El Imparcial
Ha renacido un periódico histórico. Se fundó en 1866 y ahora reverdece gracias a la mano de Luis María Anson, que ya se sabe que es alargada. La mano, quiero decir. El Imparcial nace con una presentación anodina, un diseño ultramontano, una prosa recargada y una ausencia casi total de contenidos multimedia. Incluso han diseñado un botón para descargarse el diario en pdf cuando en realidad ¡la página es la misma que aparece en el ordenador! Total, nada que ver con el hito que supuso en su época El Imparcial viejo, el que maceró Ortega. En el abigarrado escrito fundacional no aparece ni una referencia a internet, no se hace mención al periodismo digital. Como si la cabeza estuviera, sólo, en el papel.