Entrevistas

23 mayo 2005

Que no se preocupen los socialistas: Tomey no vuelve a la política. Pero, al ser preguntado si algún dirigente actual del PP le ha formulado tal petición, responde con un lacónico: “eso es secreto de sumario”. Lo dice con una sonrisa sarcástica en la cara, consciente de que esa petición se ha producido y por parte de alguien importante, en el Partido Popular y en el anterior Gobierno central. Sin embargo, la vida pasa y hoy Francisco Tomey, un ex de casi todos los cargos públicos que puede ostentar un político en Guadalajara, pasa la vida disfrutando de los toros, el Real Madrid y la actualidad, que asegura no seguir demasiado pero de la que conoce hasta el último detalle. La entrevista, hecha a propuesta de este periódico, tiene lugar en el restaurante que regenta en Meco. Tomey acaba de llegar de un viaje al Rocío. Viste impecable. Habla a borbotones, mirando al frente, con aire chulesco y castizo. Respira política por todos los poros y, aunque al final asiente, le pide al fotógrafo que no lo retrate fumando, “porque eso es dar mal ejemplo, y yo nunca lo he dado”.

“Los militantes me dicen que el PP no puede seguir así”

FRANCISCO TOMEY, EX PRESIDENTE DEL PP EN GUADALAJARA
GUADALAJARA DOS MIL, 04-06-2004
RAÚL CONDE

Empecemos por el principio: ¿por qué le interesó la política?

Uno nace, se forma, va a unos colegios, a la universidad, tiene unos amigos y nacen unas inquietudes, que se van reflejando desde el colegio, cuando alguien pide que sea delegado de curso, hasta que se crea una inquietud en la universidad. Después, cuando ya empiezo a trabajar, tuve contacto con amigos en los inicios de la democracia y finales del franquismo. Tuve contactos con los reformistas del viejo régimen. Seguí trabajando hasta que llegó un día me planté en Madrid, estuve en los orígenes de Alianza Popular y, después de unas elecciones que se hicieron muy mal a nivel nacional, me presenté ante el presidente Fraga y le dije que mi padre era de Villel de Mesa, que venía por Guadalajara los veranos, aunque no conocía la provincia mucho pero sí esa zona, y que si había algún problema para organizar el partido. Él me dijo que no utilizara mi nombre. Yo le dije que tampoco me pusiera ninguna china y, como los dos somos leales caballeros, pues duró veinte años.

O sea, ¿que es Fraga quien le hace convertir la política en su profesión?

No, fui yo quien se lo pedí. Yo trabajé anteriormente llevé la vicesecretaria de Acción Electoral en la calle Génova [sede central del Partido Popular]. Le dedicaba el tiempo que me dejaba libre el trabajo.

¿Desde cuando milita en el PP?

Desde los orígenes. Hay un pequeño paréntesis, que es un momento que se decidió fundar una serie de partidos que se presentaron a las primeras elecciones, el partido de Alfonso Osorio. Yo fui fundador de ese partido, pero después de las elecciones se disolvió. Osorio quería disolver el partido y los demás nos hicimos cargo de la situación, que vimos que había que coaligarse dentro de Alianza Popular.

Dieciséis años al frente de la Diputación Provincial, ¿cuáles fueron los mejores y los peores momentos?

Gracias a Dios, la memoria es selectiva, y al ser así, uno prefiere quedarse con lo bueno y tirar lo malo. Sólo recordar lo malo para no volver a reincidir en ello. No porque tú hayas cometido algo malo, sino porque te haya afectado de una manera inquietante. Creo que los dos últimos meses fueron los menos agradables. Yo observé que algo se estaba cociendo a mi alrededor, y no precisamente por los de mi alrededor, y que podía fallar la lealtad, y yo creo que falló. Como yo no estaba dispuesto a seguir de presidente de la Diputación, tampoco me llevé más berrinche. No tengo rencor ni odio. Con algunas personas me es grato encontrarme, con otros no.

¿Su salida de la política fue voluntaria o forzosa?

La salida de la Diputación fue completamente voluntaria. Me quedaba un año de senador y yo iba a volver a ser candidato al Senado. Para qué mentir, 48 horas antes, tuve una llamada que me dijo que no era conveniente y les dije que hicieran lo que quisieran, que no me parecía correcto y que tomaban una decisión que yo creía desacertada y, además, que no iba a facilitar las cosas, con esa salida no se iba a conseguir lo que verdaderamente se debería haber conseguido. Los hechos me han dado la razón, cosa que lamento.

