La Garlopa Diaria

29 agosto 2008

A-2 y M-30


En este vídeo que han colgado los colegas de La Crónica me he quedado atónito escuchando al alcalde de Guadalajara, Antonio Román, decir que la M-30 fue una obra descomunal «pero que ahora nadie discute que esa obra ha sido maravillosa» (textual).

No he estudiado el proyecto de la variante número 18 de la A-2, a su paso por Guadalajara. Ni tampoco las alegaciones de nadie. Todavía. Habrá que hacerlo porque la A-2 es algo así como la segunda residencia de todos los que transitamos por Guadalajara. Sin embargo, me asombra la capacidad de Román para auscultar la opinión de todos los madrileños, todos, en torno a una obra que algunos todavía tienen entre sus pesadillas favoritas.

¡Cómo se nota que Román no coge la M-30 cada mañana! Mal ejemplo se ha buscado. Me temo que a muchos madrileños les ha parecido una obra faraónica, multimillonaria, además de inspeccionada y multada por la Unión Europea. Y, para colmo, acumula el mismo tráfico que cuando estaba sin soterrar. ¿Que las máquinas y los hombres son capaces de hacerla? Seguro. A la vista está. Probablemente también podrían horadar los túneles que propone el Ayuntamiento de Guadalajara en la A-2. Otra cosa es que sea lo mejor. Y lo más adecuado. ¿Ventajas? Sobre todo, para las grandes constructoras que tienen entre su estructura las máquinas tuneladoras. En Madrid se hizo famosa una que se llama «Dulcinea», y que fue la que agujereó la M-30. En Guadalajara, ya lo veo venir, la llamaríamos «Arriaca». Por aquello de evitar el agravio quijotesco.