¿Contra los medios?
La edición digital del diario El Mundo incluye en su resumen del año el siguiente titular: «La ‘hermanísima’, contra los medios». La información se refiere a las 34 demandas interpuestas por la hermana de la Princesa de Asturias, Telma Ortiz, contra sendos medios de comunicación por intromisión ilegítima en el derecho al honor y la intimidad.
En el interior de la noticia, la periodista se explaya sobre Ortiz y sentencia: «quería cambiar las reglas de la libertad de expresión».
El Libro de Estilo de El Mundo, que por lo que se ve no rige para su edición electrónica, señala que entre los «cinco principios básicos de la Redacción» están la precisión y la objetividad. Tal como señala el catedrático de la Complutense, Juan Ramón Muñoz Torres, no se mencionan ni la verdad ni la veracidad.
En la página 25 del Libro de Estilo de El Mundo se lee: “el objetivo de la noticia es reflejar con la mayor exactitud posible la realidad a la que ha tenido acceso el periodista”.
Compárese este enunciado con el titular de la información de Telma Ortiz.
¿Está Telma Ortiz contra los medios o contra la utilización que ella considera abusiva que hacen los medios de su imagen?
¿Quería esta señora «cambiar las reglas de la libertad de expresión» o simplemente que la dejaran en paz por no ser un personaje público?
En el matiz está el periodismo. Y la verdad. O al menos eso me parece a mí.
Uno de los autores del Libro de Estilo de El Mundo es el periodista, ahora en Público, Javier Ortiz. En una de sus columnas tiene escrito: «Como algunos de los lectores de estos Apuntes saben, fui uno de los miembros del equipo encargado de redactar el Libro de Estilo de El Mundo. En cierta ocasión confesé por escrito –y vuelvo a hacerlo– que hice cuanto estuvo en mi mano para que ese Libro de Estilo no se publicara, o se publicara lo más tarde posible. Y expliqué el porqué: según he comprobado a lo largo de mis ya muchos años de profesión periodística, para lo que más sirven esos libros –que podrían ser de mucha utilidad, en otras condiciones– es para que los grandes jefes echen broncas a los jefes intermedios, y éstos a los redactores de base. Los grandes jefes están exentos del cumplimiento de cualquier tipo de norma. Por definición. De todas las normas, incluidas las deontológicas» (El Mundo, 18.03.06).
Parece que, por desgracia, no sólo están exentos los jefes. También los redactores de a pie.