Ignorarse
Madrid. Sábado 28 de mayo. Un calor sofocante. Desayuno antes de partir hacia Barcelona. Leo en la última de El Mundo una entrevista a Carod-Rovira, que posa con unas pulseras de Madrid 2012 y una “senyera”. La publicación busca el tópico, por eso el titular elegido es: “me encanta que pierda el Madrid”. Y confundiendo por enésima vez un territorio con sus políticos, le piden que “diga algo bueno de Madrid y Extremadura”. El periodista quiere meter el dedo en los ojos en lugar de extraer información. El café se me empacha mientras recuerdo que unos días antes, el diario gratuito “Ahora”, un sucedáneo de “La Razón” pero más bestia, publicaba en portada una foto inmensa del careto del líder republicano y un titular que venía a decir que este hombre es el monstruo de las galletas, el que se come a Coco, quiero decir, a Zapatero. Cojo el tren y al llegar a Barcelona me encuentro exactamente lo mismo, pero al revés. En TV3 un chico que se cree gracioso hace entrevistas en la plaza de Colón de la capital. “¿No cree que es demasiado grande esa bandera?”, pregunta el intrépido reportero. “Más grande, más grande tenía que ser”, responde una señora muy aseñorada. El compañero continúa la provocación: “a mí es que no me dice nada…”. Ya instalado en mi casa, haciendo ‘zapping’ doy con Localia. Echan un magazine de entretenimiento en lengua catalana hasta que, en una de las parodias, aparece un militar. ¿Adivinan en qué idioma hablaba? Por supuesto, en la lengua que algunos independentistas catalanes identifican con la cabra de la legión y la patria opresora, ese cuento que utilizan todos los pueblos. El estereotipo es injusto y ridículo, pero persiste. Tanto como los excesos de la prensa madrileña, parte de la cual insulta, manipula y esconde la realidad plural de la gente. A veces da pena viajar por España. Nos ignoramos, y encima lo hacemos con gusto.