Un baile y un montón de amigos
El viajero-periodista-fotógrafo vuelve de nuevo a Galve de Sorbe después de unos años sin recorrer esta zona de la sierra. Hacía tiempo que no pasaba por Galve. La última vez fue para visitar y fotografiar sus tres ermitas (la Soledad, San Antón y Nuestra Señora del Pinar) para incluirlas en su libro “Ermitas de Guadalajara”. El viajero vuelve a Galve en una mañana de verano de mediados de agosto. Había ya quedado con Raúl Conde. No se conocían personalmente, sólo habían hablado por teléfono y habían mantenido algún contacto epistolar. A la hora en que llegó, poco antes del medio día, encontró a los danzantes ejecutando sus danzas por una de las calles del pueblo. En un acto reflejo, casi instintivamente, sacó su vieja Pentax del maletín, acopló el zoon sobre el cuerpo de la cámara y empezó a fotografiar una danza que para él le era completamente desconocida.
Terminó la pieza y saludó al grupo de dulzaineros “Mirasierra” y preguntó por Raúl Conde al que ya tenía ganas de conocer; su sorpresa fue mayúscula al encontrase con un chaval joven, veinteañero y con sobrado interés por trabajar y luchar por su pueblo. El viajero-periodista-fotógrafo y Raúl congenian rápidamente, tienen intereses e ilusiones en común: las danzas, Galve, la provincia, la Sierra… Son temas que van saliendo en la breve conversación que mantienen por las calles, con la música de fondo de los dulzaineros.
Pero la fiesta ha de continuar. El fotógrafo, con su vieja Pentax curtida en mil batallas y colgada del cuello, sigue haciendo fotos. Raúl y sus nueve amigos, siguen danzando en honor a la Virgen del Pinar, patrona de la villa. Termina una mañana de fiesta, con la misa en la iglesia y la procesión por las calles de Galve. Los danzantes bailan y bailan sin parar, casi hasta la extenuación. El viajero-periodista-fotógrafo toma buena nota de la fiesta y de los bailes y sigue haciendo fotos. A la hora de la comida, Raúl y el viajero-periodista-fotógrafo, con su esposa, quedan a comer en uno de los restaurantes del pueblo. La comida gira de nuevo alrededor de muchos temas: el periodismo, la provincia, las fiestas, la recuperación del folclore tradicional, los proyectos de estos nuevos amigos de Galve…. Pasan las horas y Raúl tiene que ir a cambiarse de ropa y actuar de nuevo, esta vez en la plaza del pueblo, frente al ayuntamiento. Pero la tarde nos deparará una bonita sorpresa: un grupo de galvitos, los más mayores, deciden honrar a su patrona y ponerse sus viejos trajes y salir a actuar a en la plaza, ante la sorpresa del centenar largo de personas que allí se habían concentrado. Llegó la hora de la despedida. Ángel y Raúl, quedaron en seguir en contacto mediante el correo electrónico y en verse de vez en cuando en Guadalajara; y al día de hoy esa amistad sigue perdurando.
Ángel, el viajero-periodista-fotógrafo, sigue acompañando a los galvitos: en el II Encuentro de Danzantes del año 2001, la actuación en Galapagar, en Guadalajara o en Madrid. En Galve se encuentra como en casa, con buenos y entrañables amigos. De esta primera visita a los danzantes de Galve, queda el reportaje de casi un centenar de diapositivas, varias de las cuales se han publicado en el último número de esta misma revista.
Este año, si Dios quiere volvernos a pasar unas horas con estos galvitos, buenos amigos.