Luis Blasco, de El Mundo, cuenta en su blog el proceso que vivió todo su equipo en la madrugada en que murió asesinada la última víctima de ETA:
Noche de luto, noche de periodismo
«Hubiéramos preferido no tener que publicar esta noticia, pero creo que, aunque sea como un humilde homenaje, merecemos contar cómo llegó a El Mundo la noticia del vil asesinato del Guardia Civil Juan Manuel Piñuel. Desde aquí un abrazo a familiares y amigos.
Son las cuatro y pico de la madrugada. Hace poco más de dos horas que estoy dormido, pero algo interrumpe mi sueño. Es el móvil. Sólo pueden ser dos cosas: o se han equivocado o algo malo ha pasado. Desgraciadamente, es lo segundo. Todavía adormilado cuelgo el teléfono sin querer, pero inmediatamente recibo otra llamada. Es Juan Fornieles (Redactor Jefe de Cierre): «Luisito, vente para acá, un atentado de ETA». «Vale», acierto a responder. Me visto, me monto en el coche y en cinco minutos estoy en la redacción (ventajas de vivir en el mismo barrio).
Cuando llego a la redacción, Juan Fornieles me recibe con la frase «esto es periodismo». Y de verdad que lo fue. La mesa de noche, formada por Marcos Iriarte, Manu Regalado, José y Óscar está justo al lado de la sección de Internet y el flujo de información entre ambas fue constante durante las tres horas que transcurrieron desde que se supo la noticia hasta que se envió la página. Poco después de llegar yo, veo a John Müller, director adjunto: ya estamos todos.
Lo primero que hicimos fue cambiar la portada, levantarla casi entera y reordenar los temas que quedaron. El tema principal lo mandamos a un tema secundario, debajo de la fotonoticia del terremoto de China, que se mantenía como tema gráfico de la portada pero cambiando el modelo de foto. Y toda la columna nos la cargamos para poder dar el atentado a cinco columnas en un cuerpo grande. Hasta ahí bien, pero había que rellenarlo. En medio de la tensión típica se oían frases como «el mejor periódico es el que se vende» o «desde las 3 hasta las 5.30 ya podíamos haber hecho un documentos».
A las 5.30 se lanzó la nueva portada para imprimir los primeros 10.000 ejemplares que saldrían en Madrid capital. A partir de ahí se hizo una página interior con las fotos que iban llegando. Apostamos por una foto a cuatro columnas en la que se veía las consecuencias que tuvo la explosión en la casa cuartel y por otra foto a dos de recurso en la que se retrataba el cuartel junto con dos Guardias Civiles. Sólo falta rellenarla. La hora límite eran las 6.30 de la mañana. A esa hora pararían las máquinas para imprimir los últimos 20.000 ejemplares, que incluirían tanto la portada como la nueva página que hicimos. La noche pasaba rápido y, como decía John, «lo que antes era noticia ahora es background». Una noche de periodismo puro y duro.
La cosa marchaba y, con el inmeso trabajo de todos los que estaban ahí, conseguimos cerrar todo a tiempo y transmitir las páginas a la rotativa. En total, fueron cerca de 20.000 ejemplares que se distribuyeron en Madrid, siendo el único periódico que consiguió sacar la noticia con una buena cobertura en su edición impresa».