Entre tanta noticia escabrosa, produce un poquito de alegría encontrar despachos de agencia como este de Europa Press. La asociación de vecinos de Carabanchel, en Madrid, ha decidido recuperar un viejo letrero de tráfico que indicaba la entrada al pueblo, hoy convertido en barrio de la capital. La señal estaba instalada, antiguamente, en la carretera comarcal M-410. Dice la noticia: «Con esta acción, los vecinos, que aseguran que el Ayuntamiento de Madrid nunca prestó atención a esta señal, quieren, no sólo recuperar un elemento identificador de utilidad para el viandante, sino «rescatar la personalidad de un pueblo que Franco anexionó a Madrid de manera antidemocrática».
Hace tres años encontré en la cuneta de una carretera cercana una señal de entrada a Galve de Sorbe, que es mi pueblo. Estaba tirada y medio oxidada. Nadie la quería. No siquiera Tráfico, que la dejó abandonada en un lugar cualquiera. La recogí del suelo y me la llevé a casa. Ahora, una vez que los albañiles nos han acabado de hacer la casa familiar, pienso volver a pintar la señal y colgarla en la entrada de la cochera. Es un gesto insignificante, estéril si quieren. Pero qué quieren que les diga: reconforta, alegra y proporciona una sensación mezcla de regocijo y sencillez.
¿No me digan que no sienten lo mismo al leer la noticia de la señal recuperada en Carabanchel?