¿Por qué hoy el PP no gobierna el Ayuntamiento de la capital, la Diputación, la Junta ni el Gobierno?

No lo habrá hecho bien para ganar la confianza de los electores. Si no se hace bien, pues los electores votan otras opciones. Por otra parte, nos han dado votos más que otros grupos, pero no los suficientes. Eso también se sabe antes de las elecciones, que el Partido Popular gobierna con mayoría en este tipo de provincias, o debido a que no tiene con quién hacer pactos, no puede gobernar. Al electorado no le ha gustado los candidatos, porque en las municipales la figura que va de alcalde tiene mucha importancia, igual en los pueblos que en la capital. Fruto de eso también hay una labor de partido importante, que es el trabajo continuo de apoyo a tus candidatos y electos, y al partido en la provincia durante el resto de los cuatro años para que se sientan animados a volverse a presentar los que merezcan la pena y poder cumplir reuniendo todas las listas electorales.

¿El Partido Popular está haciendo ese trabajo en Guadalajara?

Yo no soy quién para juzgar. Ya lo han juzgado los electores. De mi boca no va a salir ninguna manifestación que perjudique a mi partido.

¿Qué le dicen los militantes?

Bueno, pues, sigo teniendo mucho contacto. A este mismo negocio que he abierto con otras personas [un restaurante en un centro comercial en Meco], viene mucha gente de Guadalajara y de todas las opciones políticas. Aparte de eso, yo vivo en la plaza Santo Domingo y allí me encuentro con mucha gente, igual que en la plaza de Dávalos donde antes tenía mi oficina. Todos los militantes me hacen dos preguntas que a mí me hacen gracia y que yo he intentado analizarlas. Una es: “¡esto no puede seguir así!, y ¿tú qué vas a hacer? Algo tenemos que hacer, algo tenemos que hacer…”. Yo respondo que ya he cumplido una etapa. La gente, no cargos electos, me dice que esto va mal. La segunda pregunta es: “¿cómo te encuentras?”. Ésta es la que más se repite, me sorprende. Les digo que muy bien, “pues no sabes como nos alegramos…”. A lo mejor piensan que al dejar la política, tendría que haber estado frustrado, enfermo, malo, jodido de carácter. Me alegro que la preocupación, antes que la política, sea personal. Cuando llegan las Navidades y mi cumpleaños, recibo cantidad de escritos y llamadas desde diversos puntos de la provincia.

¿Ha estado tentando de volver a la política?

No, aunque una vez sinceramente que me fui de la Diputación, estaba convencido que iba a repetir de senador. Creo que faltó lealtad.

¿Por parte de quién?

Voy a decir que del partido en general, salvo de presidente nacional del partido. Lealtad significa no engañar y no traicionar. Yo me sentí engañado en ese momento, y el engaño llegó hasta 48 horas antes. Pero una vez que eso lo superé, ya dije que ni a medias, ni a cuartos ni nada, dije que mi vida estaba fuera de la política. Yo dejé joven la política, es difícil volver al mundo laboral, para entrar en una empresa, por la edad, a no ser que vayas buscando que alguien te fiche porque crea que vas a ser beneficiado. Comencé desde cero a labrarme el porvenir y a los quince días ya estaba puesto en marcha.

Cuando recibió la llamada del partido 48 horas antes de decidir dejarlo, ¿cómo actúan sus compañeros de partido en Guadalajara?

Hombre, algunos, los menos, no se enteran, y otros estaban en esa falta de lealtad, no creo que la mayoría porque la política de partido en España viene de arriba abajo, aunque se elija de abajo a arriba.

¿Algunos de ellos siguen en activo?

Todos. Los que lo hicieron todos. A nivel provincial, todos. Yo comprendí la situación, incluso no hice ninguna pataleta. No hice ninguna declaración y sigo callado. Yo pensaba que esa renovación de la que hablaban cuando me fui, que era para todo el mundo. No cambiar unas formas con las mismas personas para hacerlo, además, igual. He leído muchas cosas después y quiero decir que mi época de presidente fue siempre democrática. Los cargos se hacían en los ejecutivos, los diputados se proponían y discutían. La gente puede tener mala memoria pero yo tengo las actas de todas las ejecutivas del partido que presidí. Incluso procurábamos tener reuniones antes de tomar alguna decisión.

