PARA ENTENDERNOS

LA GARLOPA, Junio 2005

Sucede que a veces todo se envuelve en el manto estéril de la simplificación. Hace unas semanas se puso muy nerviosa la prole mesetaria con las patochadas de Carod-Rovira y Maragall en Tierra Santa. Desde que Aznar les puso en el punto de mira, toda una corte de ciudadanos les tiene presente en sus oraciones. Y están hasta en la sopa. Que Fraga vuelve a presentarse, pues se acuerda de “esos locos”. Que el Barça gana la Liga, la culpa es del tripartito. Que España pierde Eurovisión, por supuesto, una maniobra de Carod-Rovira. Yo creo que hasta el hombre del piano es hijo del diputado de Esquerra Republicana.

Cuando dos políticos que están en el ojo del huracán cometen errores graves como los conocidos, caben al menos dos actitudes. La primera podría simbolizarla Lluís Foix que, en un artículo reciente en La Vanguardia, criticaba con dureza esas “frivolidades” por no ser “políticamente inteligentes”. La segunda consiste directamente en insultar: payasos de feria, bufones y un largo etcétera de lindezas lanzadas desde la prensa conservadora madrileña. Visto el tema con perspectiva, creo que muchos periodistas que desayunan en la Castellana y comen en Serrano se empecinan en sostener una concepción ultramontana de la patria. ¿Quién es más nacionalista, José María Aznar, que puso el banderazo en Colón, o Josep Lluís Carod-Rovira, que hizo lo propio en Montserrat?

Tampoco Guadalajara demuestra excesiva comprensión, a pesar de que muchos de los suyos emigraron hacia orillas mediterráneas. Lo voy a decir con claridad: conozco bastantes personas, algunas de ellas amigas, que no se sienten españolas y no por ello son descendientes del diablo. No huelen a azufre ni llevan tridente. Es gente normal cuya españolidad empieza y acaba en su DNI. Hablan catalán a diario porque esa es su lengua materna, pero respetan todas las culturas. Simplemente, la castellana no la asumen como propia. Y si yo me emociono con el himno español, que hasta se me erizan los pelos, a ellos no. Sin embargo, todos somos hijos del mismo país, del mismo tiempo y de la misma educación. ¿Ustedes lo entienden? Si la respuesta es negativa, me atrevo a recomendar que viajen, que hablen con la gente, que renieguen de los prejuicios. Quizá entonces algunos comprendan por qué Carod-Rovira no necesita hacer campaña. Le sobra con el PP y la Cope.