Portadas de los candidatos
La Vanguardia es un periódico histórico de Cataluña y de España. Ha pasado por distintas épocas. Siempre ha salido a flote. Incluso se ha convertido en una especie de mascarón de proa del catalanismo burgués e integrador, es decor, no excluyente. Ello a pesar de que, hace tan sólo treinta años, seguía siendo La Vanguardia Española. Su hemeroteca es un pozo de historia y resulta imprescindible para acercarse a la historia española y catalana del siglo XX. Hace unos años sacaron un coleccionable recopilatorio de sus portadas durante el siglo y de los principales artículos y noticias que han cobijado sus páginas. Es una gozada leer a Machado, a Pla, a Ortega, a Carles Sentís, a Lluís Foix…
Coincidiendo con el ocaso de Pujol, la familia propietaria de la cabecera (los Godó) sustituyeron al anterior director, Joan Tapia, cercano al socialismo, para poner en su puesto a José Antich, el biógrafo del ex president de la Generalitat. Ya se sabe: se practica mejor periodismo contracorriente, aunque con mesura. Desde hace algún tiempo, se ha convertido en un periódico que está haciendo veraderos esfuerzos para cambiar los contenidos y modernizar el formato y la maquetación, pero siempre atendiendo a las líneas maestras que marca su propia historia. Algo parecido a lo que ha hecho el ABC, pero sin desvirtuar ni el producto ni la marca.
Hace algunos meses, La Vanguardia inauguró una nueva maquetación que le ha dado un vuelco por completo al periódico. Le dio vuelco, pero guardando simetría con los rasgos por los que cualquier lector fiel puede seguir identificándose con su diario. Algo que, tal vez, no ha conseguido El País en su última transformación. El caso es que, paralelamente, La Vanguardia ha incluido nuevos colaboradores y secciones que abren la mirada de un periódico que estaba un tanto anquilosado. Uno de estos espacios es invitar a los candidatos electorales (ya lo hicieron en las municipales y lo están haciendo ahora en las generales) a visitar la Redacción durante un cierre, reunir al consejo editorial y elaborar la portada del día. Aquí tienen hoy la de Duran i Lleida. Tantas veces como se nos acusa a los periodistas de ser correveidiles de los políticos, no está mal que, siquiera por una tarde, los políticos prueben el trago que supone ejercer el periodismo. Aunque sea sentado en una reunión de redacción y no en sus infumables ruedas de prensa (a veces) e interminables entrevistas (otras veces). La sección de La Vanguardia, importada de una experiencia similar de un periódico inglés, demuestra también que todavía es posible ser original, y atrevido, en las informaciones de una campaña. Claro que, para eso, se necesitan dos cosas. Una, que el periódico lo quiera y tenga coraje para hacerlo. Y dos, que los políticos (en este caso candidatos) estén a la altura y sigan el juego para demostrar su pericia sin papeles, ni asesores, ni pregunta pactadas.