¿EXISTE LA ECONOMÍA EN GUADALAJARA?

Henares al Día, Julio 2005
Raúl Conde

Es el eje que hace girar al mundo, la pieza básica del puzzle occidental, el maná que sueñan los desheredados de la fortuna. Es el fuego que suelta por la boca el ‘dragón’ chino. “¡Es la economía, estúpido!”, espetó a sus adversarios el expresidente Clinton. De esta forma, “después de la pasión política” (Josep Ramoneda ‘dixit’) se halla el capital. O sea, la ‘pasta’. Quiere esto decir que, aunque la gente se entretenga con la quiniela y los políticos con el derribo de estatuas, las élites que de verdad gobiernan el mundo marchan a su bola. Les importan dos cosas: una, aumentar el rendimiento de sus empresas; y dos, aplacar a todo aquél o aquello que cuestione el sistema. Y no son élites invisibles. Al revés. Se las conoce muy bien porque la ley les ampara (recuérdese la privatización de Telefónica, legal en apariencia) y porque han desarrollado una estupendísima estrategia de marketing y de proyección social, fundaciones incluidas.
La prensa, concebida como uno de los brazos ejecutores del capital, se ha convertido en España en una división del negocio de grandes, medianas o pequeñas empresas ligadas a la comunicación. Algunas constituidas para tal fin, como Zeta o Prisa; y otras más bien sucursales de sus firmas matrices, mayormente, constructoras, inmobiliarias, bancos y demás agentes de la especulación. Por este motivo, los periodistas desafectos al régimen neoliberal no abundan, aunque los medios concedan a la economía mucho tiempo y espacio. Esto sucede en toda España, excepto en nuestra querida provincia que, por enésima vez, vuelve a ser diferente.

No sé si ustedes se han dado cuenta, pero la sección de Economía –o Empresa, en su defecto- es la más floja de todas las que publican los periódicos de Guadalajara. Floja en lo cuantitativo, en comparación con el espacio otorgado, por ejemplo, a la información agraria o incluso a la Cultura, que ya es decir. Concedemos titulares de tres y hasta de cuatro columnas a la reunión del gremio repostero en Jadraque (cosa loable, por otra parte, la de salir a los pueblos y hablar con sus gentes), para luego ignorar el análisis de la coyuntura económica. ¿Qué sucede? ¿Creemos los periodistas que la tasa de paro, la evolución de la renta, el PIB provincial, el negocio de los bancos y las cajas, la estrategia de nuestras empresas o la situación laboral de los trabajadores no interesan para nada a los ciudadanos, es decir, a la audiencia?

Me temo que en este asunto, como en otros, los políticos y los periodistas del terruño andamos por detrás de la sociedad. Claro que, siendo justos, esto beneficia a los primeros porque ni los políticos ni los empresarios encontrarían un lugar más cómodo que Guadalajara –quizá el desierto arábigo- para desarrollar su tarea con la complicidad de una buena parte de la prensa que, o bien calla, o bien recurre a la propaganda. Y aquí viene lo malo. Porque no sé qué es peor.
Lejos de la empanada alcarreña, la prensa de Madrid ataca. Lleva ya mucho tiempo en posición ofensiva y aquí respondemos con fuego cruzado. Cada viernes, la mayoría de los periódicos editados en Madrid añaden a su ejemplar ordinario un suplemento sobre vivienda. Para los domingos reservan las páginas salmón, eso sí, junto al coleccionable de cocina, la revista dominical, el cuadernillo de crónica y análisis, las tazas de café, el patinete, el DVD, el extra de moda, la tira infantil y así hasta completar el carrito. Más allá de la chanza, reconozcamos su acierto porque, al menos en mi caso, confieso enterarme de todo cuanto atañe al mercado económico alcarreño gracias a las páginas que elaboran los compañeros de Economía de los rotativos nacionales. Algunos, por cierto, originarios de Guadalajara, como Yolanda Gómez, de ABC. Vaya para ellos nuestro reconocimiento y nuestra felicitación. Aquí, sin embargo, pienso que conviene hacer un acto de contrición. No pasa nada. La autocrítica (lean si no a los defensores del lector en El País y La Vanguardia) está a la orden del día y marca un sello de calidad con relación a la competencia.

Pienso que conviene decir todas estas cosas a la gente. Porque, en caso contrario, a veces parece que los periodistas alcarreños venimos de otro planeta. Concretamente, de uno cuya frontera se sitúa en Meco.