«El poder tiene una gran capacidad de premiar a los medios afines»
A toda la experiencia que Màrius Carol lleva a las espaldas, se le añade la sensación de cercanía que da su conversación. En un momento en el que parece estar mal hablar con franqueza de determinadas cosas, este catalán de 52 años, no tiene reparos en compartir sus percepciones sobre el clima que se vive actualmente en España y el papel que los medios están jugando.
Pregunta: ¿Qué apuesta se hace desde el Grupo Godó por internet?
Respuesta: En principio consideramos Internet como una entidad propia dentro del grupo. Pero lamentablemente vimos que no era posible, probablemente por las incetezas de los periódicos digitales. Crearon unas espectativas que conforme pasó el tiempo desaparecieron. En un principio hicimos La Vanguardia digital por separado de La Vanguardia impresa, pero actualmente se han integrado en un mismo periódico. La versión digital esté supeditada a la versión impresa, sólo que ofrece elementos complementarios como una actualización cada minuto y algunos elementos propios, como por ejemplo firmas propias. Como concepto se trabaja sobre la base de un diario único con una parte digital que va actualizando y que ofrece elementos de interacción, opinión de los lectores y otros elementos, como los blogs. Mediante ellos se ofrecen algunas firmas que sólo aparecen en la versión digital. Actualmente estamos estudiando la posibilidad de incorporar los resultados de las encuestas y otros elementos de interactividad a la versión impresa del periódico.
P: ¿Cómo contempla el futuro de los blogs?
R: Los blogs nacen en Estados Unidos en un momento de limitación informativa en general. Es un momento muy concreto: tras el 11 de septiembre y bajo el mandato del Partido Republicano. Se convierte en una apuesta individual del periodista para expresarse con libertad al margen de los periódicos generales. Viendo cómo evoluciona, el blog acaba dependiendo de la marca del periodista, que a su vez depende de la marca del medio. Es un recurso que cada vez aparece en más periódicos digitales; en el caso del nuestro, sólo se ofrecen links si consideramos que los blogs son interesantes. Esto no quiere decir que tengan que encajar con una visión determinada, existen casos que son marcas muy asociadas a La Vanguardia, como es el caso de Lluís Foix, por ejemplo.
P: La Vanguardia, pese a tener un punto de partida regional, es muy leído en toda España. ¿Qué le diferencia de otros medios regionales?
R: No quiero hacer historia, pero durante los años 20 La Vanguardia llegó a imprimir doscientos mil ejemplares; en la Guerra Mundial llevó corresponsales a ambas partes del conflicto, gente como Hoover o Trotsky han escrito artículos exclusivos para La Vanguardia… Es decir, siempre ha existido una vocación nata de traspasar las fronteras naturales de Cataluña, y antes de la guerra tuvo un prestigio importante no sólo en España, sino también a nivel internacional. A partir de la muerte de Franco, una buena parte de los periódicos de tradición sufrieron un mismo proceso, de algún modo el río de la Historia les arrastra. En este momento nacieron un grupo de periódicos con una clara vocación nacional, como fueron El País o Diario 16, es un momento nuevo: un momento en el que España es un territorio más diverso, donde las diferentes sensibilidades autonómicas se hacen notar, con una mayor heterogeneidad. Y poder cubrir eso implica corresponsalías, ediciones…
No obstante, mantenemos una sede edición en Madrid que llega a buena parte del territorio nacional. Tenemos, además, una edición que se hace en Bruselas y que llega a Londres, París, Berlín y Amsterdam. Ambas ediciones tienen una tirada relativamente pequeña, quince mil en España y cinco mil en Europa, pero nos permiten continuar en ambos territorios.
P: ¿Contemplan alguna acción a medio plazo para aumentar su presencia fuera de Cataluña?
R: Queremos reforzar la redacción de Madrid y quizá abrir otra rotativa; en comparación, por ejemplo, con El Mundo Deportivo, que hace doce ediciones, La Vanguardia hace únicamente dos ediciones. Está claro que nunca seremos un periódico de cien mil ejemplares en el resto de España, pero podemos crecer.
P: Además del ámbito geográfico ¿qué diferencias existen entre la prensa catalana y la nacional?
R: Siempre se ha dicho que la prensa catalana es muy complaciente con el poder. Pero cuando los grandes periódicos nacionales abrieron ediciones aquí se vio que no se dijo nada nuevo, nada diferente, con lo que se ve claramente que no se oculta nada. Creo que hay diferencias notorias, hay un talante ampliamente diferente: mientras en una parte se utiliza un lenguaje muy directo, en la otra se juega más con la ironía, con un lenguaje más fino, con algo más de peso de la rumorología. Son diferencias no necesariamente políticas, ya que se pueden ver hoy tal y como se veía en los periódicos de los años ’30.
P: ¿Qué papel cree que cumplen los medios en la actual politización de la sociedad española?
R: Creo que ya hemos vivido épocas como esta. Los diarios deberían contar qué pasa más que lo que quisieran que pasara. El problema es que se ha visto que el poder tiene una gran capacidad de premiar a los medios afines, no sólo en España, sino que también sucede en Cataluña. Se premia mediante la concesión, por ejemplo, de licencias audiovisuales o radiofónicas. Y eso hace que la prensa se politice.
P: Un ejemplo de esto es el Estatut catalán ¿Qué opinión le merecen tanto el Estatut en sí como la situación que se ha generado?
R: Creo que no hace falta crispar más; hay que opinar, pero no crispar. Como catalán me desespera que no se hiciera un debate sereno sobre el Estatut por parte de la ciudadanía, un poco al margen del poder político. No me gusta como se ha hecho, parece una sucesión de derechos, y un Estatuto no puede ser eso, no es una declaración de derechos. Hay muchas cosas que no me gustan, como por ejemplo que se priman los derechos colectivos a los derechos individuales desde una perspectiva pancatalanista. Pero tal y como está hecho, no puedes discutirlo porque se niega la mayor: en lugar de hablar de temas como el boicot al cava catalán preferiría poder hablar de si es un Estatuto intervencionista o si no lo es.
Sobre esto, leí un artículo en El Periódico de Cataluña en el que el autor, un Maragallista de pro, confiesa sentirse desconcertado, ya que dice y es cierto, que el proyecto aprobado en las Cortes catalanas no tiene nada que ver con el proyecto socialista de antes de las elecciones. Otro problema es que desde Cataluña se está tan a la defensiva contra algunos polemistas en Madrid que es una lástima que no se hable de esto en serio. En definitiva, parece que si lo criticas eres un mal catalán, y todo por la borrasca que han creado fuera de Cataluña, que impide ver el cielo con claridad.