¿A usted quienes le traicionaron más, en Madrid o en Guadalajara?

Yo no quiero hablar de traición, ya he definido antes la lealtad como un engaño a una persona.

¿Pues quienes fueron más desleales?

Yo creo que en Madrid era una persona que tenía un buen pabellón, lo he tenido siempre. Lo que ocurre es que se habla mucho de renovaciones, pero los que más hablan, nunca piensan en sí mismos. Nunca se renuevan ellos, pero de ahí para abajo, todos, aunque luego no encuentran para renovar y cogen lo mismo.

¿O sea que la renovación ha sido mal invento para el PP?

Yo sólo digo que me atengo a la contestación de la gente de Guadalajara, los compatriotas alcarreños, lo cual lamento y hay veces que no llego a entender muy claramente cómo hemos conseguido el rechazo, ya no decir perder votos en la capital, sino perder la confianza en tantos y tantos municipios de la provincia. Para todos los militantes, fue un poco frustrante.

¿Ese fracaso es achacable a su salida o a que no se ha trabajado bien?

No, a mi salida, no. Yo era uno más que dirigía una orquesta y procuraba que estuviera lo más afinada posible. Era el primero que estaba desde el principio hasta el final del ensayo y hasta montar el escenario. La autocrítica la tiene que hacer cada uno al respecto. Dentro de toda la gama de dirigentes del PP, en la Ejecutivo no sé si habrá dos o tres personas que no hayan salido a la palestra política conmigo anteriormente.

¿De quién se siente cabeza de turco?

De nadie porque también es verdad que mi resistencia a querer seguir en la política fue nula. Luego incluso en el Congreso Provincial todos me querían resucitar y en absoluto, yo era un militante más. En ese congreso para mí sí fue amargo la forma en que se trató la figura del presidente, porque yo era el presidente. Lo que pasa que al dejarlo para hacer la transición bien hecha, esperaba más. Y las cosas no han salido como sería de deseable. En política, como todo, se miden los resultados. Las generales las hemos perdido después de una etapa de Gobierno brillantísima, algo se habrá hecho mal. Yo en aquel momento les facilité aquello, dejando en funciones al secretario provincial y en aquel congreso verdaderamente… Bueno, más vale no recordarlo. Ese día salí triste porque un partido que olvida a una persona que lo ha llevado veinte años, son momentos difíciles. Cuando yo cojo el partido, el centro-derecha en Guadalajara estaba hundido.

¿Qué relación personal conserva con Luis de Grandes?

Correcta y normal. Políticamente, cero. Quiero decir, que no hablamos de política. Humanamente, cuando nos vemos nos saludamos. Es una persona que respeto y supongo que ella a mí también. Y políticamente ya no tengo que opinar.

¿Algún dirigente actual del Partido Popular, de Madrid o de Guadalajara, le ha pedido que vuelva?

[Se lo piensa antes de contestar] Eso es secreto de sumario. Yo ya he explicado que de ninguna de las formas mi intención es volver.

Es decir, ¿que alguien se lo ha pedido?

Permíteme que esa pregunta se quede… porque, cuando las conversaciones son privadas y las haces públicas, puedes encontrarte con lo que no deseas o que quieres demostrar una intención que no tienes. Por tanto, esa pregunta no la voy a contestar ni que sí ni que no.

Le voy a hacer otra, a ver si hay más suerte: ¿algún dirigente del PP le ha pedido que apoye una candidatura alternativa a la actual dirección provincial en el próximo congreso?

No, nadie. No hablo con nadie. Ni he pensado en ese congreso, sé que el Nacional Mariano Rajoy lo va a adelantar y luego vendrá el Regional. Yo creo que la decadencia del PP en Guadalajara en las tres últimas elecciones va muy unida a la región. En el momento en que se produce todo, se da una situación que no me meto a juzgarla, sino que la han juzgado los electores. Y esto lo hacen en un congreso regional, donde eligieron a Agustín Conde, donde llegamos con un candidato que no era el candidato, que luego resultó candidato y se pega el estacazo. Y al año siguiente, el amigo Molina, bueno, todos son amigos, llevan mucho tiempo, yo más que ellos, al final sale un candidato nuevo, donde se quema nada más salir. Y ahora estamos en las mismas. Va todo un poco unido. Los que tuvieron la responsabilidad de tomar estas decisiones, creo que son los que tenían que hacer una autocrítica muy clara y, alguna vez, reconocer que han acertado o ser humildes y reconocer que cometieron errores.

