Gabinetes
Esta foto aparece hoy en las páginas de deportes del diario El País. El presidente del FC Barcelona, Joan Laporta, atiende una rueda de prensa después de conocerse los resultados de la moción de censura que acaba de ganar, aunque por poco.
Observen la persona que está justo delante de Laporta, la que mira de frente a los periodistas sentados en la sala (al fondo de la imagen). Se trata de Toni Ruiz, jefe de prensa del Barça. Le conozco personalmente. Era pareja de una amiga mía en Barcelona. Es un excelente profesional que se apasiona con su trabajo. Un obseso de su oficio al servicio de uno de los gabinetes de prensa que generan más información. Observen su pose y cómo mira a los informadores que, en esa misma rueda de prensa, intentaron acribillar con preguntas a Laporta. No fue posible. Ofreció una conferencia con pocas preguntas. Y controladas. ¿Es fácil o difícil domesticar a los plumillas?
He reparado en la mirada de Toni, al que no veo desde hace tiempo más que en las páginas de los periódicos, y me he puesto a pensar sobre el papel de los periodistas que trabajan en gabinetes. Su trabajo es sencillo en ocasiones. En otras resulta complejo, difícil. Detrás está en juego el control de la prensa, o por lo menos la imagen de una empresa, una institución, un directivo o un político. Los periodistas a veces no entendemos que detrás de un gabinete hay periodistas, y no máquinas, y que eso es lo que los convierte en peligrosos. Saben cómo masticar la noticia, como hacerla correr como una serpiente y cómo parar golpes. Lo que no sé es si los demás somos conscientes de su tarea.
Vázquez Montalbán hablaba de gabinetes de intoxicación. Pero no son adversarios. Son periodistas que hacen su trabajo.