El sectarismo de la izquierda
El escritor peruano Mario Vargas Llosa suele utilizar como argumento contra los intelectuales de izquierda (curiosamente, lo suele hacer en El País) achacándoles un supuesto aura de superioridad por parte de éstos. Otros pensadores de marchamo conservador, como Luis Racionero o Sánchez Dragó, también han recurrido a ese tópico que dispara contra los izquierdistas, acusados de considerarse superiores y de autoidentificarse con la cultura de forma excluyente.
No sé a qué pensadores se refiere Vargas Llosa porque casi nunca da nombres. Pero resulta paradójico que se lancen continuas diatribas contra intelectuales de izquierda por el simple hecho de repeler ciertos ataques, que suelen ser desproporcionados, de los amigos del liberalismo. Triste, pero cierto. En todo caso, sí hay que reconocer que existe una cierta izquierda, ora desnatada, ora excitada, que no transige con las ideas de los demás y no comprende que cada uno tiene la naturaleza que tiene, y que conviene no sacar las cosas de quicio.
Me explico. El periódico digital elplural.com ha publicado un artículo titulado «Este PP genera miedo», firmado por su director, Enric Sopena. Los periodistas catalanes conocemos a Sopena desde tiempos pretéritos porque desde que tengo uso de razón, acostumbro a verlo por televisión, a escucharlo por radio o a leerlo en El Siglo, El Periódico y ahora El Plural. Siempre, eso sí, entre las bambalinas que gestiona el Partido Socialista. En todo caso, su carácter camaleónico le convierte en uno de los pocos periodistas veteranos catalanes capaces de sobrevivir en la jungla de Madrid. Otros, directamente, ni lo intentan.
El caso es que Sopena se queja amargamente del “cambio” experimentado en las últimas semanas por el ABC. Y escribe: “¿Quo vadis, ABC? ¿Hacia la extrema derecha? Lo cierto es que da la impresión, leyéndolo, que desde la defenestración de José Antonio Zarzalejos –ocurrida significativamente después de la caída en desgracia de Ruiz Gallardón-, el periódico madrileño de Vocento/Luca de Tena haya optado por pescar lectores en caladeros ultramontanos”. Sopena se queja de una entrevista al teniente general Mena, un hombre que hizo política con su uniforme, lo cual es un delito; y también del fichaje de una periodista considerada de la “derecha extrema”.
Perdón por la rotundidad: ¿qué esperaban Sopena y sus huestes? ¿Que el ABC se convirtiera a la filosofía de la socialdemocracia? ¿Que abjuraran de sus principios a favor de la Monarquía, España y el conservadurismo en beneficio de la prensa calificada como “progresista”?
Comprendo que una campaña electoral, sobre todo para quien se jugaba mucho, altere los nervios. Pero decir que el PP da miedo, por un lado, y que el ABC se ha vuelto pseudofalangista, por otro, es alentar el miedo tanto como cuando el PP o El Mundo hablan de la ruptura de España por el hecho de que ERC o el PNV apoyen a Zapatero. Pienso que no conviene sacar las cosas de su sitio. Tampoco instigar. Ni lanzar calumnias al aire de la red. Ni ver la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio. Es lógico que tanto el PP como el ABC sean de derechas. Es lógico que el ABC recupere ciertas firmas o adopte una línea más acorde con su trayectoria. Lo razonable es pedir a sus responsables que entren dentro del juego normal, del fair play, y no de la patada en la rodilla como hacen algunas otras cabeceras o emisoras de radio.
Por cierto, hablando del ABC. Un ejemplo reciente de compañerismo y de humildad. El director de este diario se fue con dos redactoras de Nacional y Madrid para hacerle una entrevista a Ruiz-Gallardón. Eso a mí me parece compañerismo. Repartir juego. Respetar para que te respeten. Dar cancha a los que están inmediatamente debajo de ti. Y también tener confianza mutua. Me da a mí que no es habitual encontrar eso en nuestra profesión.