EPS
Como suscriptor de El País desde hace tres años, hoy me ha llegado El País Semanal, el «colorines» que saldrá mañana. Siempre lo reparten un día antes. También me han enviado un reloj y me acuerdo de aquella frase que dijo Manu Leguineche a una periodista de ABC hace pocos meses: «que los periódicos regalen tantas cosas me suena a rendición».
El caso es que el EPS viene cambiado. Mañana lo hará el periódico ordinario. Es un cambio profundo. La portada es muy original y sólo se lo puede permitir un medio que tiene una marca, en este caso el dominical de El País, muy consolidada. Me han llamado la atención tres cosas: uno, la pulcritud y la elegancia del diseño en general y especialmente del apartado de firmas; dos, la gran cantidad de información (184 páginas); y tres, la entrevista de Juan José Millás a Mª Teresa Fernández de la Vega. En contra de lo que opinan los talibanes de la ‘titulitis’, Millás es un extraordinario ejemplo de que se puede ejercer el periodismo con rigor y maestría sin necesidad de pasar por una Facultad de Periodismo. También me ha encantado el artículo de nuestra paisana Julia Luzán, cifontina para más señas, sobre Patrick Blanc.
Es increíble la necesidad que tienen los grandes periódicos de variar su diseño y formato. ¿Renovarse o morir? Se lo han preguntado a uno de los subdirectores del periódico y ha contestado que no: «renovarse para mejorar». Dar una sensación de cambio, de novedad, de sorpresa, de innovación, de movimiento. Eso sí, tratando de ser los mismos. La Vanguardia ha hecho algo parecido hace apenas tres semanas. No sólo ocurre aquí, también fuera. Liberation, histórico bastión del Mayo del 68, está a punto de renovarse a fondo y otros diarios de referencia, como el FAZ alemán, ya han metido el color en sus primeras. En cualquier caso, más allá de los cambios formales, sería de agradecer que la prensa no pierda el sentido de su existencia: ser leída.