Periodismo y sucedáneos
«Para muchas personas es un tormento cuidar a los bebés y los niños más pequeños. ¿Sabes? Se cagan. Pero no hay agua ni pañales. Imagina cómo nos las arreglamos», comenta Mohamed, padre de cuatro. Sin agua corriente, con escasísimo abastecimiento de alimentos, sin calefacción en invierno, sin poder escapar de la franja, sin capacidad para curar heridos, el millón y medio de sus habitantes padece un desastre humanitario descomunal. Causado no sólo por el ataque brutal de 16 días de las Fuerzas Armadas israelíes. Desde hace tres años, el territorio sufre un bloqueo asfixiante que no hace sino empeorar. Pretende Israel acabar con el lanzamiento de cohetes. Sin duda, es cierto. Pero muchos apuntan a una estrategia calculada. «Gaza no es un caso de subdesarrollo económico. Es un caso único y cruel de subdesarrollo deliberado», ha escrito el historiador israelí Avi Shlaim. Para que no levanten cabeza. «Haremos volver a Gaza 20 años atrás», ha dicho un miembro del Gabinete israelí. Lo han conseguido». Juan Miguel Muñoz, El País, (12.01.09)
«Posan satisfechos, orgullosos de lo progres y solidarios que son, junto a gentuza que quema banderas israelíes y que apedrea la embajada de una nación democrática de siete millones y medio de habitantes rodeada de más de mil millones de enemigos. A la verja que detuvo las carnicerías de los autobuses y los restaurantes la siguen llamando «muro», cuando lo es en menos del 5%. Siguen pues mintiendo, revelando el deseo de la vuelta al estado anterior, el de desprotección absoluta de los israelíes frente al terrorismo suicida. La manifestación antijudía de Madrid ha incurrido en las dos ignominias paralelas de acusar a Israel de genocidio y de servir un tanto propagandístico impagable a Hamas». (Juan Carlos Girauta, Libertad Digital, 12.01.09)