Usted estuvo muchos años al frente del PP, ¿cuál es la principal cualidad que tiene que tener un presidente provincial de un partido?

Bueno, no sé, no hay un estereotipo de presidente. Lo que está claro es que en una provincia como la nuestra, el presidente tiene que tener una cercanía enorme a la gente. Es una provincia muy distante, con poca población en la mayoría de los municipios y con una capital tampoco no tan grande. Hay un mundo asociativo importante en la capital y tiene que tener uno presencia en ese mundo y acercarse a todos los sectores sociales, desde lo más alto a los más bajos. Creo que se consiguió que los ciudadanos cada vez estemos más igualados. La gente come, sale y se divierte. Hay que acercarse y estar ahí y, sobre todo, tener una vocación de servicio y trabajar para el conjunto, a nivel interior del partido, lo que significa intervenir mucho desde el poder. A mí se me acusaba de ser autoritario. Los que verdaderamente trabajaron conmigo, no se lo pueden decir. Y si se lo dicen, son falsos. Se lo pueden decir los alcaldes, de Molina, de Sigüenza, de Cifuentes… A los militantes generalmente se les presta poca atención.

¿Quién manda hoy en el PP provincial?

No lo sé, eso sí que no se lo puedo decir.

¿Será el presidente?

Los estatutos dicen que sí. Yo lo único que digo es que se lean los periódicos, desde el último congreso regional hasta el último provincial, y que se vea como se han hecho las candidaturas. No voy a soltar ningún nombre.

¿Está al tanto del cisma que tiene estos días su partido en la Diputación?

Al pedirme la entrevista, dije que me apartaran los periódicos. Ha habido una división interna. Yo la verdad creía que era agua de borraja. El día que fui, por primera vez después de haber dejado la presidencia de la Diputación, porque el actual presidente tuvo la amabilidad de invitarme, vi los enfrentamientos entre algunos compañeros. Yo dije que estos serán muy amigos. Después nos fuimos a cenar los expresidentes con el actual presidente y me dijeron que había lío. El tema fue que algunos habían pedido el cese del portavoz, y que esos mismos han escrito que se reponga, a petición de parte del presidente regional. Y la opinión del presidente provincial parece que no es coincidente con la de José Manuel Molina.

Esto con usted no pasaba.

No llegó a pasar, no. A una persona de arriba de la Ejecutiva del partido, le dije que tenían la ocasión de hacer la elección de diputados provinciales bien, justo al estar en la oposición, para ver si salían algunos ‘pavones’, pero buenos. “Así los elegías tú”, me contestó. Y no es verdad, ni hablar. Yo lo proponía porque estábamos ganando y tenía que hacer un equipo ganador y para llevar una institución. Recuerdo que en mi etapa, sólo hubo una persona que repitió en las cuatro legislaturas, José Antonio Mínguez. Ortega estuvo en tres y luego los demás en dos, alternativas, y en una. Generalmente, no quedaban de la anterior etapa más que cuatro o cinco. Y en el Ayuntamiento de Guadalajara, lo mismo.

¿Quién tiene más apoyos en Madrid, José Manuel Molina o Luis de Grandes?

Creo que el que juega a tener los apoyos en Madrid, está jugando en falso. Hay políticos que buscan este apoyo, y al estar respaldados, crean una base, crean esa conciencia en los medios de comunicación. A veces sale, pero es un mal resultado para el partido porque son impuestos, no tienen personalidad y están con las manos atadas. Siempre tratan de solucionarlo todo allí, no aquí. Cuando estaba yo, vinieron a las listas candidatos que no eran de Guadalajara, pero siempre he sido llamado yo por las personas que lo podían hacer.

Pero, en estos casos, ¿qué tiene que hacer el partido?

Tampoco sé donde está la divergencia entre el presidente regional y el provincial, no sé en qué grado está el expediente disciplinario. Parece ser que Carlos Moreno [portavoz de los diputados díscolos] dijo que todo se quedaba en papel mojado y después si leo una nota del partido donde se dice que eso no es así, que el expediente sigue. Yo lo único que creo que este conflicto no beneficia para nada al partido, en un momento electoral donde, si había desánimo, todavía produzca más.

Para los militantes como usted, ¿sería desalentador que el partido expulsase a los alcaldes que ganaron las últimas elecciones municipales?

