La Garlopa Diaria

24 abril 2008

Los dibujantes


La obra social de la Caixa organizó ayer un estupendo coloquio entre cuatro de los grandes dibujantes que publican en la prensa: Martinmorales, en ABC ; El Roto, en El País; y Gallego y Rey, en El Mundo. Demostraron inteligencia y sensibilidad. Derrocharon ironía, un humor saludable y críptico que poco o nada tiene que ver con el chiste fácil. ¿Qué es más importante, un editorial o una viñeta de estos genios del sarcasmo? Esa fue una de las cuestiones que salieron a debate. También el nombre de su profesión. ¿Son dibujantes, humoristas gráficos, viñetistas, chistosos?

Qué más da. Lo sustancial es el mensaje que lanzan cada mañana en sus periódicos. Andrés Rábago, que firma con el pseudónimo de El Roto, trazó un panorama sombrío en el que todos estamos inmersos, a veces conscientemente y otras no. Una especie de neblina intelectual que nos mantiene alienados, ajenos al sustrato de las cosas que de verdad nos atañen. “La función nuestra, modestamente, es superar esta burbuja de cristal y romper esa barrera”, dijo. Los dibujantes en la prensa no responden ante nadie, ni siquiera ante sus redactores-jefe. O por lo menos muchos de ellos tratan de saltarse a la torera incluso los principios de los medios donde publican. ¿Por qué? Porque su tarea, en su opinión, es zarandear la conciencia del lector. Gallego y Rey advirtieron que “durante casi treinta años de profesión, sólo una vez hemos tenido problemas de censura. Publicamos con libertad. En este país hay mucha libertad. Nosotros llevamos la contraria a la línea editorial de El Mundo casi todos los días, y eso que tenemos un director que es duro”.


Gallego y Rey estuvieron en sus intervenciones sardónicos y divertidos. Son socarrones. Tocan de “peus a terra”, que decimos los catalanes. O sea, que van con los pie en el suelo. Tienen la oreja fina para captar el pálpito de la gente. Lo demostraron en su contacto con el auditorio, que acabó rendido a sus bromas-reflexiones. Gallego contó además una anécdota que, por sí mismo, es una noticia. Hace unas cuantas semanas, los Príncipes de Asturias invitaron a comer en su palacete a cinco dibujantes: Mingote, Máximo, El Roto y Gallego y Rey. Primero les enseñaron la casa y la finca donde se levanta, “que tiene ciervos y está muy bien”, apuntó irónico. Luego les ofrecieron un aperitivo: “primero vino el Príncipe y nos saludó, pero luego llegó Letizia y ahí se acabó el Príncipe. Se difuminó totalmente. Toda la conversación la llevó ella, como si él no estuviera allí”. También dijo que no sabía si llamarla Letizia o Alteza, «pero como había sido compañera mía en la redacción pues decidí llamarla Letizia, y no pareció molestarla», afirmó. Durante la comida, que fue muy frugal según confesaron los dibujantes de El Mundo, salió el tema estrella: el secuestro de la revista El Jueves a raíz de la viñeta en la que el heredero de la Corona aparecía copulando con su mujer. Gallego explicó, con la aquiescencia de su compañero Rey y de El Roto, que a los Príncipes, obviamente, el dibujo no les gustó, pero que “no tenían ni idea de que el secuestro se iba a producir, que están muy enfadados con Conde-Pumpido [Fiscal General del Estado] y que fue un exceso que esperan no se vuelva a repetir”. Literalmente, siempre según Gallego, los Príncipes dijeron que “les disgustaba muchísimo que en España se secuestrara una revista”. El Roto añadió con acidez: «no vamos a contar nada más de aquella comida porque entonces no nos van a invitar más». Ojo: después del secuestro, El Jueves ha quintuplicado su tirada.

Preguntado sobre cómo conseguía alejarse de la manipulación, El Roto contestó: “leyendo pocos periódicos, para no caer en el exceso de información, que es contraproducente, y además hace tiempo que decidí no tener televisión en casa”.

Luego salí del Caixaforum y en Madrid ya había caído el cielo berroqueño de un día de primavera. La gente bullía en la calle porque se celebraba algo que se llama La Noche en Blanco, que consiste en abrir todos los espacios culturales por la noche, en plan borrachera de arte.

Hay que dar gracias a la ciudad de Madrid por organizar actos como el de los dibujantes. Se dijeron muchas cosas y siempre en libertad. La charla fue inteligente, amena. El Roto concluyó: «haciéndolo con respeto y educación, todo se puede decir en la prensa».