La Garlopa Diaria

31 julio 2007

Luis Padrino es a los periodistas de Guadalajara lo que Jesús Gil fue en su época a la prensa deportiva de Madrid. Visceral, bocazas, astuto, pertinaz, un correcalles infatigable de la política que tan pronto estrechaba la mano de Bono, o de José Luis Ros, como luego ponía a parir a la Junta por el incendio.

Ahora la ha vuelto a liar. Le pierde su boca. Habla mucho, quizá demasiado. Unos reporteros infiltrados delante de una cámara oculta le han puesto en evidencia: el alcalde ha demostrado estar como pez en el agua con el chanchullo, el tráfico de intereses y el pelotazo urbanístico en una finca, al parecer, propiedad de un imputado en la Operación Malaya. O sea, el no va más.

Las palabras de Padrino son impresentables y, lo que es más grave, pueden ser constitutivas de delito. Pregunta al canto: ¿dónde está la Fiscalía? Quizá de vacaciones. El caso es que, aunque no amortigua para nada el batacazo, las técnicas empleadas por Intereconomía y por la revista Época, bastiones de la ultraderecha moderna que tenemos en este país, son torticeras, impresentables e indignas de la profesión periodística. Nunca he creído en la cámara oculta. La labor del periodista es obtener información sin engañar. Al menos, esto es lo que me han enseñado a mí. Los mejores periodistas nunca necesitaron cámara oculta. Ni Delibes, ni Alcoverro, ni Pyle, ni Fisk, ni Kapucinski, ni Terzani, ni Cronkite, ni Leguineche. Ahora se ha puesto de moda porque el periodismo tampoco escapa a las modas inútiles y bastardas de nuestra sociedad. Mercedes Milá, otrora una periodista seria, y el grupo de televisión de El Mundo, han puesto de moda la cámara oculta. Incluso Maruja Torres llegó a vestirse de turca para ver cómo reaccionaban los cristianos de Barcelona. Ahora los acólitos de la derecha extrema lo aprovechan sin ningún escrúpulo.

Está muy bien y resulta muy higiénico que el PSOE eche a Luis Padrino. Lo que queda pendiente es quién va a expulsar del oficio a los periodistas que se disfrazan y mienten para conseguir información sensacionalista. El presidente de la FAPE debe estar también de vacaciones. ¿Quién protege al periodismo serio?