Entrevistas

23 mayo 2005

Es rubia, tirando a alta y muy locuaz. Almudena de Arteaga, historiadora y abogada madrileña, acaba de publicar la biografía “María de Molina. Tres coronas medievales” (Ed. Martínez Roca, 314 págs.), obra que le ha valido el Premio 2004 de Novela Histórica Alfonso X El Sabio. Arteaga, según reza en la solapa del libro, se ha convertido en “la autora española no de novela histórica más leída en nuestro país”. Es hija del actual duque del Infartando aunque confiesa con cierto resabio que “no se acuerdan mucho de mí en Guadalajara, con lo que yo os quiero, ni siquiera para el Maratón de los cuentos”. Conoce la Guadalajara medieval porque se la ha estudiado a fondo, tanto para este libro como para el de “La princesa de Éboli”, un éxito que ya alcanza 22 ediciones.

“María de Molina demuestra la importancia histórica de Guadalajara”

ALMUDENA DE ARTEAGA, ESCRITORA
“Es una reina medieval castellana, que tenía predilección por el señorío de Molina y que luchó para que pudieran reinar sus hijos”
GUADALAJARA DOS MIL, 23-04-2004
RAÚL CONDE

Primero la princesa de Éboli y ahora María de Molina, ¿adora usted a los personajes históricos femeninos de Guadalajara?

Muy de Guadalajara ambos personajes, sí. Nunca se acuerdan mucho de mí en esta tierra, he ido a dar una conferencia, pero ni incluso en los cuentacuentos que los tenéis ahora en primavera han contado conmigo nunca. Yo no nací en Guadalajara, sino en Madrid, pero como historiadora me encargo de estudiar mucho nuestros antepasados, no sólo a los duques y los Mendoza, sino también a todos los alcarreños y a todos los que vivieron con ellos. E incluso la historia del primer duque, que es muy bonita, cuando cedió su caballo, que dijo: “yo no puedo volver, mi rey, dejando a todos mis hombres de Guadalajara y con qué cara voy a mirar a sus mujeres y sus hijas”. Es una historia preciosa y por eso le dan el ducado. En definitiva, tengo predilección porque estoy muy vinculada a estos personajes. Yo vengo de los Mendoza y entiendo mejor a la mujer. El ensayo histórico es muy bonito, pero el que quiera estudiarlo, se mete en una universidad. El que no, no tiene más opción que una novela. Y esos sentimientos que yo transmito, me es más fácil a través de mujeres.

¿Qué tiene de interesante María de Molina para fijarse en ella?

Primero que es una reina medieval nuestra, española, castellana. Conocemos a muchísimas reinas francesas, inglesas y alemanas y las nuestras parece que se quedan ahí. Nos acordamos de doña Urraca y quién será aquella, no llegamos a profundizar. Yo empecé a buscar en la bibliografía de reinas medievales porque hemos tenido importantísimas. Recabé unas, otras. De Blanca de Navarra había algo escrito y además yo tiro siempre hacia Castilla. Molina de Aragón, pues ya sabemos que es de Guadalajara, aunque se llame de Aragón. María de Molina fue tres veces reina y fue una mujer importante. Dirigió los tres reinados luchando por los intereses de sus hijos sin ser legítimos ni él ni su marido y consiguieron que fueran reyes.

Explíqueme, a grandes trazos, el periplo vital que sigue María de Molina.

Ella conoce a Sancho IV el Bravo siendo niña, en un bautizo. Sancho está ya casado pero debe ser de los pocos matrimonios con amor de aquella época, y no por razones de Estado. Sancho queda enamorado de ella. Ya ha tenido una amante y varios hijos, pero deciden casarse en Toledo. Se casan a pesar de la prohibición del Papa, de Alfonso X el Sabio, que es el rey en ese momento. Los hijos de María y Sancho, por tanto, no podrán ser legítimos. Llegan las represalias, el Papa excomulga a ellos y al Arzobispo de Toledo. Empieza a parir, como era obligación en una reina de ese momento. Tiene muchos hijos y la mala suerte de que se queda viuda muy pronto. Consigue que los nobles castellanos la apoyen, aunque los infantes de la Cerda quedan como sucesores. Ella se impone de todas maneras. Juran como reyes en todas las Cortes. Los nobles y los reyes siguen con la Reconquista. Tienen dos frentes abiertos: la pelea de los nobles y la conquista contra el moro. Se hace cargo de su hijo, aunque éste le da la espalda cuando alcanza la mayoría de edad. Sufre como mujer, se caracteriza por el temple y lo pausada que es dentro de lo fuerte que es. Después se hace cargo de su nieto, Alfonso XII, hasta que muere, con Alfonso X consolidado en el poder.

Da la impresión de ser una figura bastante poco conocida y reconocida.

Como la princesa de Éboli, que la gente decía quién será hasta que se escribió la novela. Hay colegios, plazas, calles que se llaman María de Molina, es decir, suena en todas partes porque ella recorrió toda España. Le daba igual estar embarazada y pariendo que recorrió todos sus reinos. Espero que a partir de ahora pase a ser más reconocida. En España sabemos mucho de los reyes de los Católicos en adelante, en cambio de los anteriores, los medievalistas los conocen, pero el resto no.

Además, hay un cierto prejuicio negativo hacia la época medieval, ¿no?

