que cuenta el Estado a la hora de redistribuir la renta. Ahora, la solidaridad se ejerce con billetes de tren. Y eso explica que algunos gobiernos regionales hayan montando en cólera en los últimos días, ya que consideran que sus paisanos han sido discriminados por la política de tarifas de Renfe. O sea, del Gobierno. Es decir, que la cohesión territorial de la que hablaba Zapatero ha tenido justamente el efecto contrario: más agravios comparativos entre regiones.

Este empeño de nuestras autoridades en aumentar la cohesión territorial por la vía de las grandes infraestructuras comienza devolvernos a la mitad del siglo XIX, cuando el capital europeo encontró en la corrupta España de la época el camino más rápido para hacer dinero fácil: los Rothschild y otras casas de relumbrón obtuvieron las mejores concesiones, mientras que el Estado se empobrecía a pasos agigantados. Felizmente, el AVE Madrid-Toledo lo va a explotar el Estado, algo hemos aprendido, pero es muy probable que se haya equivocado de negocio y hasta de siglo.

La ocurrencia del citado AVE es del Partido Popular, que no sólo perdió la sensatez política en sus últimos años de legislatura, sino que abandonó la cordura económica cuando abanderó la política de trenes de alta velocidad como el mejor instrumento para la cohesión territorial. La ministra Álvarez no ha hecho más que rematar la faena.

El término cohesión alude a la unión entre distintos elementos, y pensar que en pleno siglo XXI las distancias son un problema estrictamente físico es no entender nada del significado de la palabra progreso. El progreso no es acercar por carretera o por ferrocarril a Madrid y Toledo, sino dotar a los ciudadanos de ambas provincias de instrumentos mucho más poderosos, como son las nuevas tecnologías de la información y la comunicación. Es obvio y hasta evidente que todavía hay mucho que hacer en materia de infraestructuras. Nadie discute la necesidad de nuevas autovías o de nuevas vías férreas que mejoren la cohesión territorial, pero esa obsesión por el medio físico comienza a ser preocupante. Sobre todo cuando los países más desarrollados del mundo caminan por otros parámetros.

El Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (IVIE) y el BBVA han demostrado que si entre 1985 y el año 2002 este país hubiera invertido en nuevas tecnologías lo que han gastado otras naciones avanzadas, el crecimiento económico no hubiera sido como media del 3,3%, sino del 5,14%. Las nuevas tecnologías fueron durante esos años responsables del 15,26% del crecimiento económico, pero del 65,74% de los avances de productividad, lo que pone de manifiesto su gran utilidad económica. Su verdadera capacidad para impulsar el crecimiento y, por lo tanto, la cohesión territorial.

Durante la media hora que duró el viaje de Zapatero a Toledo, alguien le debía haber entregado unas fotocopias de la síntesis de indicadores que elabora el Banco de España sobre utilización de las nuevas tecnologías de la información y las comunicaciones (TICs). Son solamente cinco hojas, pero hay perlas como las que siguen. Mientras que en España el 34% de los hogares tiene conexión a Internet, en la UE a 15 el porcentaje llega al 45%; mientras que el gasto en TICs asciende a 1.051 euros por habitante (en término de poder de compra), en Europa se llega a los 1.480 euros. Y mientras en España el gasto en TIC respecto al Producto Interior Bruto es del 5,2%, en la UE se alcanza 6,3%. España está a la cola en número de patentes y el gasto en I+D+i es la mitad del europeo.

Eso, sí, en AVES no hay quien nos gane.