María San Gil y la crispación
El intento de agresión a María San Gil es un hecho inadmisible y totalmente condenable. No sólo degrada a los autores materiales de esta acción, sino a toda la sociedad. Vaya por delante mi opinión.
Dicho lo cual, me ha recordado mucho a un episodio que tuve la ocasión de vivir de cerca. Fue hace ya unos cuatros años, quizá seis o siete. El entonces presidente del PP catalán, Alejo Vidal-Quadras (luego rebautizado por su partido como Aleix) también estuvo a punto de ser agredido en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Barcelona. Le tiraron huevos, tomates y le reventaron una conferencia. Por supuesto, el PP y sus aledaños mediáticos utilizaron el hecho para «demostrar» que Cataluña es una tierra donde se silencia al disidente. Recuerdo aquel episodio con indignación y tristeza. En aquel momento, Vidal-Quadras mantenía un discurso injustificable y radical, más o menos el mismo que ahora. No existía Zapatero, pero sí Pujol. Con eso bastaba. Mi facultad estaba a pocos metros de donde Vidal-Quadras tuvo que salir por patas. Charlando luego acaloradamente con unos amigos, simpatizantes de los que tiraron huevos, les reproché primero, que hicieran ese tipo de actos (del todo punto condenables) y, segundo, que se prestaran a ser, de paso, «los tontos útiles» de la derecha más reaccionaria. Estuvo muy caliente el panorama en la universidad aquellos días. Después de la frustrada charla del líder ‘popular’, las paredes se llenaron de pintadas en favor de los presos etarras y de pancartas en apoyo a la entonces HB.
La cosa ha vuelto a repetirse con el episodio de San Gil, que algunos ahora quieren sacar de contexto para achacárselo, si es preciso, al mismísimo Zapatero. Sencillamente, insoportable.
La propia San Gil dice hoy en ABC que «Zapatero nos ha estigmatizado, nos ha querido poner en la extrema derecha y, de esos vientos, estas tempestades». Consulten ustedes esta entrevista que le hice a María San Gil en 2006. Fíjense en las calificaciones que hace. Lean el contenido de fondo del titular, los sumarios y también entrelíneas. Observen el tipo de lenguaje. Analicen cuantas veces sale la palabra Zapatero en la charla.
San Gil me atendió muy amablemente en un descanso de un pleno del Parlamento vasco. Estuvo amable, cordial y hasta simpática. Pero me dejó de hielo la extrema dureza de sus palabras.
¿Quién crispa a quién?