Defensor del Lector
El Defensor del Lector de El País, José Miguel Larraya, publicó ayer un artículo de despedida tras dos años ejerciendo este puesto en el periódico de mayor tirada en España. No debe ser cosa fácil, desde luego. Sólo hay otros dos periódicos que tienen esta figura autocorrectiva: La Voz de Galicia y La Vanguardia. Por algo será.
El País me ha parecido siempre una cabecera consolidada con un público fiel, pero muy exigente y no siempre cómodo con su línea editorial. Larraya señala en su artículo las dificultades para articular la opinión de los lectores en la prensa escrita, teniendo en cuenta el enorme caudal que encuentran en los soportes digitales. Internet ya no es una alternativa a la prensa escrita. Es más que su complemento. Las ediciones en papel y electrónica caminan hacia su fusión definitiva y ello ha transformado por completo las relaciones entre la prensa y los lectores. Algunas de las ideas del Defensor del Lector en El País son antológicas. Recomiendo su lectura íntegra a todos los que todavía sientan un mínimo apego por la letra impresa y el respeto que merecen tanto los emisores como los receptores de la información.
Yo entresaco este párrafo:
«En el aire hay un relente de fin de época, como si las imprentas, las rotativas, fueran dinosaurios llamados a desaparecer como las linotipias o las máquinas de escribir. Aun así, nadie podrá robarnos la tipografía. Acompañará siempre a la lectura. Cambiarán los soportes, pero desde las paredes de las cavernas a la realidad virtual de la imagen líquida, el trazo humano que recoge la idea, o la imagen, sobrevivirá para contar una historia que los periodistas llamamos actualidad».