Otra cosa muy curiosa de María de Molina es que, dentro de ser medieval, huía del feudalismo y se acercaba mucho más a los concejos. Cada vez que venía un noble a pedir, que no se cansaban, y ella les negaba sus demandas, se iba a los concejos. Era una reina medieval muy cerca de los concejos. Y en lugar de darle prebendas a los nobles, se lo dio al pueblo.

¿Es difícil escribir novelas históricas?

Yo las vivo, me visto con la piel del personaje y adelante. Para mí no es difícil. Acabo hablando en esta novela de “vos” porque también utilizo un lenguaje que no es demasiado arcaico, porque tampoco lo quiero hacer aburrido. Exige un trabajo de documentación. Yo escribo un libro al año y dejo en el tintero muchas cosas. Una novela es como una película, rompo algunas escenas aunque los historiadores me lo afean. No podemos contar siete batallas dentro de una novela porque rompemos el ritmo. Es difícil porque te tienes que documentar, aunque a mí me divierte mucho porque soy ratón de biblioteca. Lo difícil es montar la trama, es decir, contar la historia siendo fiel a los hechos pero al mismo tiempo entretenida. ¿Dónde está la ficción? En las escenas que no cuentan los cronistas. Una escena de cama de un matrimonio no la cuenta nadie, un niño llorando en los brazos de su madre por la muerte de su padre. Ese sentimiento de todo ser humano es lo que le da la posibilidad de ficción.

Dice que lo vive mucho, hasta el punto que escribe en primera persona.

Sí, yo creo que eso acerca al lector, lo ayuda a imbuirse de la novela. Siempre escribo en primera persona, aunque alguna vez acudo a la narrativa. Lo que quiero es sentar al personaje con el lector y esta creo que es una buena manera de conseguirlo. Hoy interesan estas novelas, aunque la novela histórica decían que era un subgénero, yo no lo creo. A este premio se presentaron más de doscientas obras. El pilar lo tienes, que es la historia, pero cómo lo transmites, eso es lo importante. Yo creo que está empezando a tener mucho éxito, cada vez hay más gente comprando novela histórica, incluso en la edad infantil. La gente no tiene tiempo, entre estudios y trabajos. ¿Cuándo leen? Me atrevería a decir que muchos de los lectores fijos en España leen cuando llegan a la cama o un sábado por la mañana, que quieren estar tranquilos. Entonces te apetece aislarte y no meterte en un ensayo duro y aislado.

¿Por qué subtitula “tres coronas medievales”?

Porque fue tres veces reina. Hay una novela antigua que se llamaba “María de Molina, tres veces reina” y yo lo he adaptado.

¿Cómo era Molina de Aragón en 1293?

Mucho más chiquitito que ahora. Ella siempre sueña con el Señorío, quedan papeles de cuando consigue el señorío. Ella es hija de un tercer matrimonio de su padre, con lo cual ni siquiera era de las más importantes de su familia. Normalmente en el medievo hijos legítimos e ilegítimos estaban bajo un mismo techo. Por tanto, el Señorío nunca pensó en tenerlo porque le correspondía al mayor. Fue pasando por varias mujeres casualmente, hasta que una de sus hermanas se suicida y, como Sancho sabía que su máxima ilusión era tener el Señorío donde ella había nacido y crecido, pues lo obtuvo. Molina era un pueblín, pero un señorío con todas sus tierras alrededor.

¿Qué relación tiene con Guadalajara, más allá de ser señora de la tierra de Molina?

Guadalajara era importantísima y se demuestra con la biografía de María de Molina. En la época medieval, quedaban en Guadalajara, lo que significa y denota que siempre ha sido importante. María de Molina estuvo un par de veces en Guadalajara capital, como plaza fuerte, porque recorre muchos sitios. Seguro que pasó más veces, aunque no está documentado. Su ciudad preferida era Valladolid, es castellana pura y allí está enterrada.

¿Cómo vivió la muerte de su hermana, Blanca de Molina?

Narro ese puente con las lavanderas junto a María de Molina. Ella baja a los mercados y oye de la voz de las mujeres de Molina qué es lo que pasó con su hermana. A ella le cuentan que se cayó por una ventana y se mató. En cambio, ella oye de las lavanderas cómo una dice que pudo ser un suicidio, otra dice que un asesinato, otra que estaba ida los días anteriores. No tenían periódicos para enterarse. Y vive la muerte con tristeza. De todas maneras, esta hermana era mucho más mayor que ella, por eso te digo que a lo mejor tenía más cariño por algún otro hermano, aunque fuera ilegítimo.

¿Le sorprendió el éxito de “La princesa de Éboli”?

Muchísimo. Está ya traducido al turco y el griego. En tapa dura, veintidós ediciones. En libro de bolsillo, vamos por la séptima. Me he perdido en las ventas, la verdad. Es bueno que se sepa que en Turquía se habla de Guadalajara.

Usted es hija del actual duque del Infantado, ¿está al corriente del debate sobre el palacio?

Es un debate absurdo. Después de la Guerra Civil, el palacio quedó bastante destruido y se donó prácticamente por nada. El duque, mi abuelo, cedió aquello por unas condiciones y están en el Registro, pidió muy poco por dejar este soberbio edificio que tenéis en Guadalajara. El palacio ahí está y se visita. Habrá que atenerse a las condiciones estipuladas, que yo desconozco totalmente, en el documento de cesión.