La Garlopa Diaria

15 junio 2008

¿Periodistas o forofos?


El periodista de la izquierda de esta imagen es Paco González, director del programa Carrusel Deportivo de la cadena SER. El de la derecha es José Ramón de la Morena, director del programa El Larguero en la misma emisora. La fotografía está publicada en la web de la cadena. Responde a un momento de la emisión de uno de los programas durante la Eurocopa de fútbol, desde un hotel en Viena.

Ambos periodistas aparecen retratados con una camiseta de apoyo a la escuadra española. Es la metáfora hecha realidad. Aquella que siempre ha dicho que todos los periodistas deportivos hacen información con camiseta. Cada uno con la suya. Sea del Madrid, del Barça, del Atleti o incluso del Espanyol. Claro, la cuestión admite problemas cuando se trata de asuntos domésticos. Los oyentes de un equipo no reciben bien que un locutor se decante demasiado, o de forma insultante, por un equipo determinado. Sin embargo, parece no tener discusión cuando se trata de defender a los diferentes equipos de España, sobre todo en fútbol. Ahí el nacionalismo se dispara. Por algo ya dijo Vázquez Montalbán que la unidad de España estaba a buen recaudo mientras existieran la Lotería Nacional y la Liga de fútbol.

El primer gol de la Selección española en la Eurocopa fue narrado en la SER por el periodista Manolo Lama con las siguientes expresiones: «gol de David Villa, un tío con unos huevos más grandes que mi cabeza, ha desvirgado al equipo ruso» (escuchen el audio, no tiene desperdicio). A la misma hora, en la Cope, el locutor que radiaba el partido se puso a gritar: «Olé los cojones de Villa, olé sus cojones, olé sus cojones». Así hasta llegar al éxtasis que todos los aficionados al fútbol conocemos muy bien. Hombre, no digo que haya que narrar un partido como si fuera una sesión de ópera. Pero, ¿cuál es el límite admisible?

Uno de mis maestros favoritos, veterano del oficio, Pedro Sorela, acostumbra a criticar la falta de objetividad de las retransmisiones deportivas en un campeonato internacional. Da igual la cadena o el periódico. En España todo se supedita a la información de nuestro equipo. El resto no importa. O importa muy poco. En un campeonato de Europa o del Mundo de fútbol se observa bastante bien. Pero donde la cosa alcanza tintes gloriosos es en unos Juegos Olímpicos. Hasta el punto de que priorizan la retransmisión de cualquier prueba menor en detrimento de otra más importante. ¿Por qué? Porque en la primera compite un deportista español.

En fin, no cuestiono la profesionalidad de grandes periodistas deportivos que tiene este país. Válgame Dios. Lo que hago es reflexionar sobre un asunto que pocos se cuestionan. Sobre todo porque, a tenor de las audiencias, el planteamiento de este tipo de prensa se ve apoyado por el público.

Observen un caso: la nueva directora de Televisión de Catalunya, Mònica Terribas, admite en una entrevista en El Periódico que las retransmisiones de la Fórmula 1 en TV3 tienen menos audiencia en Cataluña que las de Telecinco. Teniendo en cuenta que se emiten simultáneamente, y aparcando cualquier objeción lingüística, cabe preguntarse por qué los catalanes optan por la cadena privada. Terribas lo achaca, de forma más o menos explícita, a un problema de implicación de la audiencia. En concreto, sostiene: «Hemos de hacer una buena transmisión técnica y mantener una cierta objetividad, y si esto nos perjudica en cuanto a audiencia, lo hemos de analizar». Conclusión: los televidentes prefieren Telecinco porque la narración es descaradamente favorable a Fernando Alonso. Por esa regla de tres, es lógico pensar que si el piloto fuera catalán, entonces TV3 sería líder de audiencia de la Fórmula 1 en Cataluña. Puede parecer grotesco, pero señala una realidad incontestable.

Preguntas para reflexionar:

¿Deben los periodistas «ponerse la camiseta» de España en los campeonatos internacionales, con lo que eso conlleva en su trabajo?

¿Deben ser estos mismos periodistas muy parciales en sus retransmisiones para obtener el favor de la audiencia?

¿Se comportan de la misma manera los colegas de las televisiones europeas o norteamericanas con sus respectivos equipos y deportistas?

¿Es posible aplicar las mismas reglas de seriedad y rigor que, en teoría, deben regir la información política a los deportes?

¿Un periodista deportivo es menos objetivo en el tratamiento de las noticias que afectan a la selección de su país por el hecho de convertirse en un hincha con micrófono?

¿Qué clase de intereses comerciales hay detrás del forofismo con las selecciones españolas, sobre todo la de fútbol?

¿Por qué la prensa deportiva española suele lanzar ánimos de forma exagerada a la Selección Española antes de un campeonato y luego acaba zurrándoles un palo tremendo si el proyecto fracasa? (acuérdense de las portadas de Marca antes y después del Mundial de EE.UU., por ejemplo). ¿Por qué no ser más equilibrados en ese trance, como hace «L’Equipe» en Francia?

¿Se puede ser partidista sin ser un hincha radical?

¿La audiencia respalda esta clase de periodismo deportivo porque no hay otro o porque de verdad le entusiasma?

PD.: Cuando termino de escribir esta entrada, veo en la edición digital de Le Monde que han colgado el primer gol de España contra Suecia con el sonido de la retransmisión de la SER. Y lo titulan, no sé si jocosamente: «córner a la española».