¿ADÓNDE VAMOS?

Henares al Día, Octubre 2005
Raúl Conde

Era una tierra de emigrantes y ahora no para de recibir nuevos pobladores, al menos, una pequeña parte de su territorio. Era una provincia atrasada y subdesarrollada y ahora promociona su “calidad de vida”. Era un paraíso de los caminos de cabras y ahora sus ciudadanos disponen de AVE y Radial 2. La historia se ha invertido, pero con una pega: el desarrollo de la provincia, desde hace ya muchos años, se está produciendo de forma asimétrica. Así que mientras unas pocas localidades acumulan población, polideportivos, institutos y plantas de logístico, el resto duerme en el sueño de los justos. O, por mejor decir, de los injustos. Cabe plantearse, de manera cíclica, ya que los políticos parece que no acaban de tomárselo en serio, el tipo de desarrollo que se quiere implantar en la meseta española y, en general, en las zonas con menor densidad de población.

En lo que respecta a Guadalajara, sus pueblos, por lo que cuenta mi abuela, ya no son lo que eran. Hay menos niños en las escuelas, las costumbres se pierden y la tierra se trabaja poco. La agricultura soporta un déficit de mano de obra (ojo los problemas para vendimiar en Mondéjar) y la ganadería ha dejado de ser el único sustento, precisamente, en las zonas con mayor despoblación. Hace unos días se celebró la feria de Cantalojas y la entidad patrocinadora, con buena voluntad, ha tenido que recurrir a unos premios extraordinarios –aunque modestísimos- para estimular la participación de los ganaderos de la comarca. Ni aún así lo consiguieron. Se lo comenté a una ganadero de los que podrían haber participado y me contestó: “¿para qué vamos a bajar? Ya no se hacen tratos y encima los premios siempre se los llevan los mismos”. Una pequeña píldora editorial en Guadalajara Dos Mil, hace escasos días, advertía: “aunque la feria siempre sea bien avenida, quienes tienen competencia en la materia ganadera deberían empezar a pensar que a esta gente de la Sierra, que además de ser y subsistir, se presta para que funcione el reclamo turístico de ver pastar a unas vacas en libertad, habría que darles algo más que una Feria para que tengan futuro”.

La parálisis de este sector, en todo caso, potencia aquello que llaman “el eje vertebrador del medio rural”. Es decir, el turismo. Una forma de dinamizar los pueblos cuya aportación al PIB regional supera el 10%. Bueno, pues aun con dinero encima de la mesa, en Guadalajara no me queda claro cual es el modelo turístico que proponen nuestros políticos, empresarios y sindicatos. Hablan de ecología, de sostenibilidad, de cultura. Pero, ¿adónde vamos? La Diputación acaba de declarar fiesta de interés a una cabalgata de los Reyes Magos, caramelos incluidos, y la Junta marea la perdiz para no rehabilitar un convento en Atienza, aunque sus propietarios lo donan ‘gratis et amore’. Son sólo dos ejemplos, pero retratan el disparate del todo vale. Me temo que no basta con financiar la apertura de casas rurales. Tampoco con dar buena imagen en Fitur. ¿Quién se encarga de la profesionalización de los hosteleros? ¿Quién controla las ayudas concedidas, la mayoría con cargo a los fondos europeos, para los negocios del turismo rural? ¿Cómo coordinan la política en esta materia las administraciones implicadas? A pesar del dinero que se gastan en subvenciones: ni saben que hacer con el campo ni se toman en serio el turismo. O al menos eso parece.