La Garlopa Diaria

26 marzo 2008

Pensamiento socialista


Algunos columnistas están más preocupados por el futuro del Partido Socialista, que es el que ha ganado las elecciones, que por el Partido Popular, que es el que las ha perdido. Carrascal escribía ayer que «las derrotas son amargas, pero provechosas si se es capaz de extraer la lección que encierran. Mientras las victorias son gratas, pero peligrosas por el exceso de confianza que generan». No, si aún va a resultar que conviene perder unas elecciones.

En paralelo a todo esto, tiene efectos de sordina el estruendo que arman algunos intelecturales para criticar la extravagancia, la sosez, la inquina o la candidez -depende del día- del ahora presidente del Gobierno en funciones. Un día parece un muñeco de trapo y al día siguiente Jack el Destripador en versión leonesa. Un día es «sosoman», el guiñol que a todo dice que sí, y al siguiente se ha convertido en el enterrador de todos sus adversarios, que maneja con habilidad las malas artes del viejo oficio político. Hay algo de incongruente en todas esas imágenes que la prensa se ha encargado de fabricar.

El diario ABC publicó ayer una Tercera del escritor catalán Miquel Porta Perales en la que cuestionaba «la fidelidad socialista de Rodríguez Zapatero». Y recuerda el volumen que le regalaron a Marañón tras ser diputado, de un grosor considerable, pero que en realidad era un acopio de folios en blanco por su inoperante paso por el Congreso. Al crítico catalán se le ocurrió, en feliz metonimia, que algo así podría hacerse con Zapatero, cuyo paso por la política también quedaría reducido a un mamotreto de folios sin escribir. Ocurrencia erudita, pero huera.

En síntesis, lo que se le critica ahora al secretario general del PSOE es que está vacío por dentro, como los huevos Kinder. Que no tiene armazón intelectual. Que debajo de su sonrisa no subyace apenas un pensamiento político bien trabado. Que carece de una arquitectura ideológica más allá del talante.

La falta de solidez de Zapatero ha sido criticada (Carlos Carnicero o Pradera suelen hacerlo) desde sectores, digamos, afines al Gobierno. Lo realmente curioso es que aquellos que se abonaron a la teoría del fin de las ideologías y del conocido aforismo de Fukuyama («La historia ha muerto»), los mismos que satanizan a la izquierda por su dogmatismo y su extrema defensa de los ideales, los mismos que cuestionan el papel constructivo de las ideas progresistas, los mismos que arguyen todo esto son ahora los que censuran a Zapatero por no tener pensamiento político. Vaya por Dios. Ni contigo ni sin mí, como el bolero. Si un líder de izquierdas se pasa de frenada en el programa (acuérdense de Anguita) se le llama mesiánico o sectario, y aquí paz y después gloria. Pero si su perfil aparece desnatado, políticamente hablando, pues también se le reparte estopa. Quizá no han reparado que es en eso, en lo desnatado, la consistencia del pensamiento político de la «nueva izquierda». Los conservadores españoles deberían saberlo después de estar más de diez años admirando y jaleando a Tony Blair.

Otra cosa curiosa también. Parece que la tercera vía, tan admirada por los amigos de las privatizaciones y las rebajas del gasto social, sólo es posible para los liberales. El resto queda excluido. Absténganse los socialistas porque tanto si lo hacen como si no, serán fustigados por los guardianes de la fe política. O bien por pasarse de ideas o bien por aparentar no tenerlas.