Cartel
Los que de una forma directa o indirecta llevamos mucho tiempo implicados en organizar fiestas, jornadas festivas, actos culturales o actividades de la misma ralea sabemos de la dificultad de plasmar todo un programa en un simple cartel. Requiere mucha imaginación y capacidad de síntesis, y un poquitín de talento. Es una tarea difícil, pero no imposible. Y, en todo caso, quizá conviene encargarlo, no sortearlo como si fuera la rifa de un cordero.
Además de las novedades del programa (bastante mejor que el de años anteriores, dicho sea de paso), lo que más sorpresa me ha causado de las Ferias 2008 de Guadalajara es su cartel oficial.
Sinceramente, al principio creía que se trataba de una broma. Hay que tener poco gusto para diseñar un cartel tan discreto y mediocre como el de este año, que más parece un remake a base de ‘photoshop’ que una labor creativa y singular. Triste, sombrío y uniforme. Impropio de Guadalajara.
También hay que tener quizá un gusto muy especial para que el jurado lo eligiera el mejor de todos los que se presentaron. ¡Cómo serían los demás!
Las comparaciones con otros lugares, más que nunca, resultan odiosas. O tal vez un alivio.