De entrada, significa que se ha producido algo anómalo, que quizá viene en los orígenes o bien en la elección de diputados, o en las formas. Creo que cuando se eligieron los diputados, ya hubo problemas en Molina de Aragón y Mondéjar, o sea, que nació problemática la oposición. El problema viene de atrás. Esto es una consecuencia rodada. No se atajó bien desde el principio.

Llegados a este punto, ¿qué salida le queda a Antonio Román?

No lo sé, él sabrá. Es el presidente del partido en estos momentos y él sabrá si se encuentra a gusto y tiene que pensar que los partidos ya no son sólo los militantes, sino un tanto por ciento muy grande de votos. Esto tiene que preocupar, la imagen que se da.

¿Cuándo es la última vez que ha comido con Jesús Ortega?

Pues un día que vino aquí al restaurante, hace como unos veinte días, con dos compañeros suyos periodistas. Me llamaron cuando venían de camino y me dijeron que me sumara a la comida. Hace tres años, cuando se casó mi hija Abigail, nos encontramos en un restaurante y se publicaron cosas de risa, simplemente porque le invité, a él y a los que comían con él, a una copa de cava por la boda de mi hija. No le busco en ningún encuentro, ni él a mí, pero nos saludamos.

¿Tiene amistad con él?

No. La palabra amistad la he valorado después de dejar la política más seriamente. Me han salido los amigos de verdad, no hay muchos, y justo me han salido de personas que no han tenido relación con la política. De este mundo me ha quedado amistad con José Antonio Mínguez, con Olegario, el que fue alcalde de Almonacid. Con los demás, la amistad pudo ser coyuntural. Después cada uno ha tirado por su lado.

¿Cómo definiría a Ortega?

Tengo que decir que hasta los últimos meses antes de mi salida, creo que Jesús Ortega es un político importante en el Partido Popular, que trabajó denodadamente, que creaba recelos entre sus compañeros porque trabajaba más y solucionaba problemas. Hasta el final, fue leal, no fiel, digo leal. Y al final no sé qué pasó, debe ser que vio que yo no era caballo ganador y optó por otro sitio. Ortega tenía una trayectoria conocida, venía de la UCD, yo le recuperé para el Partido Popular, le había observado que era dinámico, que en su zona trabajaba y tenía un liderazgo, le llamé y le propuse formar parte de mi equipo.

Y al final a la presidencia de la Caja.

Sí, esa fue la última decisión ejecutiva. Me dicen que lo puso Tomey. No es verdad. Lo puso la Ejecutiva del partido. En ese momento era el único que podía ser presidente, había estado en la caja un tiempo, en la comisión de control. A partir de ahí, que cada uno responda de sus hechos.

Es de suponer que el peor momento que usted vivió en la política fue cuando la Fiscalía Provincial y el Tribunal Supremo investigaron el presunto delito de falsedad en documento oficial por valor de 3.500 millones de pesetas. A toro pasado, ¿cómo lo vivió?

Fueron momentos amargos personales, de soledad por un lado, soledad que yo mismo me buscaba a veces. Podía haber repartido juego, pero me lo quedé todo para mí. Me tuve que defender yo solo. Fue una experiencia importante en ese sentido y que me parece injusta porque yo no podía falsear documento público. Tuve la mala suerte que en el proceso falleciera el interventor. La verdad es que no he falseado nada. Se me decía es que inflaba los ingresos para gastar más, pero no que me hubiera llevado ningún duro. Salían titulares que lo dejaban entrever, pero no que lo dijeran porque si no, me hubiera querellado. Lo insinuaban, junto a mi foto. Yo decía, si tuviera tres mil y pico millones, a lo mejor me dolería menos… Pero nunca los he tenido. Al adversario no le preocupaba el Partido Popular, sino que Tomey dejara la política.

¿Tiene la percepción que la gente ha borrado la sospecha sobre su persona?

Sí, totalmente. Hasta los socialistas, que me dicen: “bueno, verás que ni siquiera nos personamos”. Entiendo que al adversario le gusta ganar el partido, aunque sea en el último minuto y de gol injusto.

¿Quiere decir algo que no dijera entonces?

No, nada más que tengo un gran recuerdo. Me enriquecí personalmente. Tuve la oportunidad de ser senador y presidente de la Diputación, concejal en al capital, que era lo esencial. Nunca tuve otras apetencias. Pude haber dado el salto, pero no quise.

Se ha escrito que Alique cada día se va pareciendo más a usted…

¿A sí? Espero que sea en lo bueno, no en lo malo.