«No se pidió cuentas a los periodistas que habían colaborado con la dictadura»
«No se pidió cuentas (durante la transición) a los periodistas que habían colaborado con el régimen». Periodistas que, insiste Carlos Carnicero, «siguen ejerciendo sin ninguna cortapisa» borrando la imagen de lo que fue la época franquista. Este domingo se conmemora el 30º aniversario de la muerte de Francisco Franco. Entonces, el 20 de noviembre de 1975, Carnicero, colaborador hoy de cadena Ser, TVE y Elplural.com, trabajaba en contabilidad, lejos del periodismo, pero cerca de los medios que frecuentaban los que llama «periodistas demócratas»: Le Monde, Radio París… Y todo para «para saber de verdad lo que estaba pasando» en la España donde vivía.
Pregunta: ¿Cómo vivió la prensa los últimos días de la dictadura franquista?
Respuesta: En la España franquista había una absoluta ausencia de libertad y derecho de expresión. Había dos tipos de periodistas: los complacientes con el sistema, se beneficiaban de él; y los que tenían que escribir entre líneas. Era la época en la que los demócratas leíamos Le Monde, oíamos Radio París y estabamos pendientes de lo que sucedía en el extranjero y cómo se interpretaban las claves de la política española para saber de verdad lo que estaba pasando. Treinta años después hay un intento desesperado por reescribir la Historia y hacernos creer que aquella España franquista fue distinta. Lo ha dicho Manuel Fraga y lo han dicho muchos periodistas y políticos que intentan que la memoria de los que sufrieron el franquismo pueda ser olvidada.
¿Y los días anteriores a la muerte de Franco?
Fue una línea continúa durante 40 años, lo que pasa es que hubo altibajos y momentos en los que la pérdida de control del sistema dejaba resquicios para buscar alguna salida para expresarse libremente. Los días anteriores y posteriores a la muerte del dictador fueron días de una enorme tensión política en los que el interrogante estaba en saber qué iba a pasar en un régimen que casi todo el mundo sabía que no podía continuar sin el dictador. Fueron días de cautela, miedo y prudencia. En esos días el sistema ejerció su censura con aún más cuidado.
¿Cómo llegaba la información sobre la salud del dictador?
Eran rumores. Franco asistió a su último Consejo de Ministros en bata de dormir y con una habitación al lado en la que los médicos, eso se ha sabido después, seguían por monitores los cables que tenía conectado. Fue una larga agonía inútil: intentar manterner en vida a un dictador que ya no servía para nada.
¿Pensaba el mundo de la prensa que podía darse inicio a una etapa de libre expresión?
Era el sueño de los periodistas demócratas. Hoy día eso es difícil de entender. Cuando se produjo la transición español y el gran perdón que significó la reconciliación, en la que no se pidió cuentas a los periodistas que habían colaborado con el régimen, a los militares, policías y jueces, se perdió un poco la memoria de lo que había pasado. Algunas de esas personas que todavía vivien y siguen ejerciendo sin ninguna cortapisa borran la imagen de lo que fue aquello. Fue un régimen de terror. Yo vivía en San Sebastián donde sufriamos estados de excepción.
Tras la muerte de Franco, el 20 de noviembre de 1975, ¿Los periodistas cambiaron el chip con facilidad?
El sistema no cambió de un día a otro. Se fue ganando pulsos a los resistentes que querían manterner el sistema autoritario. Hubo personas claves como Adolfo Suárez, Torcuato Fernández Miranda, Felipe González o Santiago Carrillo. Por eso ahora me duele tanto la canallada de los que intentan demonizar a Carrillo sin tener en cuenta que es uno de los artífices del Pacto de Reconciliación Nacional y de la transición española. Quien insulta a Carrillo me están insultando a mi.
¿Cuando pondremos el punto final a esa revisión de la Hiostoria?
Cuando los ultraderechistas y fascistas que están ejerciendo con impunidad su trabajo sean desplazados democráticamente por la sociedad española al lugar que tienen que ocupar, el de la vergüenza.