Martes negro
El discurso del presidente electo de EE.UU., Barack Obama, es una pieza para leer despacio y destriparla porque tiene una miga mucho mayor de la que cabe esperar en el éxtasis de una celebración anunciada. El discurso de McCain me pareció integrador, generoso y correcto. Su herencia militar deja impronta: sabe que su adversario será su próximo comandante en jefe.
José Manuel Calvo escribe en elpais.com: «El año 2008 pasará a la historia política norteamericana -y, en la medida en que corresponda, a la historia mundial- como el del antes y el después, como el fin de una era y el principio de otra. Las campañas electorales no se organizarán de la misma forma, ni se financiarán como hasta ahora; los candidatos se relacionarán con los electores de manera distinta; el récord de participación tendrá efectos duraderos y la sociedad habrá dado enormes pasos adelante en la cicatrización de una de sus heridas más antiguas y profundas, la de la esclavitud».
Felipe Sahagún: «El discurso de Obama fue uno de los mejores en su carrera, comparable sólo al que le impulsó al escenario nacional y a la primera línea del Partido Demócrata en la convención de 2004. Agradeció y recordó. Mezcló historia y política, anécdotas y las mejores alusiones de toda su vida política, libros incluidos, a la democracia y a la unidad, a la defensa de los valores de América y a la firmeza contra los enemigos2.
Lluís Bassets en su blog: «Ha saltado la noticia, superado el punto crítico, alrededor de las once (cinco de la madrugada española). Estábamos en el club de prensa del National Press Building de Washington, junto a muchos colegas tomando cervezas ante las pantallas y con la prensa de papel europea con sus ediciones cerradas. Entonces saltó: Virginia para Obama. Las proyecciones ya están claras. McCain ya no puede alcanzar los 270 delegados. La presidencia es demócrata. Obama será el 44 presidente de Estados Unidos. Salgo corriendo a escribir y tropiezo con Ralph Nader que ha estado hasta el último minuto buscando un atisbo de notoriedad y con una periodista que llora a moco tendido. Gritos de alegría, aplausos, entusiasmo desbordado. La emoción es más intensa en los rostros de color».
Alfonso Armada, en una crónica sensacional en ABC: «En el Grant Park (también conocido como Lake Park), de Chicago, a orillas del Michigan, rebautizado en homenaje al presidente Ulyses Grant, no lejos de donde desfiló el cortejo fúnebre de Lincoln (primer presidente asesinado), estaba convocada ayer una multitudinaria fiesta en la que Obama esperaba celebrar su triunfo (o reconocer su derrota). Las 70.000 entradas gratuitas para asistir a un evento en el que estaban prohibidos el alcohol, las mochilas y los bolsos, se agotaron hace días. Las autoridades movilizaron a toda su fuerza policial y los bomberos de permiso recibieron instrucciones de llevarse el uniforme a casa porque se esperaba que hasta un millón de almas descendiera anoche sobre el Grant Park, que para el historiador de la ciudad, Tim Samuelson, refleja el espíritu de Chicago y de todos los acontecimientos que la ciudad ha experimentado. Se cree incluso que parte del Grant fue construido con los escombros del incendio que en 1871 arrasó buena parte de la metrópolis de los rascacielos, los mataderos, la mafia, el blues, los ferrocarriles, la segregación racial y la lucha por la igualdad de todos los ciudadanos, blancos, negros y amarillos».
Y miren la portada del diario La Crítica Argentina: «MARTES NEGRO».