Barreda, golpe de efecto
La remodelación del Gobierno de Castilla-La Mancha es la noticia política más importante en la región desde hace muchos meses, lo cual dice bastante de la abulia política de una tierra poco dada a los grandes titulares.
A pesar de los rumores de cambios, que han sido insistentes al menos para quienes hemos veraneado en Guadalajara, casi produce un poquitín de risa leer o escuchar a quienes defienden que los cambios en el Ejecutivo regional no tienen nada que ver, mira tú por dónde, con las noticias que lleva publicando El País entre ayer y hoy en torno a la improbable caducidad del trasvase Tajo-Segura. Según este diario, que en cuestión de fuentes en Ferraz anda más listo que nadie, el PSOE, como partido, es decir, su Ejecutiva Federal, ha decidido no suprimir el trasvase en 2015, fecha que recoge la reforma estatutaria auspiciada por Barreda y pactada con De Cospedal. El trámite parlamentario de esta reforma se inicia en octubre. Lo que han decidido los socialistas, en Madrid, es condenar al trasvase a una progresiva y lenta agonía. Esto supone, en mi opinión, dos cosas. Una, que el asunto estrella por el que se justifica la reforma del Estatuto de Castilla-La Mancha queda casi solventada antes incluso de que comience su tramitación. Y dos, que el arma política que adoptó Barreda para seguir los pasos de Bono con sus Hoces del Cabriel y sus cuitas con Borrell parecería más un arma de fogueo que una reglamentaria. Escribo en condicional porque, a pesar de los pesares, El País no es una fuente oficial del PSOE, y por tanto habrá que esperar a que opinen los protagonistas. Pero me da que los tiros no andarán muy lejos.
El caso es que, coincidiendo con esta novela del trasvase, Barreda cambia el Gobierno. Y todos parecen felicitarse. Hasta el PP. Incluso la prensa. La que no es afín. La otra viene de serie. Pero detrás de la fanfarria, de momento, veo poca chicha. Más de lo mismo, pero con menos personal. La reducción de consejerías y direcciones generales, más que un ahorro, parece un golpe de efecto de cara a la galería y, de paso, soltar lastre de la ‘era Bono‘. Está archidemostrado en todos los presupuestos públicos que la eliminación de altos cargos ahorra poco, o muy poco, dinero del erario de todos. Sin embargo, sí me parecen significativos algunos cambios. Por ejemplo, gran noticia la ascensión de María Angeles García, una de las pocas delegadas de la Junta en Guadalajara que ejerce, está capacitada y da la cara (las tres cosas a la vez, repasen la lista de delegados que cumplen estas características). Lo de Magdalena estaba cantado: ahora o nunca. Y parece ser que va a ser ahora. Por fin. Y en cuanto a Marisol Herrero, que suma Turismo a Cultura, puede ser una buena noticia para Guadalajara si eso supone un relevo de las dos delegadas de ambos ramos. Ojo a la segunda línea del Gobierno, que no hay que perderla de vista… Y fuera del ámbito alcarreño, da la sensación que Barreda se ha quitado de enmedio varios michelines (veremos dónde los manda ahora) y parece, a priori, un gran acierto que un tipo experimentado como Fernando Lamata asuma Sanidad y Bienestar Social, departamentos que suponen el 40% del presupuesto regional.
El anuncio de Barreda de remodelar el Gobierno que preside, hecho en domingo, ha acallado en cierta medida el fracaso político estrepitoso de que su propio partido pueda cargarse la fecha de caducidad del trasvase. No hablamos de un asunto negociable. Barreda se presentó a las últimas elecciones con esta promesa como bandera y la ha convertido en un latiguillo del que ya no puede desprenderse. Y ahora se atisba la decepción, que quizá será mucho mayor para los desinformados.
Veremos qué pasa en otoño, pero me da en la nariz que la pregunta clave es la que sigue: ¿En qué medida influye Barreda en las decisiones del PSOE? Todavía está a tiempo de demostrarlo. Si quiere.