Califica, que algo queda
Todos los diarios que se han publicado hoy en España (incluso la prensa regional) que tengan una mínima sensibilidad por la actualidad nacional llevan a su portada la foto de la nueva ministra de Defensa, Carme Chacón, pasando revista a las tropas. Mujer, joven y embarazada. La mayoría destaca como titular su inequívoca orden: «Capitán, mande firmes». Y se sorprenden porque una mujer, joven y embarazada de vivas a España y al Rey e invoque el «profundo amor a nuestra España unida y diversa». Es curioso el ejercicio homogeneizador de las portadas de nuestros diarios. Curioso y sintomático del pálpito de los periódicos, por un lado, y de la sociedad, por otro. ¿De verdad hay una mayoría de ciudadanos que considera tan noticioso que una mujer ocupe la cartera del Ejército? En todo caso -es evidente- la foto es muy llamativa.
Los periódicos también se afanan en desgranar la renovación del Gobierno. Pero algunos nos dejan con la miel en la boca, o sencillamente en la incertidumbre. Vayamos a la letra pequeña. Por ejemplo, el diario ABC publica una amplia crónica donde comenta los cambios ministeriales. En lo referente al ministerio de Educación, el periodista escribe: «En el nuevo Ministerio de Educación y Política Social, que dirigirá Mercedes Cabrera, se nombró Secretaria de Estado de Educación y Formación a Eva Almunia, hasta ahora polémica consejera de Educación del Gobierno aragonés». ¿Cómo que polémica? ¿Por qué polémica? ¿Por qué no se explica por qué el periódico considera que esta señora es polémica? No tengo el gusto de conocer a Eva Almunia, pero calificar en un artículo que abre la sección de Nacional de «polémica» a una secretaria de Estado que ha sido consejera de una comunidad autónoma merecería -pienso- una explicación. Aunque sea modesta. Aunque sea escueta. Pero una explicación. Sólo unas páginas más adelante, en la 23, se explicita que «Almunia es considerada como una política dura y se caracteriza por una defensa a ultranza de la enseñanza pública. En Aragón ha protagonizado algunas decisiones controvertidas». Sin embargo, tampoco se aclara quién considera que esta señora es una política «dura» y cuáles fueron sus decisiones controvertidas. Tampoco sirve la excusa del espacio. La periodista disponía de media página en la edición para contarlo.
También en ABC, otro articulista califica al ministro de Trabajo de «flamante». Concretamente, se dice: «El flamante ministro de Trabajo e Inmigración, Celestino Corbacho, pinceló ayer en el «ministerio de las personas» su origen, sus intenciones y la seguridad que proporcionan cuatro mayorías absolutas como alcalde de la segunda ciudad de Cataluña». ¿Qué quiere decir que un ministro es flamante?
Otro ejemplo (sólo la casualidad quiere que sea también en ABC). En la página 19 de hoy se detalla que el ministro de Sanidad, Bernat Soria, llegó «precedido por una polémica, aunque innegable, fama de investigador».
Copio entero el artículo para evitar suspicacias:
Bernat Soria llegó al Ministerio de Sanidad y Consumo precedido por una polémica, aunque innegable, fama de investigador. Sus primeros gestos fueron prometer a los diabéticos (su especialidad) y a los pacientes de enfermedades raras más investigación.
En un Ministerio que tiene todas las competencias sanitarias transferidas a las comunidades hay que buscarse un hueco para conseguir algo de relevancia. Elena Salgado, la predecesora de Soria, se apuntó a la guerra contra el tabaco, las hamburguesas y el vino. Soria se agarró a la investigación.
Pretendía avanzar en ese campo, atraer a España, con muy escaso éxito por ahora, a alguno de los cientos de investigadores de prestigio que han tenido que exiliarse por falta de medios y dineros.
Pero ahora comprueba, atónito, cómo le arrebatan su razón de ser como ministro. La Investigación consigue Ministerio propio y se lo entregan en bandeja a Cristina Garmendia, bióloga molecular. Un inesperado y doloroso revés para Soria, cuyo último cargo antes de ser ministro fue precisamente el de director del Centro Andaluz de Biología Molecular y Medicina Regenerativa.
Así, el ex investigador observa perplejo, y junto a él todos sus colaboradores, cómo arriconó su carrera profesional para acabar de mero gestor, para repartir «cheques dentistas» o para gastarse el presupuesto en cambiar las tallas de las mujeres que ahora son «diábolo», «campana» y «cilindro».
Al margen de los adjetivos que el periódico dedica al señor Soria, lo curioso es que en el texto no se da una razón de por qué fue polémico ni tampoco en qué tipo de trabajos o de acciones de sustenta el hecho de que su fama de investigador sea «innegable».
Ni para bien ni para mal. Califica, que algo queda.