La Garlopa Diaria

13 noviembre 2007

El cuadernillo del domingo del ABC publicó ayer un extenso reportaje sobre Manuel Azaña titulado «Memoria de un fracaso». El diario monárquico, en pura lógica, atacaba a la figura del expresidente de la República Española por haber derribado a la monarquía, a su juicio, «sin haber sabido controlar las tempestades de violencia y sectarismo desencadenadas» en aquel momento.

La figura de Azaña siempre excita el trabajo intelectual de los historiadores y resulta poliédrica. Hay quien prefiere destacar al «pasajero de Montauban«, como le llamó un día José María Ridao, por su faceta literaria y otros se quedan con el político. En todo caso, es uno de los personajes históricos más interesantes de nuestro país. La diatriba de ayer de ABC -firmada por el historiador Manual Álvarez Tardío– soslayaba la talla política de Azaña y sus logros al frente del movimiento republicano. El artículo ha coincidido con el hallazgo del Ministerio de Cultura, que ha recuperado en un CD la voz de Azaña en su último discurso. Una maleta con 14 vinilos ha guardado durante casi setenta años la voz de un orador excepcional. Recomiendo escuchar el discurso en lños audios de este enlace:

http://www.elmundo.es/especiales/2007/10/espana/azana/index.html

Antonio Lucas escribe en El Mundo hoy:

«La voz serena de Manuel Azaña, icono de los políticos de la II República, es urgente, algo empastada, casi enérgica. Timbre de quien prefiere el tono cercano de la tertulia antes que la mascletá del mitin.

Hasta ahora ese detalle era patrimonio de muy pocos, supervivientes y testigos de aquellos siniestros días de la Guerra Civil. Pero una maleta con 14 vinilos de 78 revoluciones guardada por casi 70 años alumbraba el secreto de aquella voz. El singular equipaje fue entregado por un donante anónimo a la embajada de España en México el pasado verano. Y en los discos sonaba, entre la reflexión y la arenga, un Azaña inédito leyendo el último discurso que dio durante la contienda española: el 18 de julio de 1938, en Barcelona.

«Este es el legado de Azaña, donde está él por entero», afirmó el historiador Santos Juliá en la presentación del documento editado por el Ministerio de Cultura y restaurado por Radio Nacional de España, que además ya forma parte del Centro Documental de la Memoria Histórica y que ha sido añadido a la nueva edición de las ‘Obras completas’ del político y escritor que el propio Juliá ha preparado para el Centro de Estudios Políticos y Constitucionales.

«Al cabo de dos años en que todos mis pensamientos políticos, como los vuestros; en que todos mis sentimientos de republicano, como los vuestros; y en que todas mis ilusiones de patriota, también como las vuestras, se han visto pisoteadas y destrizados por una obra atroz, no voy a convertirme en lo que nunca he sido, en un banderizo obtuso, fanático y cerril», entona Azaña en los primeros compases de su último discurso.

Se trata de una intervención con claroscuros de entusiasmo, quizá por eso Negrín hablara entonces del «pesimismo sombrío» del político, «pero esa percepción pesimista estaba provocada por su lucidez», apuntó Juliá.

Paz, piedad y perdón fueron las tres últimas palabras del mitin de Azaña. La guerra estaba perdida. La República, también».