Escándalo
Los mismos que hicieron causa política de la manifestación del 8-M permitieron ayer un concierto con 5.000 personas en el Palacio de los Deportes de la Comunidad de Madrid [enlace a La Razón]. No tengo conocimientos médicos para calibrar la bomba biológica que algunos pronostican en Madrid, y en general en toda España, por el plan arbitrado entre Gobierno y autonomías para estas fiestas. A mí la movilidad permitida me parece un escándalo y una aberración, pero que sean los expertos los que hablen… Lo que sí está claro es que no puedes exigir disciplina social a la ciudadanía cuando arbitras normas que amparan concentraciones en espacios cerrados como la de anoche. Ya no se puede alegar, como en marzo, imprevisión o desconocimiento. Ahora ya se sabe cómo se transmite el virus, cómo se frena y qué efectos tiene. Sanidad diseñó un estado de alarma que permite el bufé libre autonómico. Es lo que venían pidiendo los gobiernos autonómicos desde antes de la desescalada: un marco común de máximos, un paraguas jurídico, y a partir de ahí que cada uno opere en función de su criterio y de la situación epidemiológica. El resultado es este bochorno en el que han convertido la normativa para Navidad, que tampoco sería extraño que solo valiera para la semana que viene y que se endureciera para Nochevieja. En Madrid nos llevamos el premio Gordo, como prueba el concierto de Raphael o la permisividad en la actividad comercial y de hostelería. La estrategia es soltar la mano al máximo y abrir todo para «salvar la economía». Y ya está preparado el argumentario. Si sale bien, Ayuso salva vidas. Si sale mal, Sánchez se ha inhibido. Si sale bien, se hablará del «milagro madrileño». Si sale mal, se dará justificación al mamotreto del Zendal. Recuerden estas palabras.