Maruja Torres
Maruja Torres ha ganado la última edición del premio Nadal, que se concedió anoche en Barcelona.
Gran noticia. Maruja Torres creo que debería ser un referente para todos los periodistas que somos jóvenes. Ha sido duramente criticada por deslenguada y mordaz, pero su experiencia resume la vida de una periodista descarada y entregada a su oficio. Vive en Beirut, pero el paisaje que la representa es Barcelona. No he leído Esperadme en el cielo, que es la novela con la que ha ganado el Nadal. Pero en su blog, Juan Cruz explica que trata de ella misma y de su relación con Manuel Vázquez Montalbán y Terenci Moix. El texto aborda el tema de la amistad y lo hace con tres personajes que simbolizan la pasión por vivir, aunque dos de ellos ya no estén presentes.
Otro escritor barcelonés, y además del Espanyol, Francisco González Ledesma, publica esta mañana un artículo estupendo en El País donde hace resaltar la coincidiencia de que Barcelona es la única ciudad del mundo que concentra a cuatro ganadores del Planeta en apenas 500 metros: el propio González Ledesma, que nació en el Paralelo; Vázquez Montalbán, que vio la luz en la calle de la Cera; y muy cerca, Maruja Torres y Terenci Moix. «Allí, envolviendo a los cuatro, estaba el viejo barrio donde todas las cosas eran verdad, aunque no sea siempre grata. Estaba, ante todo, la pequeña patria: Vázquez Montalbán dijo una vez que la verdadera patria está en la pared sobre la cual has orinado de niño. Estaba también la realidad de los días, la de los hombres que no tenían derecho a un futuro y, peor aún, la de las mujeres que no tenían ni derecho a un pasado», escribe Ledesma.
El Nadal es la cuna que meció la fecunda relación entre Delibes y su editor, Vergés, cuya correspondencia durante casi cuarenta años está publicada en forma de libro. El Nadal, con el aldabonazo de aquella Nada de Carmen Laforet en 1944 (el primero que concedió Destino), sigue siendo el premio barcelonés por excelencia. Barcelona huele a literatura y a libros recién editados, en castellano o en catalán. Y Maruja Torres, igual que Vázquez Montalbán o Terenci Moix, es sinónimo de Barcelona, de ‘gauche divine’, de periodismo valiente y de escritura necesaria.