La Garlopa Diaria

22 septiembre 2008

Antonio del Real


Una vez le escuché a un periodista ilustre sobre otro periodista, no tan ilustre: “sería incapaz de hacer un buen reportaje ni aunque pillara al Papa follando con la reina de Inglaterra”. Bueno, pues apliquen el mismo ejemplo a Antonio del Real, director de cine.

Lo he visto publicado en varias ediciones digitales de algún periódico pseudosensacionalista, en un montón de blogs y hasta en algún programa de relumbrón. A Antonio del Real le hicieron una entrevista en ABC el pasado 9 de septiembre. El diálogo de las dos últimas preguntas transcurrió así:

-Cosa mala para el hígado [el periodista se refiere a los prejuicios sobre la historia de España]
-El día del homenaje a Fernando Fernán-Gómez me presentaron a Zapatero. Le dije al presidente que estrenaba la película y me comentó que era buena fecha y que «vamos a intentar ir». Dos señoras muy conocidas nos interrumpieron para hablarle.

-¿Pilló algo?
-Supe que le dijeron que no había apoyado el «no a la guerra» y hace poco me anunciaron que Zapatero no vendría al estreno. Quiero creer que no habrá sido por aquello. No estoy a favor de ninguna guerra, no soy un insensato. Otra cosa es montar mítines en los Goya y seguir consignas, como la de ahora al no protestar por nada.

Atención: el titular de la entrevista en ABC, sorprendentemente, no fue sacado de estas dos respuestas. Fue otro. Este: «Soy invisible en esta profesión». Y entonces muchos periodistas y medios han interpretado que este señor es “invisible” porque no apoyó la campaña de Rodríguez Zapatero.

Veamos. En mi modesta opinión, Antonio del Real es “invisible en la profesión” del cine porque es malo. Es muy malo. Rematadamente malo. Y me quedo corto. Es un pésimo director de cine que ha sido incapaz, durante varias décadas de trayectoria profesional, de rematar ni una película siquiera solvente. Suele componer pasteladas insoportables y películas que nadie se traga más que en pequeños trailers. De verdad, un coñazo infinito.

Los que somos de Guadalajara recordamos con especial tristeza aquella insufrible película sobre los gancheros del Alto Tajo, una adaptación de la novela El río que nos lleva de José Luis Sampedro. Se rodó en 1989. El director consiguió la proeza de destrozar el texto de un libro fabuloso, gracias a una realización mediocre y un guión nefasto. Todo obra suya porque, en aquella película, Del Real fue director, guionista y productor. Vamos, lo que se dice un ‘pack’ en oferta. Quizá por ello la película resultó especialmente horrenda. Ni siquiera las imágenes de los madereros del Alto Tajo encima de los troncos aguas abajo, preciosas, evocadoras, sugestivas, lograron remontar el vuelo de un trabajo que se quedó corto. Muy corto.

Ahora acaba de volver a la carga. No sé a qué maldición debemos los de Guadalajara el hecho, muy temible, de que este señor se haya vuelto a fijar en nuestra provincia. Hace pocas semanas presentó La conjura de El Escorial que, fiel a su estilo, se revela como una cinta inaguantable. La cosa va de la Éboli y de Felipe II, incluyendo el rodaje en Guadalajara. Pero ni con una buena historia, ni con algunos actores notables (Jordi Mollá) ha sido capaz de firmar un trabajo brillante o, como mínimo, entretenido. No soy un experto y sólo hablo como aficionado al cine. Y cabe decir que la película tiene aspectos apreciables: los trajes, la iluminación, los escenarios escogidos, la caracterización de algunos de sus personajes principales. Pero el resultado final se acerca más a una castaña que a un espectáculo de calidad. Y ahí es donde vuelve a decepcionar.

Así que, por mucho que Zapatero tenga la culpa de todo, resulta que el público no es tonto y elige bien las películas que quiere ver. Con la tirada de un libro es fácil engañar a la gente. Con una película es imposible: el recuento de espectadores es cristalino.